No hace falta viajar al futuro en un Delorean tuneado para comer un queso parmesano que lleve blockchain dentro de un chip (comestible, según parece), calzarse unas Nike que cuentan con algo parecido -y que también te puedes poner en el metaverso- o para ver una película de Kevin Smith distribuida exclusivamente mediante la citada tecnología de cadenas de bloques.
¿Pero qué es el blockchain? ¿Tiene alguna ventaja para el cine?
“Cuanto más simple se presenta, más interés consigues”, dice Manuel Badel, un experto canadiense consultado para este artículo.
Vamos a intentar seguir su consejo mostrando una serie de ejemplos desde Canadá hasta Hong Kong, pasando por Francia, Rusia y, por supuesto, España. Pero, en primer lugar, tendremos que definir qué es. Y su funcionamiento debería resultar conocido para cualquier emprendedor, porque el blockchain es como el libro diario o de cuentas, pero con una seguridad añadida. Se trata de un archivo en el que se anotan una serie de transacciones que no se pueden borrar ni modificar. Y estas dos características son la base de su éxito.
Ann Brody, estudiante de doctorado en la universidad canadiense de McGill, en Montreal, nos explicó que “el blockchain resolvió el problema del doble gasto”.
Detrás de la creación de las criptomonedas ha habido una serie de grupos libertarios que buscaban desarrollar un sistema económico independiente de los gobiernos y las grandes empresas. Bitcoin surge en 2008, en plena crisis económica. Cypherpunks (no confundir con el subgénero literario cyberpunk) y crypto anarquistas apoyaban un sistema que no dependiera de los bancos centrales. El 31 de octubre de 2008 Satoshi Nakamoto hizo público un documento en el que proponía crear una moneda electrónica cuyo funcionamiento se basara en una cadena de bloques que registrara sus transacciones.
Esa cadena, ese archivo, sería accesible públicamente y todo el mundo podría consultar las transacciones, si bien serían anónimas gracias a herramientas criptográficas. Con el tiempo a esa cadena de bloques se la llamó blockchain y pasaría de registrar solamente transacciones de monedas a incluir también contratos gracias a la creación en 2013 de ethereum por parte del ruso-canadiense Vitalik Buterin.
Y así llegamos a 2016, cuando Manuel Badel, experto canadiense en financiación audiovisual, acude al foro de conferencias y festival South By Southwest (SXSW). Badel, que había oído hablar de bitcoin, pero no sabía lo que era, acudió a la presentación de una aplicación para guionistas basada en blockchain. “Permitía identificar las aportaciones de cada autor sobre un mismo guión y establecer el pago de royalties”, comenta Badel a Audiovisual451.
Seguidamente, no sólo buscó aprender todo sobre esa tecnología, sino que puso en marcha una solución para una serie de la televisión francófona de Ontario (TFO). “Todas las relaciones entre las partes interesadas de esa serie estaban administradas por un smart contract: productor, creativos, distribuidor, financiadores…”, dice Badel. Fue el primer proyecto basado en blockchain para radiodifusión en Canadá y contó con ayudas públicas.
Ahora bien, ¿qué es un smart contract?
De acuerdo a la citada experta en blockchain Ann Brody, “es un programa que se ejecuta cuando se cumplen unas reglas y unas condiciones pre-codificadas. Es como un contrato ordinario en el mundo no digital”. Pero mientras en el mundo físico a menudo se necesita un abogado o notario para que lo certifique, el smart contract se realiza automáticamente, sin intermediarios.
Por otro lado, los NFTs serían los cuadros (o los cromos) del mundo digital, con certificado de autenticidad incluido. Es decir, son objetos digitales únicos. Un bitcoin no es único, una copia digital de un libro no es única, pero una obra digital firmada por un artista o la película ‘KillRoy was here’ de Kevin Smith se pueden convertir en un objeto único, un NFT, mediante blockchain.
Llegamos a 2018. Ese año parecía que el blockchain iba a ser una revolución inmediata. Badel organizó una conferencia y un taller en el Festival de Berlín, por encargo del gobierno de Canadá, ya que esta era la nación invitada. Unos pocos meses después, el Marché du Film de Cannes acogía seis startups en su sección Next, dedicada a las innovaciones y adelantos tecnológicos. De esas seis, hoy en día funciona plenamente una, dos están (según sus páginas web) en alfa o en beta y tres han desaparecido.
Una de las que desapareció, a principios de 2020, fue la rusa Movieschain, filial del proveedor de contenidos audiovisuales TVzVar. Según su entonces directora de contenidos, Elena Khlebnikova, Movieschain iba a permitir ver cine ruso en todo el mundo a través de su propia red de distribución y su propio token. Iba a ser el Netflix del cine ruso, mediante blockchain.
“Cada usuario paga en su propia moneda y la plataforma hace la conversión”, nos dijo en 2018 Khlebnikova, que aseguró entonces que no había riesgo de cambio.
Es importante subrayar que no todos los tokens son criptomonedas, pueden ser simplemente una herramienta para digitalizar activos, como veremos más adelante. Además, la inestabilidad de las criptomonedas las hace inadecuadas para operaciones financieras.
