El director español afincado en Hollywood, Jaume Collet-Serra, se ha convertido ya en una referencia del cine de terror y acción. Ahora dirige ‘Infierno azul’, una producción de Weimaraner Republic Pictures y Ombra Films, la productora de Collet-Serra, para Columbia Pictures. La película llega a los cines españoles el 15 de julio de la mano de Sony Pictures.
Protagonizada por Blake Lively y producida por Lynn Harris y Matti Leshem, el guión de ‘Infierno azul’ ha sido escrito por Anthony Jaswinski. Doug Merrifield y Jaume Collet-Serra son los productores ejecutivos, Flavio Labiano el director de fotografía y Hugh Bateup es el diseñador de producción. El montaje corre a cargo de Joel Negrony Marco Beltrami es el compositor de la banda sonora. La película, con un presupuesto de unos 17 millones de dólares, debutó en el mercado norteamericano el pasado 24 de junio en la cuarta plaza del ranking con más de 16,8 millones de dólares en casi 3.000 salas y un promedio por pantalla cercano a los 6.000 dólares.
En el thriller ‘Infierno azul’, Nancy Adams (Blake Lively) está haciendo surf en una playa aislada cuando sufre el ataque de un gran tiburón blanco. Aunque se encuentra atrapada apenas a 200 metros de la costa, para sobrevivir deberá poner a prueba su voluntad y hacer acopio de todo su ingenio, sus recursos y su fortaleza.
“La historia es increíblemente visceral, pero también es algo con lo que nos podemos identificar: hacer frente a nuestros peores miedos”, explica Matti Leshem. “¿Qué hace falta para que afrontes eso que nunca pensaste que pudieras afrontar? Y, naturalmente, en cierto sentido, se trata de una metáfora de todo lo verdaderamente difícil y complicado, aunque aquí está encarnado en un gran tiburón blanco”.
Nancy se encuentra enfrentándose al superdepredador de los mares. Este ejemplar es especialmente grande y letal, que hace lo que le dicta su instinto cuando capta el rastro de sangre y protege su fuente de comida, el cadáver de una gran ballena jorobada. Por muy ingeniosa que se vuelva Nancy, el tiburón está igualmente decidido a vivir y pondrá todo de su parte en una enconada lucha de voluntades.
El director encargado de orquestar esa lucha es Jaume Collet-Serra. “Todas las películas que ha hecho han estado cargadas de suspense”, opina la también productora Lynn Harris. “Consigue excelentes interpretaciones de sus actores, y entiende cada escena y cada fotograma desde el punto de vista de los espectadores, qué es lo que va a hacer más satisfactoria la experiencia para ellos en ese momento”.
Collet-Serra estaba entusiasmado de incorporarse al proyecto porque, asegura, “tenía un gran número de factores que, considerados en su conjunto, suponían un reto enorme para un director. Tiene una sola localización. Tiene agua. Animales. Y un personaje generado por ordenador. Cualquiera de estos elementos por separado ya constituye un reto, así que tenerlos juntos en una sola película la hacía muy interesante”.
Para el papel principal, el equipo responsable del proyecto eligió a Blake Lively. “Parece una joven que lleve toda la vida haciendo surf, pero denota una inteligencia, tiene verdadera presencia, resulta creíble que esta persona esté estudiando Medicina”, explica Harris. “Su interpretación es intensa y emocional, y es un papel difícil, ya que está en todos los planos de la película”. “Blake no solo es muy agradable, sino que es muy dura, muy lista y tiene muchos recursos”, afirma Collet-Serra. “Esos son los rasgos que queríamos que exhibiera Nancy”.
Rodar una película normalmente supone que te encuentras rodeado de muchas personas, pero hubo ocasiones en las que Lively tuvo que meterse en la piel de su personaje. Había un plano general en helicóptero de Lively sola en la roca, que naturalmente suponía que no podía haber nadie más cerca. “Llegué a nuestro set –nuestra roca y boya– en mitad del mar, y todos se marcharon y me dejaron allí para volver a la orilla. Me encuentro allí sentada, a unos trescientos metros de la orilla, esperando, sola, con una fuerte marea creciente, a que aparezca el helicóptero con la cámara sobrevolando la montaña. Tras unos minutos de pura soledad, llegó el helicóptero, grabó el plano y volvió a dejarme sola. Pasé una buena media hora en total allí sola, y pude sentir realmente la enormidad de la situación. Era precioso, pero a la vez aterrador. Fue una experiencia conmovedora”.
