En condiciones normales, en estas fechas estivales, las noticias sobre el sector audiovisual serían escasas y en la mayoría de los casos intrascendentes. Los rodajes se multiplicarían y gran parte del sector estaría de vacaciones. Sin embargo, en este verano tan atípico por la Covid-19, hay una fecha marcada en rojo para el cine español: el 21 de agosto, cuando da comienzo la 23ª edición del Festival de Málaga.
En poco más de dos décadas, el certamen de la capital de la Costa del Sol se ha convertido en un referente para el audiovisual nacional. Hoy, el Festival de Málaga puede discutir a cualquiera la consideración de segundo festival de cine más importante de España, tras San Sebastián, aunque su programación sea exclusivamente en español. Esto se lo ha ganado a pulso el actual equipo directivo y este año este privilegiado estatus se acentúa ante el reto de ser el primer gran evento cinematográfico que decide celebrarse presencialmente en España, aunque con lógicas limitaciones y con algunos apartados también en formato online.
La realidad es que todos los ojos están puestos ahora en Málaga, porque de su éxito dependerá el devenir del resto de eventos cinematográficos del otoño que también aspira a organizar una edición presencial este año, incluyendo el principal de los que se celebran en España, el Festival de San Sebastián. “Si Málaga se celebra será bueno para San Sebastián y si se celebra San Sebastián será bueno para Sevilla, Gijón, Valladolid… Iniciar el camino será el signo de la recuperación que todos queremos”, comentó a Audiovisual451 el director de Festival de Málaga, Juan Antonio Vigar, y no le falta razón.
Seguro que esta presión añadida no afectará a la organización del Festival de Málaga. Hay motivos para creer en ello y a los hechos nos remitimos, porque hay que demostrar mucha determinación para suspender un evento a tres días de su puesta de largo, como ocurrió el 10 de marzo pasado, “por la incertidumbre que genera la evolución del coronavirus”. Entonces ni siquiera se había decretado el Estado de Alarma en España pero el tiempo les ha dado la razón con creces y hoy nadie duda de que la decisión fue acertada. “Como puedes suponer aplazar un festival a tres días de su inicio fue una decisión muy dura y compleja de tomar pero nosotros intentamos aplicar el principio de responsabilidad”, aseguró Vigar.
El objetivo ahora es hacer un festival amable y seguro en el que primará la exhibición de películas, con aforos limitados al 65 por ciento, sobre el ‘evento social’. Esto supone la supresión de actividades multitudinarias como la tradicional alfombra roja.
Se reduce también la programación para minimizar la operativa y los riesgos sanitarios, pero de las 201 producciones inicialmente programadas en todas las secciones, se mantienen 152, es decir un 75 por ciento del total que estaba previsto en marzo. En la Sección Oficial, los largometrajes pasan de 20 a 16, con varias bajas y nuevas incorporaciones.
Lo que tampoco ha sido posible salvar por razones obvias es la ‘Zona de Industria’, que ya ha celebrado algunas actividades en formato online como es el caso de Málaga Work in Progress (Málaga WIP) y MAFF (Málaga Festival Fund & Coproduction Event) y en noviembre hará lo propio con los Spanish Screenings – Malaga de Cine 2020, el corazón de los eventos de industria del festival cada año.
Ahora solo queda esperar que todo salga bien, pero con la certeza de que las posibilidades de éxito son muy altas porque la tarea está en la mejores manos. El Festival de Málaga 2020 marcará el camino para los siguientes.