En este sentido, Manuel Badel comentó el caso del documental ‘We are as Gods’, dirigido por Stewart Brand, que lanzó una campaña de crowdfunding mediante NFTs que se pagaban con ether, la moneda de ethereum. “Teóricamente consiguieron su objetivo, pero entre el momento en que se lanzó cuando se cerró la campaña, el ether se desplomó y el valor en dólares era poco más de la mitad de lo presupuestado”, dijo Badel.
Por otro lado, una de las ventajas que tienen los tokens, y que ya preveía Movieschain, es su internacionalización. Una de las personas que primero estudió este componente es el francés Patrice Poujol. Su tesis doctoral, presentada en 2018 en la City University de Hong Kong se publicó como libro bajo el título ‘Online Film Production in China Using Blockchain and Smart Contracts’.
Y, seguidamente, la convirtió en una empresa llamada Lumiere.
China es, por cierto, otro ejemplo de que criptomonedas y blockchain no están necesariamente unidos. En 2021, alegando que la creación (minería) de criptomonedas consume demasiada energía, prohibió en primer lugar la minería y finalmente cualquier transacción con ellas. Sin embargo, Poujol nos dijo que Hong Kong se ha constituido en un banco de pruebas (sandbox, en inglés) para el desarrollo de proyectos de blockchain. En este sentido, también señaló que la antigua colonia británica “está atrayendo capital e interés gracias a las inmensas cantidades de dinero que llegan a través de Dubai. Pero eso puede terminar en algún momento, no va a durar para siempre”.
Uno de los primeros proyectos de Lumiere fue ‘Papicha’, de Mounia Meddour, que tras estrenarse en la sección Una cierta mirada de Cannes 2019, se llevó dos César del cine francés. Pero eso no significó, ni mucho menos, la consagración de este modelo.
“Creo que hemos estado en un mercado bajista, pero pienso que estamos llegando al final de la tormenta, cuando todavía llueve, pero no va a ir a peor”, comentó Poujol.
Entre los últimos trabajos que han realizado se encuentra la puesta en marcha de unos NFT dentro del multiverso de Decentraland para el documental sobre el diseñador de moda Kenzo Takada, que todavía no se ha estrenado. Aunque habitualmente colabora con distintas empresas y distintos metaversos, Poujol señaló que no todos los proyectos necesitan ir al metaverso o crear sus propios NFT.
Los proyectos que su empresa realiza con blockchain se basan en un triángulo que incluye “llevar espectadores a la obra, conseguir financiación y, finalmente, ofrecer un nivel de trazabilidad que asegure que productores e inversores están a la par unos con otros”.
La trazabilidad es también según el canadiense Manuel Badel una de las características principales de estos proyectos, que ya se presentaba como el principal beneficio de los mismos en el informe que hizo en 2019 para Telefilm Canadá (equivalente al ICAA español), Fonds des Medias du Canada y Badel Media.
En dicho informe, Badel ofrecía ejemplos de iniciativas que empezaban, películas financiadas principalmente mediante blockchain (‘Braid’, de Mitzi Perione, estrenada en Tribeca 2018), películas que parecía que se iban a hacer (‘Atari’, con Leonardo de Caprio) e incluso el caso de unos “criptogatitos” o cryptokitties, que fueron la base de los NFTs.
Pero más allá de estos ejemplos ya antiguos, las conclusiones del informe de Badel de 2019 siguen siendo válidas hoy en día y enlazan directamente con el triángulo de Poujol. Por un lado, la tecnología blockchain puede mejorar la gestión de derechos y facilitar la cadena de distribución, ya que el distribuidor sabe que el productor es efectivamente quien tiene los derechos de la obra y a su vez el productor puede conocer en tiempo real los royalties generados por la misma.
Por otro, Badel subraya que “todo esto va a llevar a una industria más eficiente gracias a la colaboración. Y eso finalmente liberará más dinero para las instituciones públicas, por lo que podrán financiar más contenidos. […] Pero en este momento no se dan las condiciones legales ni jurídicas para estimularlo”.
¿Por qué? Según Badel, “existe una percepción de que el blockchain consume mucha energía y no es ecológico, pero además las instituciones no siempre se dan cuenta de lo que podrían ganar”.
Quizá tengamos que desplazarnos de Canadá al Mar Mediterráneo para encontrar esas condiciones.
Y el primer lugar es Cannes, no sólo como festival, sino como ciudad. Su alcalde, el conservador David Lesnard, es también presidente de la AMF, la asociación de alcaldes de Francia, y apoya decididamente las iniciativas con blockchain como forma de descentralización, según nos comentó Julien Bonnel, presidente de la asociación Blockchain Innov, que agrupa a una serie de empresas involucradas con esta tecnología en la Costa Azul.
Entre otras iniciativas, el ayuntamiento puso a la venta en abril de 2022 unos NFT de inmuebles municipales tan representativos como el Palais des festivals et des congrès o el Boulevard de la Croisette.
