Apenas un par de semanas antes de que se celebre la 32ª edición de los Premios Goya, los creadores de ‘Woody & Woody’, corto en clave cinéfila que homenajea la trayectoria de Woody Allen y que el próximo 3 de febrero optará al premio a Mejor Cortometraje de Animación, comentan cómo se gestó la obra desde Islas Baleares.
Jaume Carrió y Laura Gost, director y guionista de la película, explican de manera exhaustiva cómo ha sido el proceso de gestación de esta obra que cuenta con la complicidad del doblador oficial de Allen desde hace más de tres décadas, Joan Pera.
Audiovisual451: ¿Cómo surge la idea de confrontar a un joven Woody Allen con su vejez?
Laura Gost: En primer lugar, y partiendo de mi intención de homenajear a Woody Allen, tuve claro que él tenía que ser un actor protagonista en la historia, puesto que el personaje ficticio y entrañable que se ha creado para sí mismo (el del hombre neurótico, genial, obsesivo, hipocondríaco, irónico y divertido al que rendimos tributo en ‘Woody & Woody’) es, para mí, el logro más destacable de toda su obra. Una vez tuve claro eso, me tocó lidiar con una decisión más compleja: ¿Qué interlocutor podría estar a la altura del brillante Woody Allen en esta pieza? Al final, me tuve que responder de manera contundente: solamente otro Woody.
En segundo lugar, la idea de que ambos Woodys pertenezcan a distintas generaciones (uno se encuentra en la cuarentena y el otro ya es octogenario) se debe a que me pareció gracioso jugar con las contradicciones que ofrecía esta premisa tan surrealista: los dos hombres son una misma persona, por lo que sus valores, sus temas preferidos, sus opiniones, sus fobias, sus angustias, sus obsesiones y sus miedos no han cambiado sustancialmente, sino que, en esencia, se mantienen estables, tal y como sucede en la filmografía de Allen a pesar de los años transcurridos. Por otro lado, también es cierto que todos cambiamos, de manera más o menos notoria, con el paso del tiempo, por lo que, aunque los dos son el mismo Woody, el joven tiene ese punto naif, ingenuo, inocente, que solemos vincular a la juventud; para llegar al tono del Woody mayor, en cambio, tenemos que pasar por un filtro de amargura el escepticismo simpático del Woody cuarentón, hasta conseguir, para el octogenario, un cinismo moderado y sin dramas, que permita mantener el humor.»
A451: El guión y los diálogos buscan el tono de los textos del propio Allen ¿cómo fue todo el proceso de gestación de la película y su escritura?
L.G.: «Personalmente, soy una gran admiradora del cine de Woody Allen, he visto sus películas desde que era pequeña y, en consecuencia, no puedo dejar de relacionar estrechamente su cine con las distintas etapas de mi proceso de madurez; no tanto porque sus películas sean coetáneas o generacionalmente cercanas a mí, que nací en los años noventa, sino porque, a medida que he ido creciendo, he experimentado la gratificante sensación de ir entendiendo y conectando con sus temas, diálogos e historias a un nivel cada vez más profundo y satisfactorio. No en vano, el cine de Woody parte de una premisa que me parece extraordinaria: la de que el espectador es un sujeto inteligente y con sentido del humor. Por ello, para mí, ha sido un reto y un estímulo inmenso intentar hacer un tributo en ‘Woody & Woody’ a sus diálogos, sus temas, su humor. En cierta manera, es también una forma de agradecerle que creara esos personajes inteligentes e ingeniosos con los que deseé, desde muy joven, convertirme también yo en una persona inteligente e ingeniosa (lo sigo deseando, por cierto).
El proceso de escritura, sin embargo (o precisamente por lo comentado anteriormente), no nació de una labor de documentación y análisis exhaustiva de su filmografía: escribí ‘Woody & Woody’ de una manera bastante ágil y, sobre todo, muy intuitiva, porque, al fin y al cabo, creo que cualquier cinéfilo que haya visto la mayoría de las películas de Woody Allen podría detectar sin gran dificultad los temas universales que están presentes en ellas, y que se repiten casi siempre sin que el hecho de ser redundantes los convierta en menos interesantes y atractivos. El resto (el tono, las frases rebuscadas, los juegos de palabras, los chistes…) es un ejercicio de estilo con el que intenté recrear su sello sin caer en la parodia o en la copia. La fase de escritura fue, por tanto, más bien rápida; después han venido otras vicisitudes y etapas más largas que nos han obligado a prolongar el proceso hasta los tres años.»
