La coproducción de España, Argentina y Francia ‘Matadero’, dirigida por Santiago Fillol, llega a los cines españoles el 9 de diciembre. Tras su premiere internacional en el Festival de Locarno el pasado agosto, la película pasó por la Sección Oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla, donde logró el Premio a Mejor Fotografía para Mauro Herce.
También ha pasado el Festival de Cine de Mar del Plata, el Festival Internacional de Cine de Gijón y el Festival de Cine Independiente de Barcelona L’Alternativa, entre otros. ‘Matadero’ es una coproducción entre las compañías españolas El Viaje Films y Nina Produccions, junto a la francesa 4 A 4 Productions y las productoras argentinas Magoya Films y Prisma Cine. La distribución en España corre a cargo Begin Again Films.
El director Santiago Fillol (Argentina, 1977), doctor por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, donde también enseña e investiga sobre cine y literatura, es sobre todo reconocido como guionista de los últimos trabajos de Oliver Laxe: ‘Mimosas’ (2016) y ‘O que arde’ (2019), con quien colaborará igualmente en su siguiente película.
‘Matadero’ cuenta con guion de Fillol junto con Edgardo Dobry y Lucas Vermal. En el equipo técnico, además de Mauro Herce en la fotografía destacan Cristóbal Fernández en el montaje, mientras que Cristóbal Fernández y Gerard Gil han compuesto la música. La producción ha sido responsabilidad de Fernando Molnar, Nicolás Avruj, Andrea Queralt, José Ángel Alayón, Marina Alberti, Tània Balló y Antonio Pita.
Está protagonizada por Malena Villa, Julio Perillán, Ailín Salas, Rafael Federman, Lina Gorbaneva, Ernestina Gatti, David Szechtman y Gustavo Javier Rodríguez. ‘Matadero’ parte del rodaje en 1974 de un cuento escrito en el siglo XIX sobre la matanza de unos trabajadores en un rancho de la Pampa, pero en cuya reverberación resuena la dictadura de Videla. Audiovisual451 ha hablado con el director del filme y su productor José Alayón (El Viaje Films).
Audiovisual451: ¿Qué puedes contar del puzle de producción que ha supuesto llevar al cine una obra literaria tan complicada como ‘Matadero’?
Santiago Fillol: «Se trata de una producción muy ambiciosa, con muchos personajes y dos rodajes, uno en Barcelona y otro en Córdoba, Argentina. Además, hay detrás un total de cinco coproductores, lo que conlleva muchas complicaciones. La novela ‘Matadero’ es una ficción fundacional que ha marcado a fuego el imaginario argentino, puesto que se trata de un texto que se lee en los colegios, a pesar de que es de una brutalidad tremenda. En esta obra, las clases populares ultrajan a un hombre de clase alta y lo llevan al matadero como si fuera una res, y cuando un país nace de una historia tan brutal como esta, siempre va haber algo que flota como un fantasma que llama a la puerta de tu casa. Es razonable que esta historia nunca se haya adaptado al cine, ya que nadie quiere retratar algo así».
A451: Teniendo en cuenta la relevancia de esta obra en Argentina ¿no te daba miedo adaptarla?
S.F: «Por supuesto que tenía miedo, aunque la película, precisamente, refleja también la imposibilidad de adaptar este texto y lo que ocurre cuando uno lo intenta. Pensé que hacer una adaptación directa de ‘Matadero’ implicaría volver a caer en la misma rueda de violencia, puesto que estamos hablando de un material inflamable, pero, en cambio, me interesaba contar cómo la obra se trasladó a escena en los años setenta, una época azotada por esas desigualdades de clase que este texto discutió de una manera tan radical.
A451: ¿Cómo se convierte en una coproducción con España?
S.F: «Veníamos de trabajar en ‘O que arde’, la película de Óliver Laxe, con Mauro Herce, el director de fotografía de la película, que ejerció, en cierta manera, como puente para conocer a José Ayalón y para unir dos familias de cineastas que, a día de hoy, trabajamos juntos en muchos proyectos y vamos intercambiando nuestras funciones, al tiempo que vamos aprendiendo de los aciertos y los errores de todos nosotros. Aunque soy argentino, llevo la mitad de mi vida viviendo en España, hago cine en España y nunca antes había rodado en Argentina, cosa que he conseguido gracias a mi familia adoptiva de este mundo del cine».
