Se denomina mod a aquella modificación que añade nuevas funcionalidades, mejoras o características a un videojuego original. Estas variaciones en videojuegos existentes son producidas por los modders, personas que, gracias a sus amplios conocimientos en el mundo de la programación e informática, consiguen alterar el videojuego. Más que empresarios, son aficionados con ganas de indagar más en sus juegos favoritos, ya que en la mayoría de los casos, los mods son creados como un mero entretenimiento. A modo de ejemplo, los mods más populares que destacan entre los “gamers” añaden al juego nuevos personajes, niveles adicionales o, en el caso de videojuegos de guerra, nuevas armas.
La creación de los mods puede venir amparada en herramientas propias que el videojuego, de forma oficial, suministra para hacer modificaciones dentro del mismo, o pueden crearse gracias a herramientas extraoficiales, tales como programas y otras aplicaciones, que permiten actualizar contenidos de forma paralela a la versión oficial.
Los modders realizan modificaciones totales o parciales del videojuego, según el número y cantidad de elementos que se vean modificados. Una modificación parcial de un videojuego consiste en la realización de variaciones limitadas, que logran la actualización del videojuego sin necesidad de esperar una nueva versión oficial. Sin embargo, al hablar de modificación total se hace referencia a una creación de un juego nuevo que encuentra su germen en un videojuego anterior.
Muchas veces no es necesario comprar el videojuego original para disfrutar del mod, ya que existen mods totales con un desarrollo tan completo que no requieren del juego original para funcionar. Sin embargo, los mods parciales, por lo general, al incluir modificaciones de menor entidad, obligan a la instalación complementaria del videojuego original, algo muy beneficioso para las empresas desarrolladoras de videojuegos.
En principio, los mods son gratuitos, debido a que por su carácter de modificaciones no oficiales de juegos, pueden entrar en conflicto con los derechos de propiedad intelectual del videojuego. A pesar de su gratuidad inicial, un mod puede pasar a ser de pago de manera indirecta. Esto se produce cuando la propia empresa desarrolladora de videojuegos compra el mod y lo integra en el videojuego original o cuando la empresa contrata a los desarrolladores del mod para que trabajen para la compañía en el desarrollo del videojuego, de forma oficial.
Así fue el caso de uno de los mods más conocidos: el videojuego ‘Counter Strike’. Este juego se creó en 1999 sobre la base de un multijugador añadido al videojuego ‘Half-Life 1’, propiedad de la empresa estadounidense desarrolladora de videojuegos Valve. Al hacerse popular en la red, Valve contrató a los modders desarrolladores de ‘Counter Strike’, y así apareció en el año 2000 el videojuego ‘Half-Life: Counter Strike’.
Sin embargo, no debemos olvidar que la adición de elementos nuevos a un videojuego implica no sólo un atentado contra la integridad de la obra, sino también una transformación inconsentida de la misma. Todo ello supone atentar contra lo dispuesto en los artículos 9, 14.4 y 21 de la Ley de Propiedad Intelectual, al haberse llevado a cabo estas actuaciones sin contar con la debida autorización del legítimo titular de los derechos sobre el videojuego.
No obstante, a pesar de producirse una violación del derecho a la integridad y una transformación inconsentida, las grandes multinacionales dedicadas a la industria del videojuego no sólo se muestran pasivas ante estas tendencias, sino que además promueven el movimiento modder. ¿Por qué? Hay diversos factores que explican esta postura: los mods extienden la vida de los videojuegos, creando versiones actualizadas que hacen que el usuario se sigan enganchando al juego; crean nuevas vías de explotación de un videojuego, ya que permiten conocer qué actualizaciones busca el usuario; una posible modificación del videojuego es un incentivo en la compra del mismo.
En consecuencia, los mods constituyen una violación de los derechos de propiedad intelectual del videojuego que, desde su aparición, ha venido siendo consentida por las grandes multinacionales desarrolladoras de videojuegos.