A451: Tengo la impresión que el cortometraje es un homenaje de amor al cine ¿está hecho con esa intención?
L.G.: «Creo que, fundamentalmente, nuestro cortometraje surge como un homenaje a Woody Allen. Sin embargo, al estar realizado por personas que, por encima de todo, aman y respetan el cine desde diferentes perspectivas, el corto quizás sí que pueda considerarse, al final, una modesta declaración de amor al séptimo arte y a las maravillosas posibilidades, ilusiones y expectativas que el cine ofrece a creadores y a espectadores.»
Jaume Carrió: «Usar animación no me ha hecho olvidar que, al fin y al cabo, estamos delante de un homenaje cinéfilo: un ejercicio de estilo que sustituye el material fotoquímico por unas líneas que vibran a ritmo de jazz. Y ahí me he autoimpuesto mis correas, ya que es sencillo dejarse llevar por el aluvión de posibilidades que ofrece la animación: ‘Piénsalo y será posible’. No obstante, para no caer en esa tentación, no he dejado de preguntarme en todo momento cómo lo hubiera resuelto Woody Allen si fuera su película.»
A451: Vamos a la producción ¿cuánto tiempo llevó la producción del corto?
J.C.: «Laura escribió la pieza teatral cuando Woody tenía 78 años. Eso nos daba poco más de un año y tres meses para prepararle un regalo en forma de homenaje. Supongo que por pura ingenuidad, arrancamos pensando que podríamos entregarle el regalo al cumplir ochenta. Pero la exigencia creativa y estilística de animar el cortometraje de manera tradicional nos obligó a retrasar el regalo casi tres años.»
A451: ¿Cómo se levantó toda la financiación de una obra tan singular?
J.C.: «Mirando el recorrido del corto, ahora con un poco de perspectiva, lamento recordar que la mayor fuente de financiación pública de la industria no valoró positivamente nuestro proyecto de cortometraje. Quizás, en ese punto, nuestro currículum adornado humildemente con nuestros éxitos locales no acabó de convencer a Madrid, pero, curiosamente, el proyecto sí que fue rápidamente respaldado a nivel autonómico. Tanto la televisión pública autonómica como las tres grandes instituciones con partidas dedicadas a la producción cultural mostraron el interés deseado en el proyecto y, en poco más de un año, pudimos financiar la mitad de nuestro presupuesto.
Recuerdo que, hablando con el diseñador Ángel Luque, le comenté que, aunque Woody Allen era suficientemente conocido y Joan Pera es uno de los dobladores más queridos de nuestro país, nosotros no somos nadie, por lo que teníamos que conseguir que este proyecto entrara por los ojos. Así pues, trabajamos para conseguir una personalidad visual inconfundible, lo que sin duda nos ayudó a convencer, ya no solamente al equipo, sino a las fuentes de ingresos que necesitábamos para levantar el proyecto.»
A451: ¿Qué técnicas de animación y herramientas se han utilizado?
J.C.: «Cuando el proyecto arrancó, al desconocer el mundo de la animación, desde un punto de vista profesional desconocía cuál era el mejor camino a seguir para llegar a la imagen que imaginaba. Básicamente, y no con poco esfuerzo, conseguí un equipo de animación de confianza al que les enseñé el cartel que diseñó Luque. “Me gustaría ver esto, pero con un trazo orgánico y vibrante. Por otro lado me gustaría usar animación tradicional, fotograma a fotograma.” Con estas pocas indicaciones empezamos a crear un workflow con Adri Bonsai, nuestra directora de animación. Ella y su mano derecha, Tomeu Mulet, dieron vida a cada uno de los 8.640 fotogramas que configuran el cortometraje. El grueso del proyecto se ha realizado con una herramienta tan conocida y popular como Photoshop, con el que, gracias a su reciente inclusión de una línea de tiempo, se ha podido sacar casi todo el material.
Por otro lado, cabe destacar que el cortometraje se filmó entero y se editó como si de un cortometraje de ficción se tratara. Esta pieza, guardada bajo llave, sirvió de referencia para que el equipo de animación pudiera conseguir este movimiento orgánico y natural, evitando así la frialdad y la torpeza que en ocasiones pueden percibirse en ciertos movimientos de algunas producciones de animación.»
