Pues aquí vagueando un poco Ovedito y yo, Raimundo Hollywood, disfrutando de un finde de puente de los pocos que hay en EEUU, el de Memorial Day, cuando nos dio por pensar porqué no meter un poco de caña. Normalmente no entramos en polémica. Pero en esta ocasión apetece porque ya está bien de ser mojigatos y criticar al mensajero en lugar de ponernos las pilas y echarnos a la calle por cosas reales. Porque la opinión pública parece estar en contra de la serie ’13 Reasons Why’ (‘Por trece razones’ en España).
Que si la segunda temporada es innecesariamente gráfica, que si trata de una forma muy cruda la epidemia de tiroteos en las escuelas, la cultura del abuso o del bullying, que no tiene nada de cool aunque ahora hablemos de ella en inglés. Que a qué viene esa escena de sodomía (ups, perdón, spoiler alert) o que si todo esto no hace más que incitar al suicidio.
Cada uno puede tener su opinión. La nuestra es que estuvimos en el rodaje de la serie en un hangar antes destinado para usos industriales en medio de la nada en la bahía de San Francisco y la verdad es que la atención al detalle en esa escuela construida para la ocasión era increíble. Te podías creer, incluso estando allí, que el instituto Liberty Highs es de verdad. La oficina del “principal”, su tablón de anuncios, hasta los monopatines confiscados por su uso en los pasillos o los libros de texto, todo absolutamente real. Y a la vez reconstruido.
Entonces, ¿por qué criticar a su creador Brian Yorkey por reflejar lo que existe en lugar de hacer lo posible por exigir un control de las armas en la vida real para evitar nuevos tiroteos de los de verdad? ¿Abrir un diálogo que ponga fin a la escalada en la cultura del abuso entre los adolescentes? Te guste o no, al menos ’13 Reasons Why’, tanto en su primera como en su segunda temporada, pone el dedo en la yaga. Y a lo mejor iniciando la conversación hasta consigue algo. Aunque de eso no estamos tan seguros.
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