Un país estrecho y alargado, a 13 horas de vuelo de Madrid, en la otra punta del mundo. Exactamente ahí, en el quinto pino, es donde los productores españoles pueden encontrar socios para cine y televisión, por muy increíble que parezca. Chile ha entendido que el sector audiovisual puede enriquecer la economía y la sociedad y tiene las puertas más que abiertas para coproducciones.
Así lo dijo Écija Abogados en un desayuno celebrado en su sede de Madrid el pasado jueves 23 de abril, con la presencia de Lorena Sepúlveda, representante de ProChile en España, la entidad encargada de fomentar el comercio en el país latinoamericano más europeo. El bufete ha abierto recientemente una oficina en Chile con Franz Ruz a la cabeza, con la intención de asentarse en los próximos dos o tres años y de expandirse desde ahí a toda América del Sur. Chile parece ser una buena puerta de entrada para darse a conocer en otros países del subcontinente.
Sin embargo, Francia sigue llevando la delantera a España en este campo. Écija Abogados confesó que está trabajando en varios contratos de coproducción entre el país galo y Chile, mientras que España no tiene en marcha ninguno. En los últimos tiempos, productoras como Boomerang TV, Grupo Secuoya o La Pierna Audiovisual se han establecido en el mercado televisivo chileno, pero aún son pocas o nulas las coproducciones, también en el campo del cine.
Estamos hablando de un país cuya superficie es equivalente a la de la Península Ibérica, aunque su forma engañe. Permite pasar de la montaña a la playa en poco más de una hora y mantiene buen tiempo casi todo el año. Con 17 millones de habitantes, Santiago de Chile es la capital, también en el audiovisual, aunque no hay que perder de vista la ciudad de Valdivia, con su propio festival de cine. Chile, a raíz de una quiebra de los bancos en los años 80, cuenta con una sólida base de exportación de productos y servicios y en 2014 vio cómo aumentaban las inversiones de capital extranjero, cuando la tendencia mundial era justamente la contraria. En definitiva, el país presidido por Michelle Bachelet ha visto crecer su clase media y está ávido por ofrecer alternativas culturales.
Para ello ofrece ventajas como acuerdos para evitar la doble tributación, con España incluida, acuerdos de libre comercio, expedición de visados específicos para artistas, seguridad jurídica y una escrupulosa política de contratos, muy valioso cuando se tienen socios en Hollywood. Quizá lo más complicado sea abrir una cuenta bancaria, pero en ocasiones es cuestión de paciencia y mucho papeleo.
Chile ha creado recientemente una film commission, así como una asociación de productoras. Se trata de un país con larga trayectoria en el cine publicitario que además destaca por su calidad de vida y por tener gran capacidad para atraer capital de riesgo y privado, un punto en el que España aún es casi virgen. También apoya a los empredendores a través de CORFO (Corporación de Fomento de la Producción). Cuenta, además, con el CNTV, el Consejo Nacional de Televisión, destinado a financiar series de ficción y de animación de carácter cultural. En concreto, presenta una línea para coproducciones de la que España podría beneficiarse, pero hoy en día se explota más con países como Brasil. El caso de Brasil también merece una mención especial, ya que estamos hablado de un territorio obligado a producir contenidos originales sin una estructura suficiente capaz de cumplir los porcentajes, lo que les obliga a buscar ideas y profesionales más allá de sus fronteras. Écija Abogados propone a los productores diseñar triángulos de financiación y creación con España, Chile y Brasil como socios.
Otra de las vertientes que Chile está impulsando es la atracción de rodajes en sus diversas tierras. Especial atención mereció durante el desayuno la región de Tarapacá, una zona árida al norte del país capaz de ofrecer desierto de arena, desierto de rocas, playa, cuidad desarrollada (en la capital, Iquique), un parque nacional, oficinas salitreras donde ya se ha grabado un serial llamado ‘Pampa ilusión’, con más de cien capítulos, o dibujos milenarios de las tribus con El Gigante de Atacama como el más conocido.