A451: El doblaje es una de las claves de la obra ¿fue difícil conseguir al actor de doblaje original?
J.C.: «Cuando ‘Woody & Woody’ empezó a tomar forma como proyecto de animación, nos propusimos un solo requisito: sin la voz de Joan Pera, no seguiríamos con el proyecto. Pero nos daba tanto miedo que pudiera decir que no quería participar, que no contactamos con él durante un par de meses. Durante este tiempo de búsqueda de financiación, y como he comentado antes, trabajamos con Ángel Luque, el diseñador de personajes, y perfilamos un estilo que plasmamos en el primer cartel promocional del corto. En él escribimos descarada pero orgullosamente ‘con la voz de Joan Pera’. Acto seguido, y sin haber nunca contactado con él, le enviamos un email con el guión y el cartel. Le dijimos que este homenaje también era para él: para la voz que ha hecho de Woody Allen alguien más heroico; la voz que año tras año nos ha acompañado a ver esta gran serie que es la filmografía ‘alleniana’.»
L.G.: «Fue sorprendentemente fácil que Joan Pera se animara a formar parte de nuestro proyecto, y siempre le estaremos agradecidos por esta apuesta valiente y arriesgada. Tanto a Jaume Carrió como a mí, que no habíamos estado documentando, a través de hemerotecas de periódicos, sobre el vínculo personal existente entre Allen y Pera, nos constaba que Woody admira el trabajo de Joan Pera, y teníamos claro que Joan agradece a Woody Allen estas tres décadas de reconocimiento, risas y cariño que el público español le ha transmitido tras tanto tiempo poniendo voz a Allen. Cuando fuimos a Barcelona para doblar la película, recordaré siempre un momento precioso y emocionante en el que Joan Pera se giró hacia mí y me dijo: ‘muy buena esta frase, es muy Woody Allen’. Viniendo de alguien como él, que lleva media vida pronunciando sus frases, ese cumplido fue maravilloso.»
A451: ¿Cuáles fueron las complicaciones más importantes en todo el proceso de producción?
J.C.: «Lo más duro para mí fue tener que cambiar de equipo de animación a mitad de película. En esa primera fase, no conseguí hacer entender lo que se esperaba del corto, aunque por suerte saqué muchas conclusiones de lo que no estaba funcionando que ayudaron a arrancar la segunda fase de animación con mucha más fuerza. Así pues, en este resurgir del proyecto, Adri Bonsai entendió exactamente lo que se esperaba del proyecto y, en poco más de 15 días, producimos el tráiler que hoy en día es nuestra carta de presentación.»
L.G.: «La nominación de ‘Woody & Woody’ a los Premios Goya se ha producido en un contexto muy convulso y triste en la industria cinematográfica. Las denuncias de casos de abusos y violaciones en Hollywood han abierto un debate complejo cuyas ramificaciones parecen no tener fin, sobre todo teniendo en cuenta que las redes sociales han cambiado por completo la manera de procesar estas lamentables informaciones. Uno de los planteamientos más mediáticos del momento tiene que ver con la (in)compatibilidad de admirar a un artista o creador cuyo comportamiento pueda ser censurable, reprochable, cuestionable o directamente delictivo. Y, naturalmente, como además de juzgar los actos recientes se ha llevado a cabo una revisión de historiales opacos, Woody Allen ha salido salpicado en este revuelo mediático.
Para explicar mi punto de vista (no exento de ciertas dudas y conflictos propios) sobre esta cuestión, diré que, cuando presenté a un concurso (en el que salió elegida) la obra de teatro homónima que dio lugar al cortometraje ‘Woody & Woody’, firmé la pieza con el seudónimo Stewart Königsberg, ya que el nombre real de Woody Allen es Allan Stewart Königsberg. Pues bien: como ninguno de los que hemos hecho el cortometraje conocemos a Allan Stewart, estoy bastante segura de que nos habría resultado imposible realizarle un homenaje; el tributo es, por tanto, a Woody Allen, al personaje que, sea quien sea y como sea el otro, me parece brillante, irrepetible y una pieza irreemplazable de la historia del séptimo arte.»