A451: Pero está película está muy alejada de las que sueles escribir para Óliver Laxe…
S.F.: «Es una historia distinta que parte de lo que yo llamo una adaptación diseminada. En esta película, están presentes el espíritu y las pulsiones de ‘Matadero’, que es una obra construida a partir de barro, mierda y sangre. Los primeros viajeros, como es el caso del propio Charles Darwin, veían este tipo de mataderos a cielo abierto, como el de la obra, y les parecían una barbaridad, dado que, en Europa, los mataderos ya se habían desplazado del centro de las ciudades. Pienso que, en toda ficción fundacional, es la mirada del extranjero la que marca el paso, de la misma manera que España no sería la misma si Hemingway u Orson Welles no hubieran aportado su mirada sobre lo que aquí sucedía».
A451: Y, por si fuera poco, sitúas esta historia en un contexto tan complejo como el de la Argentina de los setenta…
S.F.: «He de confesar que, en un principio, pensábamos que hacer una película de época era algo muy complicado que nos podía llevar a caer en ciertos fetiches, pero esto cambia cuando lo que haces es trasladarte a una época en la que están intentando retratar otra época, como ocurre en el caso de esta película. Borges decía que cuando ves a un personaje de ficción dudando de otros, tú le crees inmediatamente, y por eso pensamos que, si abordábamos el rodaje, que fue un rodaje con muy pocos recursos, de esta manera, las dudas sobre nosotros quedarían en un segundo plano. Nuestra película no es de época, sino de épocas y creo que refleja el hecho de que ese mito fundacional tan sanguinario y fratricida con base en la lucha de clases sigue muy presente en el imaginario de un país como Argentina, cada vez más tensionado por las desigualdades sociales».
A451: ¿Y cómo se encara todo esto desde el punto de vista del productor?
José Alayón: «Uno de los grandes retos vino derivado de las complicaciones narrativas del proyecto y su repercusión sobre la puesta en escena. La película tiene algunas secuencias bastante complicadas que exigían un rigor muy grande en cuanto a dramaturgia y esto es algo que me gusta mucho y que me pone muy nervioso al mismo tiempo. Más que conseguir una determinada localización o un vestuario de época, lo más difícil ha sido encontrar la manera de construir este relato. Además, de todas las películas que he producido hasta ahora, esta ha sido de las más complicadas porque todos los coproductores tenemos un porcentaje parecido de entre el 20 y el 30 por ciento, lo que se traduce en que nunca hubo un líder que llevase la batuta, sino que éramos muchas personas que teníamos que ponernos de acuerdo sobre muchos asuntos distintos. Fue un proceso bonito, pero muy difícil y más en plena pandemia, lo que nos impidió reunirnos en persona y afectó también al rodaje, sobre todo en Córdoba (Argentina), un lugar en el que no habíamos rodado antes y en el cual, incluso, llegaron a decretarse confinamientos en ciertos momentos».
A451: ¿Tuvisteis que afrontar algún percance derivado del COVID?
J.A.: «Al principio, tuvimos algún que otro problema que nos asustó mucho, teniendo en cuenta que los cartuchos de los que disponíamos no eran muchos, ya que se trata de una película con un presupuesto muy pequeño, pero, por suerte, no sucedió nada grave».
A451: ¿Cuántas semanas duró el rodaje?
J.A.: «Fueron un total de seis semanas de rodaje en Argentina, junto con unos pocos días más de trabajo en Barcelona, lo que nos obligó a plantear un nuevo proceso de preproducción que, como no podía ser de otra manera, lo dificultó y lo encareció todo».
A451: ¿Cómo armasteis esa compleja relación con los demás coproductores?
