“España sigue siendo una potencia cultural y la cultura puede cumplir un papel esencial en el cambio político y de modelo de crecimiento, pero no está teniendo el apoyo debido de las administraciones públicas”, con estas palabras Nicolás Sartorius, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas, condensó en estas palabras las propuestas de recuperación contenidas en el II Informe sobre el estado de la cultura en España, cuyo título, La salida digital, aventura un irremediable panorama en que, a juicio del consenso de expertos participantes en el documento, “las políticas públicas serán más necesarias que nunca”.
El estudio, editado por el Observatorio de Cultura y Comunicación de Alternativas (OCC), presenta una detallada radiografía de un sector en crisis que adolece del suficiente apoyo de las administraciones públicas y que ha sido desatendido por la acción legislativa y fiscal en este proceso de transición digital, pero también supone una fundamentada y diferenciada batería de propuestas y alternativas dirigidas a conservar el talante de potencia cultural de España y a hacer que la cultura desempeñe un papel esencial en el cambio político y de modelo de crecimiento.
Coordinado por Enrique Bustamante,catedrático de laUniversidad Complutense, y Fernando Rueda,director del OCC, el informe reúne a una quincena de autores expertos en cada campo que concluyen unánimemente que la cultura española está sufriendo duramente por la crisis económica y el desplome de las políticas culturales, aunque se han dado pasos importantes hacia la transición digital que permiten albergar serias esperanzas de salida en el futuro. Con propuestas concretas que complementan las esbozadas en 2011, los diversos capítulos coinciden en reclamar una nueva política pública imprescindible, orientada a la diversidad y al futuro digital.
Manteniendo siempre su perspectiva central sobre la diversidad cultural en consonancia con la doctrina de la UNESCO, el informe realiza primero, un análisis sistemático de las fortalezas y debilidades de nuestra cultura y nuestras industrias culturales (artes escénicas y museos, libro, disco, audiovisual) y creativas (creatividad publicitaria), calibrando al mismo tiempo su sostenibilidad económica y sus retos actuales. En la segunda parte del ICE 2014, se abordan en profundidad estudios transversales sobre cuestiones axiales de la cultura española, como el empleo o el consumo digital, el papel de la cultura en las relaciones internacionales y de cooperación de España hacia el exterior, o el panorama actual de las plataformas digitales culturales españolas en todos los campos.
“En el terreno del consumo de bienes o servicios culturales, las cifras oficiales muestran una caída de 17.000 millones de euros de 2008 a 12.000 millones en 2013, con un descenso acumulado del 28 por ciento”, explicó Fernando Rueda, en la presentación y debate celebrados en el Círculo de Bellas Artes. “El gasto en cultura per cápita habría caído de una media de 372 euros en 2007 a 265 en 2014, un 24 por ciento en su conjunto, en un 31 por ciento por hogar y en un 26 por ciento por persona”, agregó. Desde el inicio de la crisis ha habido una caída del 30 por ciento en las representaciones escénicas, con un -34,3 por ciento menos en la asistencia y un 24,7 por ciento inferior en la recaudación, recoge el informe. Los descensos son todavía mayores en la industria fonográfica (un 56,2 por ciento menos), en la cinematográfica (una caída de 19, 2 por ciento de sesiones, una caída 28,9 por ciento en asistencia. “En cambio, sobresale el incremento notable del consumo de cultura gratuita, más de un 7,5 por ciento en televisión (hasta el récord de 244 minutos por día e individuo) y de 6,7 por ciento en la radio«.
En el capítulo del consumo cultural digital, los autores centran su atención en el apoyo de las administraciones al desarrollo de espacios de la innovación en lo digital, frente a la tendencia a imitar modelos ya establecidos a través de la promoción de startups y de plataformas propias y no cerradas y en el proceso de adaptación legislativa al entorno digital, en sinergia con el mercado único digital europeo.