“Pero estafas como la de FTX en Estados Unidos, que ha engañado a mucha gente perjudican al sistema”, dijo Bonnel. “Porque una serie de actores y reguladores ponen en marcha unos mecanismos que ralentizan y hacen más complejo este mercado”.
Recordemos que FTX era una plataforma de intercambio y operación con criptomonedas dirigida por Sam Bankman-Fried, quien fue detenido en noviembre de 2022 y se encuentra en estos momentos en la cárcel a la espera de ser juzgado por fraude y lavado de dinero. En mayo de 2022 FTX había sido el principal patrocinador de la gala amfAR en Cannes, seguramente la fiesta más conocida de todo el festival.
Bonnel, quien por su trabajo en el mundo de la informática descubrió el blockchain en 2014, está convencido de sus virtudes para descentralizar internet o un país muy centralizado como Francia. En ese sentido, señala que “permite construir un nuevo ecosistema y volver a barajar las cartas en sectores de actividad como el inmobiliario, la salud o, aunque se critique el uso de energía, el impacto medioambiental”.
Precisamente enlazando con el impacto medioambiental llegamos a las Islas Baleares. Y al Festival de San Sebastián, ya que el pasado año 2022, KinoGreen Token ganó el premio al mejor proyecto emprendedor del Zinemaldia Startup Challenge.
Al frente de esta iniciativa están dos hermanos, Teresa y Francisco Benítez. Teresa es la CEO y fundadora, es técnico superior en conservación del medio natural, además de cámara y realizadora. Francisco, con quien hablamos, es doctor en Tecnologías de la Información y la Comunicación con una tesis doctoral presentada en 2020 sobre blockchain y eDemocracia.
Respecto a la huella ecológica del blockchain, Francisco nos dijo que “no puedes hacer algo a costa de que el impacto energético sea mayor de lo que estás intentando salvar”. Por eso, avanza que a partir de diciembre-enero tendrán ya una prueba de concepto con un sistema cuyo consumo energético es mínimo. Según nos comentó, el usuario final va a poder revisarlo todo con una aplicación en el smartphone en la que “el token te va a dar una información clara y diáfana de qué es lo que está pasando desde que comienza el proceso de producción hasta que termina”.
Mediante etiquetas RFID, “que son baratísima, son las que utilizan todas las cadenas de supermercados” van a poder controlar los elementos físicos a través de un token. “Es un token que te permite asegurar la cadena de distribución de todos los elementos de un rodaje, desde el set hasta una gorra. Y cómo se van a hacer los traslados de todo el equipo, tanto artístico como técnico, que va a participar en la producción, para saber exactamente cuál va a ser tu huella de carbono en el entorno”, declaró Francisco Benítez.
En este sentido señaló que, como hemos visto en ejemplos anteriores, el token no es una moneda, sino el elemento digital que permite efectuar el control y analizar la huella del rodaje.
“Uno de los miembros del jurado nos dijo: sois los únicos que habéis pensado en los problemas de la producción audiovisual”, señaló finalmente Benítez sobre la acogida en San Sebastián.
Y es que finalmente las aplicaciones que se realicen tendrán que responder a los problemas de la producción audiovisual.
“A nivel de marketing va a funcionar muy bien para los estudios, para las franquicias”, prevé Rafael Linares, pero también coincide con Manuel Badel al señalar el valor que puede tener para las instituciones públicas. “Es transparencia pura y dura, en cuanto hago un contrato con el de la cámara, puedo demostrar que la cámara está pagada. Ahora tienes que presentar la factura, la transferencia… Si toda esa infraestructura la haces en blockchain es mucho más rápido de controlar que con una auditoría y en tiempo real el auditor del ministerio podría estar pendiente de todo”.
Linares apunta que la tecnología se tiene que hacer más sencilla. “Hoy en día para comprar un NFT tienes que hacer un curso, a nivel de usuario no es fácil. Es como las páginas web, que al principio había que hacerlas a mano y ahora cualquiera puede hacerlo. Creo que estamos en ese proceso y le quedarán tres, cuatro o cinco años”.
Patrice Poujol cree que este sistema puede ayudar a poner en marcha películas como las que a él le gustan y que los creadores llegarán a invitar a la comunidad que les apoye a doblar personajes en una película de animación o asistir al rodaje. Este tipo de actividades formarán parte de nosotros y en ese momento, o incluso antes, dará un paso más.
“Dejaré la compañía. Porque hay una película que quiero hacer antes de morirme y si todo esto funciona, me encantaría probar mi propia medicina”, afirmó Poujol.
Tal y como hemos visto, parece que instituciones oficiales, productores y todos los actores del sistema audiovisual en general pueden irse incorporando ya a todo este proceso, que formará parte de lo que se ha llamado web 3 (cuando se pone el acento en la descentralización) o Internet 3.0. Manuel Badel señaló que “es una disrupción lenta”.
Si finalmente estamos ante la oportunidad de “volver a barajar las cartas”, como apuntaba Julien Bonnel, los productores independientes no deberían desaprovecharla. Salvo que queramos que dentro de unos años el control o incluso la auditoría de las obras audiovisuales lo lleve una app de Google o de Amazon.