A451: La obra ha estado en una treintena de festivales y ahora llega la nominación al Goya ¿cómo afrontáis esta candidatura?
J.C.: «La primera sorpresa surgió el día que se anunció la famosa shortlist de los cortometrajes. Me sorprendió gratamente el eco mediático que tuvo un hecho como ese. En ese punto pensé: “Hemos llegado hasta aquí, y eso me basta. Estar aquí ya es un premio”. Pocos meses después, surgió la nominación. Entonces me dije: “Hemos llegado hasta aquí, esto es increíble, y aquí nos quedaremos, pero ha estado muy bien”. Recuerdo que pocos días antes de la lectura de nominados empecé a congregar al equipo para ver la lectura todos juntos. Algunos pensaron que no era buena idea ya que, si las cosas salían mal, la sensación de decepción sería aún mayor, pero yo sentía que necesitaba tenerles cerca para poder compartir esto con ellos, ya que las películas, los directores, no las hacemos solos.»
A451: ¿Cuáles serán los siguientes pasos del cortometraje en su trayectoria internacional por festivales, televisiones…?
J.C.: «Estos últimos meses han sido los más discretos de cara al recorrido por festivales. Quizá sea temporada baja, o quizá la shortlist y la nominación lo han eclipsado todo. No lo sé. En cualquier caso, parece inevitable que el interés por el corto viva un segundo nacimiento a partir de febrero. Sin ir más lejos, en nuestro país empezará a emitirse en televisión a partir de febrero. Desconozco si la ola expansiva de los Goya afectará a la distribución internacional, ya que, con un cortometraje con tanto diálogo, no lo tenemos fácil para exportarlo fuera. Aquí funciona de maravilla el homenaje doble. Creo que tanto al público como a la indústria de aquí le ha gustado ver que no solamente nos interesa Woody Allen, sino que reconocemos a los dobladores españoles como los mejores dobladores del mundo.»
A451: ¿Es un handicap producir animación desde Mallorca? ¿Cuáles son los valores y principales activos de la compañía?
J.C.: «En un proyecto pequeño y humilde como el nuestro, no hemos encontrado ningún inconveniente en producirlo desde nuestra realidad insular. Yo creo que un corto como este solamente se puede levantar con talento, ilusión y paciencia. Y eso lo hemos encontrado en todo el equipo. Nuestros jefes de departamento son sencillamente los mejores profesionales que tenemos en la isla, y no puedo sentirme más orgulloso de haberles convencido a todos.
La productora del cortometraje existe en una doble realidad empresarial. Por un lado, es una escuela con 25 años de experiencia formando profesionales del sector y, por otro lado, es una productora con un largo recorrido en televisión, ficción y documental. Nuestra asignatura pendiente era la animación. Mi pequeño sello personal, Tomavistes, ya había trabajado en animación 3D, pero solamente con encargos comerciales. Así que, como profesor del CEF, productora del cortometraje, me reuní con los productores y les propuse hacer la primera película de animación de un centro que, desde hace pocos años, enseña también animación.
Tanto la productora como yo defendemos y creemos en el talento joven. La media de edad de los profesionales que han hecho el cortometraje no pasa de los 35 años, y cabe destacar a nuestra guionista, que escribió el texto con tan solo 21 años. Por otro lado, los alumnos de animación del propio centro han tenido la oportunidad de cumplir con su periodo de prácticas curriculares en este proyecto, ayudándonos a levantar, así, el primer cortometraje de animación de CEF Produccions.»
A451: ¿Para cuándo el paso al largometraje?
J.C.: «Aprovechando un poco la pregunta, creo que voy a decir que paso de largometraje. Aunque de manera totalmente intencionada y contradictoria añadiré que ojalá me arrepienta pronto de haber respondido eso. Tengo la sensación de que el formato corto aún tiene mucho que enseñarme. No quisiera banalizar el salto al largometraje como algo a lo que hay que aspirar, y, además, creo que el corto está en plena forma. Pienso que las tendencias de los espectadores jóvenes, con su falta de paciencia a la hora de permanecer atentos ante contenidos largos, auguran un gran futuro a la película de cortometraje.
Por otro lado, el día que surja el proyecto de largo, creedme que, al igual que ‘Woody & Woody’ no se parece en nada a nuestro anterior corto de ficción, seguramente el largo no se parecerá en absoluto a nuestro celebrado cortometraje.»