S.F.: «Nos hicimos amigos de Mauro, que fue quien nos unió a todos, y luego, esto fue posible, también, gracias a Tània Balló, que ha hecho, por ejemplo, las películas de Andrés Duque, y es una buena amiga mía. En Argentina, otra amiga más me presentó a los productores argentinos y, después, ya el último en entrar fue Tonio Pita, el productor cordobés, que ha jugado un papel clave, puesto que nos ayudó a hacer todo el diseño del cortijo en el que rodamos, que estaba a cinco minutos del hotel en el que nos hospedamos, situado en una pequeña ciudad de ese horizonte infinito de tierra que es la Pampa argentina. Pues bien, resulta que Tonio fue mi profesor de montaje en la universidad, así que se puede decir que todo estaba conectado de alguna manera».
A451: ¿Tenías del todo claro que esta película tenía que rodarse en Argentina ya desde un principio?
S.F.: «Yo hice mi primera película, ‘Ich bin Enric Marco’, un documental sobre un impostor en los campos nazis, en España, pero siempre me rondaba una especial fascinación por Argentina y su literatura. Tenía ganas de rodar en Argentina, pero deseaba hacerlo con mis amigos españoles. Lo que no sabíamos es que el COVID nos lo pondría tan difícil».
J.A.: «En el 2019, logramos, junto con otro proyecto argentino, el apoyo de Eurimages, por lo que había que hacer esta película sí o sí. Además, en Cataluña apareció un fondo de coproducción que fue básico para sacar adelante esta película, por lo que se puede decir que, a pesar del COVID, hemos tenido mucha suerte. Ahora que vemos la película acabada, nos damos cuenta, más si cabe, de lo frágil que ha sido construir todo esto».
A451: Imagino que los derechos del libro ya se habían extinguido pero ¿Cómo ha sido el ejercicio de conectar las diferentes épocas?
S.F.: «Así es. ‘Matadero’ fue escrito en 1830, pero se publica en 1870, momento en el que su autor, Esteban Echeverría, ya ha muerto. Es una manuscrito que te quema las manos, y el editor que decidió publicarlo lo sabía bien, motivo por el cual incluyó una larga nota aclaratoria que censuraba este relato rebosante de violencia y resentimiento hacia Juan Manuel de Rosas, un tirano que acabó levantando al pueblo argentino en su contra. Es muy interesante comprobar hasta qué punto, en Argentina, la violencia es algo vinculado al campo y cómo, a su vez, la literatura funciona mejor en este país que cualquier otra cosa. Uno de los presidentes más recordados, el escritor Domingo Faustino Sarmiento, publicó un libro titulado ‘Facundo’ en el que esgrime que la violencia ejercida por las hordas de gauchos partidarios de Rosas era muy parecida a la violencia que aprendían en el campo cuando mataban a las vacas. Y lo más siniestro de esta historia es que el policía que trajo la tortura en Argentina con la traslación de la picana eléctrica de los mataderos a las comisarías es, precisamente, el hijo de uno de los poetas más célebres del país».
A451: ¿Cómo fue la confección del reparto internacional con profesionales y «no actores»?
S.F.: «Por ejemplo, quienes interpretan a los peones no son actores, sino los verdaderos empleados del matadero. Cuando les ves en escena, ellos están trabajando como si nada, ya que realmente son ellos en su día a día. Apostamos por contratar gente de Córdoba, mientras que los actores profesionales son de Buenos Aires y los dos intérpretes extranjeros, Lina Gorbaneva y Julio Perillán, vienen de Rusia y de Estados Unidos, respectivamente. Nos interesaba dar lugar a una mezcla de orígenes, procedencias y clases que tuviera que convivir en un mismo rodaje y así fue. Creemos que esto es algo que ha enriquecido mucho todo el proceso, puesto que tanto los actores como los que no lo son han aprendido mucho los unos de los otros. Pero, cuando se desata la violencia en la representación y vamos a parar hasta el edificio real donde se fundó la Alianza Anticomunista Argentina, una espantosa organización parapolicial que se dedicó a luchar contra la militancia de izquierdas a base de terribles torturas, te preguntas cómo deben representar esa violencia tus actores, ya que pueden evocarla o, directamente, replicarla».
