Como siempre por estas fechas Ovedito, nuestro oso mitómano, preparó su canasta de picnic y su sable de luz de ‘La guerra de las galaxias’ para darse su merendola anual con el incomparable John Williams. La ocasión: El concierto anual que el compositor de ‘E.T.’, ‘Indiana Jones’, ‘Harry Potter y Superman’, entre otros de sus grandes éxitos, brinda a sus fans desde hace más de quince años en el famoso Hollywood Bowl.
El anfiteatro al aire libre se presta perfectamente a este tipo de celebraciones musicales entre copas de champán, pollo frito o bandejas de sushis. Un lleno hasta la bandera y muchos sables de luz, una tradición que como bromeó el maestro es digna de verse desde el escenario y que solo tiene lugar en Los Angeles. Y no será por la cantidad de conciertos en todo el mundo que lleva el compositor octogenario en el cuerpo.
Como Williams se nos va haciendo mayor y dado que el año pasado estuvo malito y no pudo asistir en persona, este año el concierto estuvo dividido en dos partes.
La primera la dirigió David Newman, hijo de aquel incomparable músico de la época dorada de Hollywood, Alfred Newman, y al que el mismo Williams dio el biberón cuando trabajó a las órdenes de su padre en ‘Al sur del Pacífico’. El programa fue un auténtico homenaje al cine de los estudios Paramount que nos permitió disfrutar de la música que Franz Waxman compuso para ‘El crepúsculo de los dioses’ (‘Sunset Boulevard’). O de las notas de Bernard Hermann para el clásico de Hitchcock ‘Con la muerte en los talones’ (‘North by Northwest’), las de Nino Rota para ‘El padrino’, las de Michael Giacchino para los últimos ‘Star Trek’ o las del mismo Williams para el remake de ‘Sabrina’.
Pero la segunda parte fue la que nos puso a todos en pie con un John Williams en plena forma dirigiendo a veces con un sable de luz para compartir el humor de sus seguidores. Arrancó con el vuelo de ‘Hook’ y una suite de ‘Mi amigo el gigante’ (‘The BFG’) antes de entregarse en cuerpo y alma a la saga galáctica entre un mar de sables de luz que iluminaban el auditorio. Porque lo que comenzó como una chaladura de frikis en los primeros conciertos del maestro, se ha convertido en una tradición que no hace más que crecer. Ahora familias enteras, diferentes generaciones no se conforman con llevar el picnic y el sable. Los tienes de todos los colores, vestidos como dinosaurios, extraterrestres, jedis, Superman o Harry Potter. Seguro que también había alguien vestido de tiburón y no lo vimos. Todos para rendir homenaje a un músico incansable que repitió el mismo programa tres días dada la popularidad de sus conciertos y el sentimiento de urgencia, de que no nos queda tanto tiempo para verle.
Williams, sin embargo, no tuvo ninguna prisa en marcharse. Tocó tema tras tema todo lo que pudo de las diferentes sagas galácticas. Declaró su amor por la nueva musa de estas películas, la británica Daisy Ridley, que le hizo decir que sí a continuar su labor en el episodio VIII sin importarle la edad o el cansancio. Y reconoció que el tema de amor de Leia lo escribió sin saber que ella y Luke iban a ser hermanos. El maestro también hizo que Ovedito volara con ‘Superman’, llorara con ‘E.T.’ y sintiera toda la magia del mundo con ‘Harry Potter’ antes de dejar de regalarnos bises e indicar con ese gesto de me voy a dormir que eso era todo. Nos dejó sin ‘Indiana Jones’ pero con el recuerdo de una noche tan mágica como la de los Reyes Magos y las ganas de que pase pronto el año para regresar de nuevo a esta cita.
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