Un breve paseo por la nueva Ley de Cambio Climático
La nueva Ley de Cambio Climático de España es un paso importante en el largo camino hacia la tan deseada neutralidad climática. Esta Ley ha fijado unos objetivos mínimos de aquí a 2030, de cara a cumplir con el Acuerdo de París y los compromisos adquiridos por la Unión Europea.
El compromiso fundamental es reducir un 23 % respecto del año 1990 las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta ha sido una de las principales críticas que ha recibido la Ley, teniendo en cuenta que solo en Europa el compromiso de reducción para esa fecha es del 40 %, de cara a alcanzar la neutralidad climática en 2050. La consecución de estos compromisos se evaluarán a través de una herramienta estratégica: el Plan Nacional de Energía y Clima.
Pero no todo son compromisos. La Ley de Cambio Climático anticipa algunas medidas concretas y herramientas al servicio de la consecución de objetivos. Algunas son el incentivo a la rehabilitación de edificios, o la eliminación de las subvenciones a los combustibles fósiles. Además, se fomentará la movilidad sostenible habilitando más puntos de recarga eléctrica de coches en gasolineras y edificios de nueva construcción y se facilitará la información de dónde están localizados.
Más allá de las estrategias de mitigación que tratan de evitar emisiones, la Ley también incluye propuestas para la adaptación a los efectos del cambio climático. En concreto, se plantean varias acciones relacionadas con la protección de la naturaleza y la biodiversidad frente al cambio climático. También se refleja la importancia de fomentar la capacidad de absorción de carbono de los sumideros naturales.
Por último, la Ley recoge toda una serie de propuestas para favorecer la transición justa, identificando territorios y sectores vulnerables y oportunidades de creación de empleo vinculadas a la transición energética.
Y al sector audiovisual ¿qué le espera?
Tanto esta ley , como todas las estrategias de sostenibilidad que se están poniendo en marcha, persiguen la creación de un nuevo modelo productivo bajo en carbono, lo que incluye a TODOS los sectores. Y sí, el audiovisual no debe ser una excepción, no solo porque su actividad tiene muchos y muy variados impactos negativos sobre nuestro planeta, sino porque, además, es un sector que llega muy directamente a la sociedad y puede ayudar a hacer visibles los esfuerzos del cambio que nuestro planeta necesita.
El audiovisual tiene la idea errónea de que no es un sector muy contaminante, pero bastan un par de datos para desmontar esta creencia. Según el último informe de marzo de 2021 de Sustainable Production Alliance sobre la huella de carbono del sector, las emisiones asociadas a la producción audiovisual se encuentran en una horquilla de entre 391 toneladas de CO2 de una película pequeña a 3.370 toneladas en el caso de una superproducción. Aunque los datos que recoge este informe son de EEUU y con consideraciones que tal vez se alejen de la producción en España, podemos encontrar ejemplos más cercanos en Europa. Según el informe 2019-2020 de Albert, la iniciativa de producción sostenible de BAFTA, la producción de una hora de contenido para televisión tiene asociada una huella de carbono de 9,2 toneladas de CO2, o lo que es lo mismo, casi el doble de las emisiones anuales en Europa por habitante.
Si el compromiso es reducir las emisiones, es evidente que tenemos que hacer algo con la huella de carbono del audiovisual, pero ¿qué está pasando en España al respecto?
Los fondos públicos españoles, deberán incluir compromisos medioambientales en sus criterios de valoración. El ICAA ya ha anunciado que incluirá muy pronto partidas exclusivas de financiación para acciones de sostenibilidad, medida y reducción de huella de carbono. En una segunda fase, incorporar estas medidas pasará a otorgar puntos para la elegibilidad de proyectos y, finalmente, estas prácticas se convertirán en algo obligatorio para poder recibir fondos públicos.
A nivel regional, encontramos un puñado de organismos públicos pioneros que trabajan desde hace tiempo en la transición verde. Málaga y Tenerife cuentan con guías y certificados propios para las producciones rodadas en su territorio, Mallorca ha desarrollado un trabajo de conservación de territorio de los más exigentes de nuestro país que, por supuesto, se traslada al audiovisual. La Academia de Cine trabaja en la generación de un Sello Verde que certificará la implementación de medidas de producción sostenible para diferentes formatos. Diversos actores del audiovisual español se han unido para generar la Alianza para la Producción Audiovisual Sostenible, una asociación con el objetivo de acompañar al sector en su transformación.
No solo los organismos públicos se están subiendo al carro. El auge de las políticas de sostenibilidad en plataformas y distribuidoras es algo ya patente y que crece de forma rápida y constante. Hemos visto a Netflix crear su propio departamento de sostenibilidad a finales del año 2020 y anunciar sus compromisos de reducción en marzo de 2021. Amazon ha hecho públicas sus acciones de sostenibilidad a nivel corporativo con compromisos ambiciosos de reducción de emisiones que están ya trasladando a su división de producción audiovisual. HBO y Disney se suman a la lista de empresas que dan importancia a este tema, que poco a poco, se convertirá en el nuevo “business as usual”. No son un caso aislado.
Ninguna marca es ajena a la transición ecológica y el auge de esta tendencia es igualmente una oportunidad para la producción de publicidad. Las marcas con serios compromisos ambientales han empezado a exigir a sus proveedores el cumplimiento de sus políticas de responsabilidad corporativa. Desde hace algunos meses estamos encontrando, en los briefings de las agencias, instrucciones claras de sostenibilidad asociadas a sus campañas, lo que, indefectiblemente, pasa a ser trasladado a todos los eslabones de la cadena de valor, incluyendo la propia producción de sus spots.
Y todo esto, ¿cómo se aterriza en el día a día de las producciones?
Aunque aún queda un largo camino que transitar y en los próximos años veremos las cosas más claras, la base de cualquier actuación en esta línea parte de una premisa sencilla: introducir la reducción de impacto ambiental como una variable más en la toma de decisiones. Será necesario que las producciones generen un Plan de Sostenibilidad (PS). Un PS es una guía elaborada por profesionales del ámbito social y medioambiental que acompañará a todas las fases de producción para la toma de decisiones en todos los departamentos. Estos PS deben aportar información sobre los impactos de la producción, proponer medidas de reducción y cuantificar el efecto que han tenido estas medidas sobre la huella de carbono del proyecto. Esta información permitirá a las productoras desarrollar mejores estrategias de compensación ambiental y conseguir neutralizar, en gran medida, el efecto negativo que tienen sobre el medio ambiente.
A medio plazo, la inclusión del departamento de sostenibilidad en los equipos de producción pronto será parte de la normalidad, de la misma forma que el sector ha internalizado otras exigencias como las derivadas del COVID o riesgos laborales. Las producciones medirán su huella de carbono y buscarán opciones de compensación de impactos. Muy pronto, esta forma de trabajar se transformará en otra “nueva normalidad”.
En resumen, la entrada de la nueva ley y los compromisos de reducción adquiridos por España pronto comenzará hacerse patente en reglamentos y regulaciones que exigirán a los sectores productivos a implementar medidas de medición de huella y reducción o compensación de la misma. Las estrategias de Europa y de las propias marcas incluirán criterios de sostenibilidad en su toma de decisiones y la sociedad se sumará a estas exigencias. ¿Será el sector capaz de absorber esta transición? Somos muchos los que estamos seguros de que lo hará, no sólo porque será obligatorio en un futuro no muy lejano, sino porque tenemos un planeta que salvar.