La tercera edición del Mercado de Cine Independiente (MERCI) de la Asociación de Distribuidores Independientes Cinematográficos (ADICINE), que se celebrará hasta el 27 de octubre en la 68ª Seminci, ha concedido el segundo Premio MERCI en un histórico del cine español, fundamental a partir de los años 70 del siglo pasado y la primera década de este siglo: Enrique González Macho, productor, distribuidor y exhibidor, propietario de Alta Films y de los Cine Renoir.
Nacido en Santander en 1947, Enrique González Macho se inició en el mundo del cine como meritorio de producción en la película de José María Elorrieta, ‘SOS Invasión’. En 1976 adquiere la compañía Alta Films, empresa propietaria de los cines Renoir, que convertiría en la meca del cine en versión original en España. Durante décadas, Alta Films fue una de las distribuidoras más importante de cine independiente. González Macho coge hoy el testigo de otro personaje histórico como Juan José Daza, primer premiado por ADICINE el año pasado.
“Recibir este premio tras Juan José Daza, que es como la biblioteca nacional de cine, es un honor. Me ha encantado el MERCI, por lo que tiene de acercamiento de todas las partes de la industria, para mí lo más importante es esa conjunción. Esto es un barco en el que estamos todos y no tenemos por qué estar enfrentados”, ha confesado el premiado durante el encuentro celebrado en MERCI, en en que ha conversado con uno de los responsables del evento de industria de Seminci, Fernando Lara.
El propietario de los cines Renoir ha asegurado que su verdadero amor en el mundo del cine es la distribución, a pesar de haber tocado todos los palos como la producción, la exhibición e incluso la presidencia de la Academia: “Siempre me preguntan sobre lo qué más me gusta de lo que he dedicado mi vida si la producción, la distribución o la distribución y siempre contestaba que la distribución y nadie lo entendía. Nadie entiende que prefieras eso a ser productor o a tener muchos cines.”
González Macho argumenta esta elección calificando la distribución como el trabajo más apasionante de la industria: “Considero la distribución la parte más apasionante y bonita del cine. En el mundo se producen cada año 9.000 películas y son los distribuidores los encargados de canalizar esto hacia el público y es muy difícil hacer una selección con tanto contenido. Son los que deciden fundamentalmente que una película exista para el público”, afirma sobre esta profesión que considera maravillosa y peculiar: “Es un trabajo maravilloso que siempre trabaja con prototipos y creo que hay pocas industrias que trabajen solo con prototipos. No existen dos películas iguales, un distribuidor nunca distribuirá dos películas iguales, es imposible, pueden ser parecidas, pero nunca iguales.”
También considera que un buen distribuidor debe apostar por todo tipo de cine, sin hacer distinciones de género, nacionalidad…: “Tienes la posibilidad de orientar tu labor hacia un cierto tipo de cine, aunque yo soy partidario de distribuir todo tipo de cine, tanto el de Martin Scorsese como el de Santiago Segura. Si un distribuidor critica a Santiago Segura es idiota, si fuera francés tendría un monumento debajo de la Torre Eiffel. Si cuatro millones de personas ven su película no puedes tacharlos de tontos, si dices eso, el tonto eres tú. El distribuidor tiene la posibilidad de decidir.»
A pesar de decantarse por la labor de distribución y reivindicarla, también advierte que no todo es un camino de rosas, más bien lo contrario: “Hay una gran parte de sufrimiento, a veces aciertas, pocas veces, y cuando lo haces es todo maravilloso y cuando no aciertas, te quieres dedicar a otra cosa. Pero este mundo es así y tiene que ser así, el fracaso forma parte de este juego. Somos unos privilegiados porque podemos ofrecer aquello que entendemos que es lo mejor para el público y, repito, sea Scorsese o Segura. Quiero reivindicar la función del distribuidor.”
Sin embargo, el que fuera líder de Alta Films y Alta Classics cree que los distribuidores también pueden ser muchas veces los principales responsables del fracaso de las películas en los cines: “No se puede echar siempre la culpa a la película, muchas veces los responsables de que un título no se vea somos nosotros, porque lo hemos hecho mal”.
Fernando Lara ha preguntado al productor, distribuidor y exhibidor sobre sus inicios en el mundo del cine donde, como en tantas ocasiones ha sucedido, llegó por casualidad: “Nunca tuve la vocación de trabajar en cine, jamás, fue una coincidencia. Entré en un rodaje de meritorio y aquello me gustó e hice todo lo posible para ir subiendo escalones. Entonces, en la época del sindicato vertical, subías por cuestión de tiempo, no porque lo hicieras bien o mal. Hacías cinco películas de meritorio y pasabas a ser auxiliar, otras seis películas de auxiliar pasabas a ayudante y siete películas de ayudante te convertían en regidor… y así sucesivamente hasta que llegabas, en mi caso, a jefe de producción, fueras bueno o malo. Fui el jefe de producción más joven de España, pero no me dieron el carnet porque era un poco ‘rojeras’. Así, un jefe de producción del sindicato firmaba por mí, cobraba y me daba la mitad de su sueldo, todo legal.”
