Para Raimundo Hollywood no hay fronteras y da igual lo tensas que estén las relaciones entre Hollywood y China, al Festival Internacional de Cine de Shanghái que nos fuimos para comprobar la calidad de la gamba. Y podemos asegurar que las cosas están tensas porque las dos únicas cosas que no pudimos decir en el escenario fueron Hollywood o América. Una petición seria pero ilógica cuando la música que ambientaba la gala de premios era la de ‘Horizontes de grandeza’, épico del oeste que huele a Hollywood por los cuatro costados.
Pero la calidad de la gamba fue genial en Shanghái, donde saben comer y tienen hasta algo muy parecido a las porras madrileñas para desayunar. Y la calidad del cine también porque hubo incluso victorias españolas como la del cortometraje ‘La Noria’, de Carlos Baena que no pudo estar allí para recoger el premio y subió el animador Jordi Girones en su lugar más contento que las puñetas. Y hubo más cine hispano por las salas como ‘Chicuarotes’, el nuevo intento como director de Gael García Bernal con el que desayunamos un día con más jet-lag que vergüenza. También estuvimos con Tom Moore, presidente del jurado de animación y amiguete con el que Ovedito, fan número uno, se sacó unas afotos.
Todo era cine en el hotel en el que nos alojamos, hasta la moqueta, decorado son detalles de sus estrellas, chinas todas y de las que desconocemos casi todo. Pero como no solo de cine vive el hombre, o el oso, pues nos dimos unas vueltas por esta ciudad en ebullición donde el horizonte crece cada día más alto y más iluminado en ese The Bund, el punto más conocido y visitado de la urbe que parece la Puerta del Sol en plenas campanadas. O esas otras pequeñas villas acuáticas que las llaman, surcadas por canales, las Venecia de China, donde nos tomamos un respiro en ese a modo de góndola china. Eso sí, volviendo al tema cine nos dejaron con las ganas de vernos ‘The Eight Hundred’ un épico de guerra chino con presupuesto de 80 millones de dólares que no es moco de pavo en estas tierras y que las autoridades chinas retiraron primero del festival para luego cancelar su estreno en China por “problemas técnicos”, vamos, de censura. O eso nos contó el panda gigantesco con el que Ovedito se cruzó en el aeropuerto.
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