Javier Rebollo (‘La mujer sin piano’, El muerto y ser feliz’) ha presentado a concurso en la 69ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), ‘En la alcoba del sultán’, coproducción franco-española, una declaración de amor a los orígenes del cine, que se estrenará en salas el próximo 15 de noviembre.
‘En la alcoba del sultán’, inspirada libremente en la vida de Gabriel Veyre, operador de cámara de los hermanos Lumière, se define como “una película internacional de aventuras, amor y fantasmas que habla del cine, la ciencia y el arte; una cinta poética rodada en 35 milímetros que evoca visualmente al cine más clásico de aventuras y contiene la musicalidad y comicidad corporal más propia del cine mudo”.
Paraíso Production (Nathalie Trafford), Sideral (Roberto Butragueño), Eddie Saeta (Lluís Miñarro) y Noodles Productions (Jérôme Vidal) se han unido para esta producción que cuenta con la colaboración del Centre National du Cinéma et de l’image animée (CNC), (ICAA, ICEC y de Eurimages, con el apoyo de Creative Europe – MEDIA Programme de la Unión Europea.
El guion ha sido escrito por el propio director junto a Luis Bértolo. El filme de Javier Rebollo recibió 160.017,60 euros en las ayudas selectivas del ICAA del año 2019, como proyecto de especial valor cinematográfico y 150.000 euros de Eurimages.
Desde la producción, el llevar a cabo el proyecto ha sido una aventura de años y no exenta de dificultades. La productora Nathalie Trafford (‘Lèa’, ‘El telón de azúcar’, ‘Machuca’) de Paraíso Production ha relatado que “esta película se tenía que rodar en Fez, en Marruecos, que es donde se ha escrito durante muchísimos años. Teníamos localizados unos palacios maravillosos, así como un equipo de rodaje y un productor ejecutivo marroquíes, pero a tres días de empezar nos convocaron las autoridades locales para decirnos que no podíamos rodar allí, porque no permitían hacer una ficción sobre un sultán marroquí. Así que nos fuimos a Túnez, donde nos recibieron de brazos abiertos”.
La productora ha señalado que el proyecto le llegó en Colombia, que es donde conoció al director hace unos cuantos años. “Coincidimos juntos en un evento cinematográfico y en seguida simpatizamos, me habló de un proyecto sobre cámaras oscuras, sobre Gabriel Veyre, y yo había trabajado también sobre eso, con un fotógrafo, y a los pocos meses quedamos, llegó con cuatro líneas y ahí empezamos, además de que me pareció muy interesante hacer este proyecto desde Francia, porque Gabriel Veyre es muy desconocido como figura en Francia y la verdad es que este país nos ha apoyado mucho para hacer esta película, hemos ganado todas las ayudas que podíamos ganar ahí”, ha señalado a lo que el cineasta ha agregado que ella también se ha incorporado a la escritura; “es una productora que también escribe”, ha resaltado.
Por su parte, Luis Miñarro, de Eddie Saeta, ha hecho hincapié en que “ha sido una aventura de años. Para mí, es realmente casi un milagro que estemos hoy aquí después de todo lo que ha pasado. Pero Javier es alguien que siempre ha priorizado el arte cinematográfico y ha solventado todo lo que parecía imposible de solventar. La película ha salido adelante gracias a su impulso fílmico y creo que ha sido mejor de lo que había imaginado antes”. Roberto Butragueño, de Sideral, ha declarado que “llevo siendo amigo y trabajando con Javier bastante tiempo, en alguna de nuestras conversaciones surgió el proyecto, me llamó mucho la atención esta locura, creí poder ayudar y quise ayudar, y así entré”, pero ha dejado claro que aún están financiando el proyecto, por lo que “estamos abiertos a propuestas”.
‘En la alcoba del sultán’ traslada al espectador a los orígenes del cine en los albores del siglo XX a través de la historia del pionero francés Gabriel Veyre, quien acepta la propuesta del Venerable Sultán y desembarca en el imaginario País de Nour para llevar a Oriente los misterios del cinematógrafo. Javier Rebollo propone una mirada al pasado, en forma de ensoñación, sobre las primeras aventuras que acompañaron al séptimo arte, cuando este se movía entre la ciencia y la ilusión.
Sobre la génesis del proyecto y su descubrimiento de la figura de Gabriel Veyre, Javier Rebollo ha revelado que “la película me encontró a mí, no yo a ella, conocí a Philippe Jacquier, heredero de Gabriel Veyre y él me abrió su corazón y sus archivos, además de que me dio acceso a la memoria que estaba literalmente escondida en un armario; Veyre sigue siendo muy desconocido, aunque hay que resaltar que es más desconocido en Francia que en México y, desde que escuché hablar de él, me quedé con ello. Después sólo tuve que mantener mis oídos abiertos y escuchar a este hombre maravilloso”.
El realizador madrileño ha puesto el ojo como referentes a los Lumière, Georges Méliès o Buster Keaton, pero también al mundo de los tebeos y “Las aventuras de Tintín”, como símbolos de la importancia que tiene la fantasía en su obra. “Para llegar a la verdad hay que mentir un poco, toda biografía tiene mucho de ficción y, a su vez, la ficción tiene mucho de realidad; muchos ‘biopics’ que están basados en hechos reales me resultan falsos y esta es una obra que abraza la fantasía, que entiende que la imaginación es muy importante para acceder a la verdad”, ha dicho y añade que “la película trata mucho del gesto de los actores, algo que procede del cine mudo, y del tebeo, también”.
La actriz Pilar López de Ayala ha profundizado en esta idea, apuntando que le encantan los personajes sin texto porque requieren una mayor expresividad. “El cine no deja de ser un medio que se cuenta a través de la imagen, ya sabía de las dotes de improvisación de Javier y que yo no tenía que llevar nada demasiado armado; él me pasó textos y cartas y, por supuesto, hubo un trabajo previo a partir de ese material, pero todo acabó construyéndose sobre la marcha, con mucha disposición y flexibilidad en el set, tratando de entender lo que se requería en cada momento”.
Al respecto, Rebollo ha contestado que Pilar López de Ayala encarna este espíritu de los actores clásicos, que eran como un emblema de sí mismos. “Eso es gracias a su ingenio, su belleza y, sobre todo, su bondad. Para hacer cine es necesario ser buenas personas; no hay que ser como Kubrick; el amor es lo más importante para el arte y para la vida, y ese amor estaba en la obra de Gabriel Veyre”.