Pero su obsesión por conocer todos los entresijos del negocio no se quedó ahí y le llevó a investigar en otras áreas de la cadena de valor del cine: “Siempre me ha gustado ir al fondo de las cosas y empecé a interesarme por otros campos como el montaje, con Pedro del Rey, el montador de Buñuel, y también en el doblaje, con Molinero, en los estudios Cinearte. Profundicé mucho en el doblaje, teníamos los mejores dobladores del mundo, eran excelentes profesionales y magníficos jugadores de póker. Después empecé interesarme por el mundo de la distribución, donde hice de todo. Las películas se compraban en función del precio, si eran muy caras eran buenas o eso pensaban, porque había otras estupendas baratas que no compraban porque eran baratas y bajo su criterio debían ser malas. Es cierto que entonces las películas eran más fáciles de amortizar. Junto a algunos socios monté la distribuidora Cinema 2000 SA, pero a mi me gustaba un tipo de cine que a otros no. Empezamos muy bien con algunos éxitos como ‘Me siento extraña’. Finalmente la distribuidora quebró y tuve que hacerme cargo.”
Su etapa más recordada es sin duda en la que estuvo al frente de la mítica Alta Films desde donde ejerció como distribuidor, también como productor y como exhibidor en los Cines Renoir que todavía gestiona: “Alta Films fue una distribuidora como cualquier otra, unas veces nos fue bien y otras mal, pero lo esencial en este trabajo es no creérselo nunca, tener los pies en el suelo.»
González Macho observa actualmente un déficit en la cartelera de cine independiente y de autor y es la ausencia de producciones iberoamericanas: «Ahora en el sector creo que hay un problema, porque yo no veo cine iberoamericano desde hace cinco años y no creo que los directores iberoamericanos hayan desaparecido. A mí me fue siempre muy bien con el cine iberoamericano. No creo en la especialización salvaje, pero creo que todos los mercados pueden funcionar bien si se trabajan bien, yo con el cine ruso es con el que más dinero he ganado y nadie se lo cree, pero es verdad. El público es muy exigente y va a simplificar. Yo fui de los primeros en poner las críticas para promocionar, aunque fueran malas, pero de gente que sabía escribir y tenía criterio”.
Precisamente la buena crítica cinematográfica con profesionales formados y con criterio es otra de las carencias que encuentra el alma de Alta Films en el panorama actual: “Los críticos de antes eran creadores de opinión y cuando la crítica era buena se notaba en la taquilla y ahora nadie mueve nada. No hay creadores de opinión y los críticos no tienen el nivel de antes y eso es un problema para la distribución independiente.”
A pesar de todo, el expresidente de la Academia de Cine es optimista sobre la vuelta de los espectadores a las salas, aunque siempre con el producto que se proyecta en la pantalla como bandera: “Creo que hay que ser optimista, el público va a volver a las salas pero no con la promoción que hacemos ahora. No podemos atraer a los espectadores diciendo que van a sentarse en la mejor butaca del mundo y que van a escuchar el mejor sonido del mundo, eso se tiene que dar por hecho, lo importante es el contenido, las películas, el resto es añadido. He visto los mejores cines del mundo vacíos y otros como cajas de cerillas, llenos. Insisto, lo importante es la película, lo demás añadidos”.
En cuanto al cine español, también se muestra optimista, aunque le anima a ser más ambicioso y no solo apostar por un tipo determinado de películas: “El cine español lo veo bien pero no por todo eso de las nuevas generaciones de directores. En el cine español se están produciendo unas películas buenísimas que defenderé toda mi vida, películas independientes, pequeñas, que luego son muy grandes, pero que no pueden ser la base del cine español. El cine español no puede basarse solo en películas magníficas como ‘Cinco lobitos’ o ‘Alcarràs’ porque entonces solo estamos haciendo un tipo de cine, ojo, que yo defenderé siempre porque es estupendo y está hecho con talento, pero debe ser un paso. Hay que aspirar a hacer otro tipo de cine más ambicioso, como puede ser ‘As bestas’ que es otro tipo de cine, la película media española de toda la vida que siempre ha funcionado. Creo que hay más dinero que nunca, aunque siempre falte, y hay mucho talento. Hay que tener claro que en el cine son muchos los llamados y pocos los elegidos, yo creo en esto, pero es un negocio muy complejo”, concluye Enrique González Macho, segundo Premio MERCI.