La facturación de los contenidos digitales en España alcanzaba ya en 2011 los 8.500 millones de euros, según datos reflejados en el informe. Las tecnologías móviles han revolucionado la manera en la que se accede a contenidos. Según el Estudio General de Medios (2013-2014), solo un 3,4 por ciento de los mayores de 15 años fue al cine durante ese periodo, frente al 58,5 por ciento accedió a Internet. Un 53,8 por ciento escucha música online (sin descargar), un 48,1 por ciento consulta la cartelera de cine a través de Internet, un 41,8 por ciento ve televisión online, un 41,4 por ciento películas… un 15 por ciento descarga podcasts.
Para el sector editorial no es muy diferente y la digitalización está cambiando los hábitos de lectura de la sociedad española. Así, se ha producido un aumento del formato digital si bien en 2013 se produjo un descenso en la edición digital de un 5,4 por ciento, a la vez que disminuyen los contenidos publicados en formato papel. Sin embargo, el aumento de hogares con acceso a Internet se ha frenado en 2014, aumentando en cambio la disponibilidad de teléfonos móviles, según refleja el estudio. Con respecto a 2010 se ha triplicado la proporción de personas que han descargado mediante pago libros, vídeos o música. El libro electrónico es el que experimenta una evolución más positiva, situándose a la cabeza de la descarga pagada.
Durante el periodo estudiado, el número de empresas culturales ha disminuido desde las 112.000 (2008) a 108.000 (2013), es decir unas 4.000 entidades menos. El empleo habría descendido en unas 106.000 personas, de 591.200 (2008) a 485.300 (2013). La pérdida de empleo constante en el empleo cultural fue entre 2008 y 2012 de más del 21 y la situación laboral del empleo cultural ha pasado del 20 al 30 por ciento de no asalariados (autónomos, autoempleados). Es así que los autores proponen diseñar una nueva regulación laboral específica que atienda a las peculiaridades del sector, así como una mejor regulación del trabajo voluntario y colaborativo y acciones de fomento de la pluralidad de asociaciones y organizaciones del tercer sector.
Cierra el contenido del ICE 2014, como en 2011, una encuesta original y sistemática de 54 preguntas realizada on line con un centenar de agentes culturales españoles de todos los sectores, cuya realización permite efectuar ilustrativas comparaciones de sus percepciones durante estos tres años transcurridos. Su síntesis queda expresada por una nota media de 4,5 para la cultura española (frente al 5,1 de 2011), es decir un suspenso alto frente al aprobado raspado de entonces. En particular, las caídas más pronunciadas de calificación y el top ten inverso, de notas más bajas se centra en las cuestiones relativas a las políticas públicas culturales internas y de proyección y cooperación internacional, mientras las puntuaciones más optimistas recaen en la respuesta al reto digital y en el papel de las pymes en los nuevos escenarios. Sobre el IVA cultural y el mecenazgo, los agentes culturales expresan un pesimismo realista pronunciado.
En el apartado dedicado al cine, elaborado por José María Álvarez Monzoncillo y Javier López Villanueva, se explica que a pesar de que las ayudas públicas, tanto nacionales como autonómicas, y las inversiones de las televisiones en la industria cinematográfica se han reducido a la mitad, los espectadores del cine español se han mantenido, incluso han alcanzado record de cuota de pantalla en 2014. La sangría general de la última década habla de una pérdida de 40 millones de entradas,pero el cine español tiende a mantener cerca de 20 millones de espectadores al año.
Desde que empezó la gran recesión, la financiación se ha dividido por dos, lo que se traducido hasta 2013, en menos películas rodadas con presupuestos cercenados. Dos claves que lastran la competitividad del cine español y dificultan conseguir su gran asignatura pendiente: la salida a los mercados internacionales.
De forma paradójica, la pérdida de espectadores casi no se refleja en la recaudación ni en la desaparición de salas de exhibición. Esto se debe a un aumento constante del precio de la entrada, aunque estimamos que la mitad de las salas actuales tienen muy difícil completar con éxito la transición digital. La falta de ayudas públicas para su reconversión,y el poder de las distribuidoras las han dejado en una situación muy precaria.
