María Ribas Vicens dice que lo suyo y la animación, y más concretamente lo suyo y la animación stop-motion, campo al que se dedica desde hace más de una década, fue una casualidad. Esta ibicenca recuerda que cuando acudió a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia iba pensando en pintar. Pero allí se metió de casualidad en una de las muchas clases que daban en un centro que ofrece múltiples opciones en el campo de las artes plásticas y de ella salió diciendo eso de “¡madre mía, esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida!”.
Lo que parece innegable es su apego al mundo de las aves, especialmente al de los pollitos y las gallinas, aunque esta es una relación de la María no se había dado cuenta hasta su trabajo como animadora en ‘Chicken Run: Amanecer de los Nuggets’, la esperada secuela de ‘Chicken Run: Evasión en la granja’ (2000) de los estudios Aardman. Ya cuando se graduó en Bellas Artes allá por 2013, le dedicó un cuento infantil ilustrado a su sobrina que acababa de nacer titulado Quieto, el pequeño pollito. Y aunque solo tenía unos diez años cuando se estrenó el primer ‘Chicken Run’, Ribas recuerda que las aventuras de Wallace y Gromit, especialmente el cortometraje ‘Los pantalones equivocados’ (1993), eran una constante en su televisor, donde el VHS de entonces lo veían en familia una y otra vez. “Mi padre especialmente, que encima era un enamorado de las películas de fugas, cuando vio que ‘Chicken Run’ iba de eso, pero para toda la familia, se emocionó. Recuerdo como cada dos por tres me decía ‘¿te acuerdas de la de las gallinitas? ¡Qué buena era esa película!’” Desgraciadamente su padre falleció hace varios años y no ha podido ver que su hija es ahora parte fundamental en esta nueva aventura de las “gallinitas”, alguien clave especialmente en las escenas de acción protagonizadas por Babs, el ave que siempre encuentra un buen uso para sus agujas de tejer. Pero en su nicho tiene acompañándole una de estas aves con las que tanto disfrutó la familia Rivas, un eterno recordatorio que le ha dejado allí su hija, la misma que cada vez que va a visitarle le dice traviesa “¿te acuerdas de las gallinitas? Estoy trabajando con ellas”.
“Fue algo increíble cuando me llamaron para que participara en ‘Chicken Run: Amanecer de los Nuggets’ como animadora. Estaba que no cabía en mi de ilusión”, afirma en una entrevista por zoom con Audiovisual451 sin que su sonrisa haga dudar de sus palabras. Este no es su primer trabajo para los estudios Aardman, con los que comenzó a colaborar en ‘Cavernícola’ (2018). Su primer contacto con el estudio surgió en un curso de animación y de ahí la fueron llamando para diferentes proyectos y en diferentes capacidades hasta ser una de las animadoras de esta secuela a la película más taquillera de la historia de la animación stop-motion. “Para mi, el hecho de que se haya retrasado tanto esta secuela ha sido una suerte porque de haberse hecho antes no habría estado preparada como animadora”, admite. Lo suyo ha sido estar más que preparada porque como recuerda, a los animadores les hacen un casting parecido al de los actores, para asignarles el trabajo. “No es que hagamos un personaje específico, pero así saben tus gustos, tus puntos fuertes”, explica alguien a quien le gustan los planos más dinámicos. En lo que respecta a personajes, su preferida es Babs porque siempre está tejiendo, como ella. “Por eso hice el casting con un test de Babs, grabándome a mi misma, buscando referencias en Wallace y Gromit, en la anterior película”, detalla. El resultado no pudo ser mejor: “siempre que venía alguien a los directores con algo de Babs le decían ‘María hizo este test, pregúntale a ella cómo lo hizo’ ¡Me preguntaban animadores con 20 años de experiencia!”
Ahora su base de operaciones es Bristol, donde los estudios Aardman tienen su sede. Una casa en la que ya no entra ni una oveja ni una gallina más porque María tiene todo el merchandising del mundo de las películas de Aardman en las que ha trabajado. En el stop-motion no cabe el teletrabajo. Por eso para María la mejor manera de describir el día a día durante el rodaje de ‘Chicken Run: Amanecer de los Nuggets’ es como un trabajo muy colaborativo. “Te asignan un decorado, para hacer todos los planos de ese tiro de cámara. Te lo dan todo preparado, el director de arte prepara el decorado, el departamento de puppets prepara los muñecos, el director de luces y el de cámara hacen un prediseño de cómo va a ser el plano y sobre eso vienen Sam o Jeff y te comentan lo que tienen pensado”, detalla. Sam Fell es el director y Jeff Newitt es el codirector. El primero siempre con la vista puesta más en lo emocional en el acting, mientras que Jeff era mucho más técnico. “Con eso hacía un primer blocking, un ensayo, una propuesta hecha mucho más rápida. Si el plano (se rueda) a doses o a unos (fotogramas), eso lo hacía a cuatro o seises. Así hacía un primer pase para que lo vea el director y me de las correcciones. Y una vez que tengo luz verde empiezo pasito a pasito, movimiento a movimiento, con el target de hacer unos cinco segundos a la semana”, explica.
