Jossie Malis es peruano chileno con apellido de origen polaco judío sefardí y sangre rusa que pasó por Estados Unidos y Barcelona antes de afincarse en Mallorca. Julie Reier no se queda a la zaga, alemana nacida en Nepal con familia en todos los confines del planeta y el corazón en la isla mallorquí. El es diseñador y cineasta volcado en el mundo de la animación. Ella, músico. Y el porqué ambos son ahora los líderes de esa revolución llamada Flipboku ni ellos mismos lo saben.
Malis describe su decisión como algo “fortuito”. A Reier, pensando, le viene a la cabeza ese primer ‘cine de pulgar’ o ‘daumenkino’ que le enseñó su abuela cuando era una niña, un proto cine mucho más arraigado en Alemania que en España. Está claro que ninguno de los componentes de este matrimonio fuera de la norma había pensado en los flipbooks como su carrera profesional. Especialmente si uno se para a pensar en lo analógico que es este memento audiovisual en una era digital como la actual. Pero a veces, el cine es así.
“Al descubrir el formato vimos sus posibilidades, inicialmente para adaptarlo a nuestra serie, a ‘Bendito Machine’, para apoyar nuestra campaña de crowfunding. Pero el resultado fue una locura que nos explotó la cabeza. Habíamos dado con algo que muestra la animación pero que a la vez es algo físico. Siempre luchamos con la tangibilidad y el flipbook nos ofreció un formato directamente vinculado al cine, pero en un soporte mecánico que nos permitía ofrecerlo físicamente», recuerda Jossie de esos comienzos allá por 2015.
Un alto para aquellos que no conozcan Flipboku como empresa o que no estén muy al tanto de lo que es un flipbook. Se llama ‘flipbook’, su nombre inglés, a ese objeto que nos muestra una secuencia animada que vemos al pasar una serie de páginas cuyas imágenes son consecutivas. El nombre alemán de cine de pulgar corresponde a la necesidad de pasar estas páginas de manera manual deslizando el pulgar por el borde del libro mientras con la otra mano se sujeta el borde encolado. “Yo comencé en esto de la animación igual que muchos niños, ahora muchos adultos que seguimos en la animación. Me acuerdo perfectamente cuando mi madre me explicó cómo funcionaban los dibujos animados. Cogió la guía de teléfonos y empezó a dibujar en las puntas para luego mostrarme el movimiento de lo que había trazado al deslizar el dedo por el borde pasando las páginas. Para mi eso fue increíble y no dejé un libro sin pintar en las esquinas”, explica Jossie de sus comienzos. Hizo algún flipbook más profesional y en Barcelona hasta llegó a participar en algún concurso. Pero eso fue hace más de 20 años. Estos comienzos no auguraban más que el perpetuar una etapa por la que pasan todos los animadores, utilizando esta forma básica de animación para sus primeros pasos no profesionales. Como recuerdan ambos, al final el flipbook tradicional no es más “que ese objeto que uno ve dos o tres veces y se acabó. Un artículo muy guay, de coleccionismo, pero que tiene una vida útil y practica muy reducida”.
Jossie y Julie, incluso sin saberlo, buscaban algo más. Una revolución que pusieron en marcha al descubrir el flipbook de seis caras. Nuevo inciso: lo normal es que un flipbook tenga una cara o, como mucho, dos, según el papel esté impreso por una o por las dos caras. La magia, literalmente, les llevó al flipbook de seis caras. “El formato está basado en un truco de magia muy antiguo con el que el mago, dependiendo de qué esquina te enseñe, te muestra un juego de cartas o un libro en blanco firmado, escrito, coloreado… en total, seis versiones del mismo objeto”, cuenta Jossie. “Un truco que nunca falla en pequeños o en mayores”, añade Julie que aún disfruta mostrando las obras de Flipboku a sus compradores por primera vez. “Para cuando les muestras la sexta animación ya tienen el dinero en la mano”. Pero la revolución de Flipboku no pensaba quedarse en un truco de magia. “Buscamos un formato al que la gente dedique horas, días, semanas”. Con esa idea como meta nacieron los flipbooks coloreables (‘Molecularis’), esos otros para conectar líneas y puntos y simultáneamente construir una animación (‘Dots & Lines’) o incluso Blanko para anímalo tú mismo.
Todos ellos fueron puntos de arranque para otros proyectos más ambiciosos, interactivos y audiovisuales. El plan que estuvo a punto de desbaratar la pandemia se divide en tres vías: catálogo de encargo, ya sea personalizado o de empresa, su propio catálogo y el de sus artistas independientes. El primero, que va desde imágenes corporativas hasta turismo alimenta sus locuras como esa que puso a Flipboku en el mapa cuando editó un libro de dos flipbooks dedicados a la carrera espacial con motivo del 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna y para la que contaron con material proporcionado por la NASA. O esa otra dedicada a los pioneros de la animación (Joseph Plateau, Eadweard Muybridge, Alice Guy-Blaché, Emile Cohl, los hermanos Lumière, Georges Méliès, Étienne-Jules Marey, Lotte Reiniger, Winsor McCay y Segundo de Chomón) y que además de proporcionar 6 animaciones de cada uno por libro gracias a la realidad aumentada ofrece microdocumentales sobre estos autores imprescindibles.
En otras ocasiones, como su última campaña, Flipboku une los proyectos personales con el de sus artistas. Este es el caso de ‘The 12 Basic Principles of Animation’, un proyecto que hoy concluye con éxito su crowfunding en Kickstarter, donde han unido fuerzas con el director y animador Raúl García. Con él ya habían publicado un flipbook de autor centrado en su último largometraje ‘Extraordinary Tales’, y les pareció la elección “obvia” para publicar un doble volumen dotado también de realidad aumentada y centrado en mostrar a golpe de pulgar los pilares de la animación con los que García lleva trabajando toda su carrera. “Yo siempre me he considerado animador y diseñador gráfico o diseñador gráfico y animador. Estudié diseño gráfico, animación, cine. Siempre lo audiovisual y el diseño gráfico era lo que me tiraba y todo ello aplicado a la animación. En mi cajón de ideas estuvo de siempre el deseo de lanzar un proyecto editorial. Soy fanático de la editorial Taschen y siempre tuve la idea, la ensoñación, de poder crear una editorial dedicada a los flipbooks de calidad, algo especializado y único. Ahora este sueño es un objetivo”, confiesa Malis casi como una declaración de principios.
Afuera de su casa estudio, un atardecer rojizo como el de la escena cumbre de ‘Lo que el viento se llevó’ baña la ciudad de Palma de Mallorca. Dentro, Jossie y Julie hablan de un futuro que fácilmente podría incluir flipbooks de 12 animaciones, uniendo dos volúmenes por el lomo, o esos otros en los que en lugar de poner en tus manos seis cortometrajes animados lo que se suceda de una secuencia a otra desarrolle una historia común, un mini cortometraje a golpe de pulgar. Hasta se habla de integrar música en el flipbook que también suene al pasar el dedo, algo que Julie espera con impaciencia. Todos ellos proyectos que confían ganarse el interés tanto de forofos de este formato -como Raúl García o Pete Docter, actualmente al frente de los estudios Pixar y que todos los años felicita las fiestas a sus amigos con un flipbook-, o al que caiga en la animación por casualidad. “Con Flipboku hemos reinventado un formato que ha existido desde hace 160 años dándole una vuelta de tuerca para orientarlo más a lo digital, a lo interactivo”, resume Malis de esta reinventada cuna del cine.