No obstante, con datos provisionales, el 2014 ha sido un año positivo para el cine en España, con un incremento en el número de espectadores del 14% respecto a 2013, pero muy lejos de los 137,5 millones del año 2010. Este incremento en la afluencia de público ha provocado un aumento en la recaudación del 5% respecto al año anterior cerrando el 2014 con 522 millones de euros, aunque aún lejos de incluso de los 640 millones de recaudación de los años de la crisis, sin contar 2013. Esto, debido a la disminución en 2014 del precio medio de la entrada de cine. Cabría observar en adelante si se trata de cambio de tendencia, o bien de una excepcionalidad.
Cabe destacar que durante 2014 la cuota de pantalla del cine español ha marcado una cifra record al alcanzar el 24,9%, concentrada principalmente, tanto el número de espectadores como en recaudación, en cuatro películas: ‘8 apellidos vascos’ (con cerca del 50% de la recaudación total del cine español); ‘El Niño’, ‘La isla mínima’ y ‘Torrente 5’.
Por otra parte, las televisiones públicas y privadas han reducido a la mitad sus inversiones cinematográficas, pues sus ingresos publicitarios se han hundido y las subvenciones no han podido más que mantener los costes fijos de los entes públicos. En concreto, en 2011 y 2012 las operadoras destinaron 98,8 y 75,8 millones de euros al cine en español, respectivamente. El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte también ha reducido a la mitad sus ayudas al cine español, las cuales ya se encuentran por debajo de los 40 millones de euros.
Lo mismo ha pasado con las Comunidades Autónomas, pues han reducido sus subvenciones anuales de 40 a 20 millones de euros. Todo esto ha provocado una reducción importante del número de películas producidas (en la actualidad, en torno a las 100 anuales cuando antes se rodaban cerca de 200). Pero lo más importante es que la mayor parte de las mismas tienen una producción artesanal que las deja fuera de los circuitos comerciales. Según nuestras estimaciones, con los datos del ICAA, las películas de los nuevos realizadores tienen un coste medio de 1,1 millones de euros, cantidad que se duplica para el resto de filmes. Ahora bien, estos últimos tienen una alta desviación típica, pues un tercio de los mismos cuestan cerca de 4 millones de euros, y casi dos tercios se ruedan con poco más de un millón de euros. No podría ser de otra manera cuando la inversión se ha reducido a la mitad.
Cerca del 25 por 100 de las películas españolas nunca se estrena en los cines. Sin una salida en salas es difícil que una película genere suficiente atención tanto de los medios tradicionales como de las redes sociales. Esto hace que su demanda para futuras plataformas sea escasa. Ahora bien, de las estrenadas, la mayoría no tiene verdaderos planes de amortización y promoción.
En cuanto a la televisión en abierto el informe señala que se encuentra ante una doble tesitura: por un lado se produce un desmoronamiento de sus recursos (subvenciones públicas y publicidad); por otro, aumentan las incertidumbres que crea la televisión conectada. A grandes rasgos, los ingresos de la televisión se han reducido un 40 por 100. La partida que más se ha reducido ha sido la publicidad ya que ha pasado de los 3.467 millones de euros de 2007 a los 1.821 millones de 2013. El recorte de las subvenciones públicas (con el cierre de algunos canales como Canal 9, de la Generalitat Valenciana), hacen que solo sea factible mantener los costes fijos, lo que deja al albur la inversión en producción y las estructuras previstas para hacer el cambio hacia una televisión fragmentada entre canales generalistas y temáticos derivada del desarrollo de la TDT. Por el contrario, las cuotas de abono de la televisión de pago se han estabilizado, lo que empieza a dar a estos canales una importante ventaja competitiva a la hora de obtener derechos de emisión.
En 2012 se destinaron 5,2 millones de euros a películas para televisión y miniseries en español, en 2011 se dedicaron 15,9 millones y 20,8 en 2010. En cuanto a las series en español la cifra disminuye a 89,6 millones de euros en 2012, frente a los 102,8 de 2011.