El procedimiento no ha cambiado mucho de una película a otra, comenta María. A diferencia de otros estudios, en Aardman les gusta mucho que se vea el trabajo, tanto el de María como el resto del equipo, que se note que hay una persona detrás. “Que se vean las huellas. En esta película insistían mucho en que limpiáramos cada escena, que no se vea polvo, pero que se vean las huellas. Algunas veces hasta volvíamos a apretar un poquito para que se viera. El proceso ha ido evolucionando. Ahora hay impresoras 3D. Las estructuras que antes se hacían con una pieza que se iba labrando ahora se imprimen en 3D y luego las cubres. Pero las cabezas, todo lo que sea de expresión, facial, o las manos, a veces son de silicona, pero si necesitamos un gesto especial entonces son de plastilina. Que se note que hay una persona detrás de esas caras Aardman que se caracterizan por esa uniceja tan expresiva, la salchicha cómica que se llama. En Aardman les gusta el rollo cartoon. Otros estudios de stop-motion se han pasado a hacer la cara completa, buscan algo más naturalista, mientras que a nosotros nos gusta que se vea que es artesanal, que es plastilina. Que se vea que hay una persona detrás que la está modelando. Es un estilo muy bonito y agradecido”, detalla.
Bueno, Ribas ha puesto el dedo en la llaga porque, hablando de plastilina, ¿qué hay de cierto en que en Aardman se están quedando sin el Newplast con el que hace sus películas? “Yo también aluciné -se ríe del último escándalo-. Nos empezaron a llegar esos rumores a nuestro grupo de WhatsApp y nos quedamos con el ojo cuadrado ¿Falta plastilina? Yo como animadora tengo acceso a bandejitas de cada color, color Gromit, color Wallace, y nadie nunca me ha dicho que no coja”. (Aardman tuvo que publicar un comunicado tranquilizador aclarando que aún queda “una gran cantidad de arcilla para modelar para su uso en esta producción y en producciones futuras”).
De lo que hay mucho y bueno en Aardman es de españoles. “Hay muchísimo talento español -confirma María-. En Bristol somos un grupo grande de animadores españoles, Arnau (Godia Montesinos), Raul Egía, María Moreira, Adrián Piqueras; en arte María Collado… somos un grupo grande al que nos aprecian mucho en Inglaterra”. La lista es más larga pero donde se queda corta es en su reconocimiento en España. No a su talento sino como industria. A María le va la marcha, pero si la animación es una profesión nómada de por si, en el caso del stop-motion el trabajo fuera de España sigue siendo obligado. Pocos como Sam Orti o Pablo Llorens (“o ahora Arnau que ha vuelto y va a intentarlo desde allí”, señala Ribas) trabajan de forma continuada en stop-motion en España. “Es complicado. Aquí tienes trabajo constante y puedes hacer una carrera, vivir de esto. Pero en España veo que les cuesta muchísimo sacar una producción adelante. No hay infraestructura detrás, no hay financiación. Especialmente stop-motion, es muy costoso si quieres hacer algo a nivel profesional. Y no da para alimentar a todo el talento que hay en España. Por eso me he tenido que mudar aquí. Al principio iba y venía, pero Aardman es el estudio más grande del mundo en stop-motion y me dan trabajo de manera continua”, reconoce la animadora que en sus redes sociales deja entrever un interés por lo que hacen otros estudios de la talla como Laika en Estados Unidos.
Ante este panorama, ¿qué consejo puede dar a las nuevas generaciones que como ella un día se sorprendan, se enamoren y se queden prendadas de esta técnica cinematográfica? “Qué cojan un poco de plastilina y que se pongan a modelar. Ahora se pueden bajar cualquier tipo de aplicación, coger una cámara y empezar a mover cosas, canicas, personajes. Lo más bonito del mundo es coger un objeto inanimado y empezar a moverlo. Ver cómo empieza a coger personalidad y que lo que era un trocito de plastilina ahora es Paquito Veloz o Quieto, el pollito -se ríe de su propio personaje-. Que prueben todo lo que puedan. Porque hay que probar las cosas. Animar es practicar, mirar referencias, practicar, probar, seguir practicando. Volver a probar. Igual de esa manera entras un día en una clase y descubres que es lo que quieres hacer en la vida”, remata.