A451: Al igual que lo fue en los setenta, esta historia sigue estando bastante vigente hoy en día…
S.F.: «Es muy interesante comprobar cómo la historia se repite y los ecos del pasado dejan una huella que pervive hasta el presente. Es imposible que una sola generación asuma una historia tan tensa y bestial como esta, motivo por el cual nos interesaba abordar diferentes épocas y reflejar cómo ese relato de ficción que bebe de lo que pasó realmente en su momento no deja de dar vueltas dentro del imaginario argentino».
A451: Estarás más nervioso a causa del estreno argentino que del español…
S.F.: «Así es. La película también llegará a las salas argentinas a principios de diciembre y espero que allí sea bien entendida nuestra intención permanente de ser cuidadosos y mantener un cierto equilibrio. Lucrecia Martel, una gran cineasta a la que admiro mucho, dijo que, a la hora de pensar el cine político, uno tiene que ser consciente de que no está del lado de los buenos. Uno nunca puede asumir que su mirada es la mirada del lado correcto, sino que tiene que dudar de sí mismo y empezar a trabajar desde esa fragilidad. No se escribe sobre buenos y malos, sino sobre hombres que se van quedando sin tiempo y, en consecuencia, empiezan a tropezar con buenas o malas decisiones y eso es lo verdaderamente interesante de la ficción, más allá de los malos y los buenos demasiado arquetípicos. El cine nos permite mirar el mundo para comprenderlo y no para juzgarlo».
A451: ¿Cuánto tiempo os llevó la postproducción de ‘Matadero’?
S.F.: «Podría decirse que la postproducción ni siquiera ha terminado una vez acabada la película. En marzo, se llevó a cabo una primera etapa centrada en el color y, hace apenas dos meses, volvimos a revisarlo todo, mientras que, en mayo, empezamos a trabajar en la mezcla de sonido. Eso sí, cuando uno ve la película en salas, se da cuenta de muchas cosas que puede que antes le hayan pasado completamente desapercibidas».
A451: ¿Cómo fueron las primeras reacciones del público en el Festival de Sevilla?
S.F.: «Estamos satisfechos porque nadie se fue de la sala a mitad de película, lo cual es un termómetro infalible. Sí que hubo un momento en el que nos dimos un codazo, preocupados, porque una persona se levantó y se fue, pero, por suerte, luego volvió. Esta película es un thriller en el que la gran tormenta se va a acercando poco a poco, y creo que ese tempo consigue mantener al espectador agarrado a la butaca hasta el final».
A451: ¿La película pasará por alguna plataforma tras estrenarse en cines?
S.F.: «Ojalá sea así, pero aún no lo sabemos. La gente de Begin Again Films es la encargada de trabajar este aspecto, así que puede que ellos sepan algo más que yo».
A451: A pesar de ser una historia muy argentina, parece que los europeos han hecho también suya esta película…
S.F.: «En Europa se han producido y siguen produciéndose luchas fratricidas muy similares a la de ‘Matadero’, que, al final, es una historia muy universal que se entiende bien en cualquier lugar. Aunque no conozcas el libro de Echeverría, es posible comprender sin mayor problema cómo fueron esos años setenta en los que los jóvenes de todos los rincones de este planeta soñaban con cambiar el mundo y proponer una utopía revolucionaria que hiciera posible un reparto más equitativo de la riqueza, algo, que por otra parte, cada vez está más lejos de ser una realidad. Todos esos grises y esa idea de hacer cine dentro del cine que da lugar a una serie de capas es lo que hace de este relato algo trasladable a cualquier país. Y es que, esta es, en cierta manera, una película muy barroca, porque, al igual que en ‘Las meninas’ de Velázquez, nosotros trabajamos mucho con el fuera de campo, un recurso que devuelve una mirada al espectador para hacerle pensar, sobre todo, en lo que no ve. Lo más horroroso de esta película reside en los agujeros que el público tiene que rellenar, puesto que no hay un miedo más primario para cualquiera de nosotros que el hecho de no poder darle forma a aquello que tememos».
A451: ¿Puedes adelantarnos algo sobre tus futuros proyectos?
S.F.: «La familia al completo estamos trabajando en una nueva película de Óliver Laxe que comenzará a rodarse en unos meses, en parte aquí, en España, pero también en otros lugares. Podría decirse que se trata de un proyecto que propone un retorno a los escenarios de ‘Mimosas'».