La Academia de Cine ha presentado la Guía de Buenas Prácticas del Sello Verde para la Sostenibilidad del Audiovisual. Se trata de una serie de herramientas comprometidas con el medio ambiente y orientadas a reducir los impactos negativos del sector.
«Nuestro sector tiene la capacidad de jugar un papel fundamental en el cambio que nuestro planeta necesita», ha manifestado el presidente de la Academia, Mariano Barroso, que ha inaugurado este acto. «La Junta Directiva de esta institución dio los primeros pasos verdes creando el ‘Sello Verde de la Academia’, un protocolo que ayudará a las producciones a reducir sus impactos», ha asegurado Barroso, que ha definido esta iniciativa como «un punto de partida práctico, realista y desarrollado junto a profesionales de la sostenibilidad».
El director de fotografía Tote Trenas, representante de la Comisión Sello Verde; Eduardo Vieitez, CEO de la empresa Creast, y Flocelo Puig, Head of Business Development de Creast, han detallado esta guía adaptada a la producción cinematográfica española, donde hay una necesidad de metodologías y formación para afrontar el reto de la sostenibilidad, contribuyendo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
A partir de ahora será más habitual encontrar en los créditos de una película una nueva figura, fundamental para este protocolo: la del ecomanager, encargada de concienciar al equipo, de estimar el impacto medioambiental y realizar un plan de sostenibilidad adecuado a la producción audiovisual. El alojamiento y la movilidad de los equipos, el cátering, la energía consumida, los materiales utilizados, los residuos que se generan o el uso de agua son los aspectos de los rodajes en los que pone su atención esta guía, desarrollada por Creast por encargo de la Academia.
Que el cátering sea de productos de cercanía y temporada y la vajilla sea reutilizable; distribuir agua mediante dispensadores y proveer al equipo de botellas reutilizables para rellenar; apostar por el alquiler y reutilización de vestuario, decoración y materiales de producciones previas; buscar alojamientos cercanos a la oficina de producción, el set de rodaje o el estudio de posproducción.
También que la iluminación se realice con luces LED; usar vehículos eléctricos en los desplazamientos; y favorecer la comunicación digital por encima del papel son ejemplos de decisiones clave para que un rodaje sea más sostenible. Esto implica que este compromiso no se reduce solo al propio equipo técnico y artístico, sino a toda la lista de proveedores que son necesarios en un rodaje.
Otros parámetros en los que quiere profundizar el Sello Verde se refieren a vincular la sostenibilidad medioambiental, la sostenibilidad social y la sostenibilidad económica, aspectos interrelacionados, y se fija no solo en la degradación del entorno, sino también en la contaminación acústica y lumínica derivadas de una producción.
Además, no se queda en la aplicación de una serie de buenas prácticas para reducir el impacto ambiental al máximo, sino que propone también compensar la huella de carbono que se ha producido. Tras aplicar estas buenas prácticas, aportar evidencias sobre la reducción de la huella de carbono y la valoración de los resultados obtenidos, la producción obtendría un informe de sostenibilidad que acredita que cumple el protocolo ‘Sello Verde de la Academia’.
La jornada también dedicó un espacio al diálogo entre el sector y la Administración pública, con la presencia de Elisa Rodríguez, subdirectora de Promoción y Relaciones Internacionales del ICAA; Rafael Cabrera, coordinador general en Film Madrid; y Araceli Gozalo, Consejera Técnica de la Oficina de Partenariado del área de Economía del Ayuntamiento de Madrid.
La financiación pública al audiovisual incluye ya criterios de sostenibilidad en algunas convocatorias en España, una tendencia que previsiblemente aumentará en los próximos años, según apuntaron. Es el caso de las ayudas de varias comunidades autónomas y de las ayudas estatales del ICAA a la producción, la distribución y los festivales desde 2021.
«La sostenibilidad en ocasiones cuesta dinero y la Administración está dispuesta a subvencionarlo, como un gasto más susceptible de nuestra ayuda», corroboró Rodríguez, que enmarca la inquietud por la sostenibilidad en una corriente a nivel europeo, que también se ve en el Programa MEDIA.
Desde Film Madrid trabajan en la posible creación de «ecobonos» y de estímulos para contrarrestar los gastos de ser sostenibles en futuras convocatorias de sus ayudas. Por su parte, en el Ayuntamiento de Madrid en sus ayudas para la promoción, distribución y producción de largometrajes que tengan relación con la ciudad también puntúa el criterio de sostenibilidad en su convocatoria de 2021 y para 2022 estudian avanzar todavía más en esta apuesta.
Hasta ahora, nuestro país no cuenta con ningún certificado nacional de sostenibilidad en el audiovisual, como sí ocurre en Estados Unidos con la Green Production Guide; a nivel europeo con el Green Film Research Lab; y en Reino Unido con el sello Albert. Un vacío al que da respuesta la Guía de Buenas Prácticas del Sello Verde, que profundiza todavía más que sus homólogos internacionales en el aspecto de la reducción del impacto ambiental negativo. «No nace para competir con nadie, sino para convivir con todos. Quiere ser un incentivo, no ponerlo difícil», apuntó Tote Trenas.
Tras su presentación en esta jornada, moderada por Paloma Andrés Urrutia, consultora en audiovisual sostenible (Mrs. Greenfilm), se estima que en 2022 se ponga en marcha esta iniciativa y que sea en 2023 y 2024 cuando sea posible conocer el verdadero impacto ambiental de nuestro cine, generar una línea de base y marcar objetivos de reducción.
Entre las conclusiones y demandas del sector en materia de sostenibilidad, que ha generado este acto, destacan la necesidad de homologar todas las prácticas, mediciones, certificaciones y decálogos a nivel nacional e internacional de cara a coproducciones o a la solicitud de ayudas públicas y que se que se creen catálogos de proveedores sostenibles.
Guía de Buenas Prácticas del Sello Verde