Collet-Serra afirma que Blake Lively fue mucho más que una actriz a sueldo. Como está en prácticamente todos los planos de la película, comenta, “Fue una verdadera socia en la narración de la historia. La adaptamos a medida para ella, todo pasa a través de ella. Estábamos todos de acuerdo en la película que estábamos haciendo y a ella le interesaba mucho colaborar con nosotros en ese proceso”.
Parte de ello es el punto de vista de Lively de que el tiburón no es ni mucho menos un demonio, sino otro ser vivo, como Nancy, que intenta sobrevivir. “Se ha convertido a los tiburones en villanos, la gente los ve como crueles y aterradores, como monstruos, pero no son nada de eso. El tiburón es un animal salvaje que se encuentra en su hábitat natural”, prosigue Lively. “Nancy siente gran compasión por el tiburón, incluso mientras lucha por sobrevivir. Me parece extraordinario sentir empatía y conexión en momentos tan dolorosos. Nancy tiene esa revelación cuando ve que fueron los humanos los que hicieron daño primero al tiburón. Le han dado caza. Brutalmente. Y no por supervivencia, sino por placer. Entonces entiendes los motivos del tiburón, su determinación, su voluntad, su desesperación por conquistar, dado que su supervivencia también depende de ello. Así que se convierte en una prueba entre dos voluntades. Ambas son víctimas. Pero solo una puede sobrevivir mientras la otra permanezca. Es una tragedia, pero así es la naturaleza”.
También aparecen en la película Ángelo Josué Lozano Corzo y José Manuel Trujillo Salas (alias “Yuco”), que hacen surf junto a Nancy en la playa. Collet-Serra recuerda: “Ángelo acababa de ganar un campeonato en México, así que lo busqué en Google, y vi todos sus vídeos. En uno de ellos, hacía surf con Yuco, y pensé: ‘Los quiero a los dos’, y la verdad es que salió muy bien. Tenían que ser no solo excelentes surfistas, sino muy buenos amigos”.
Lozano Corzo comenta que Lively se prestaba a todo, incluso a recibir consejos sobre surf de los expertos y devolver el favor. “Fue muy agradable, amable y fue divertido trabajar con ella”, comenta. “Se adaptó muy bien al surf, le enseñamos un poco a remar, y aprendió enseguida. Ya sabía un par de cosas de experiencias anteriores, así que creo que para ella resultó fácil y divertido. Le dimos otros consejos sobre surf que pensamos que le serían útiles en su situación, y los pilló rápido, e incluso les dio su propio toque personal. Y ella nos dio a nosotros algunos consejos sobre interpretación que Yuco y yo recibimos encantados”.
Óscar Jaenada completa el reparto como Carlos, un lugareño que sirve de guía a Nancy para llegar a la playa. “Es quien conoce el camino para llegar a ese lugar, es una playa muy bien escondida y resulta bastante difícil de encontrar”, explica Jaenada. “Más tarde, se da cuenta de que está pasando algo en esa playa y decide ir a ver”.
La localización principal del filme fue la isla de Lord Howe, una pequeña isla situada aproximadamente a 600 millas náuticas al este de Sídney. A los espectadores les atraerá el lugar por los mismos motivos por los que le atrae a Nancy: es uno de los pocos parajes naturales vírgenes y no explotados por el hombre que quedan en este planeta.
La mayor parte de la isla está cubierta por vegetación prácticamente virgen, con numerosas plantas y animales que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. En las aguas de color turquesa que la rodean, se pueden encontrar almejas gigantes, tortugas marinas, peces payaso, peces león, atunes, peces reales, peces mariposa y peces napoleón. “Es un lugar protegido como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, está bajo el control de un parque nacional, todas las aguas que la rodean están bajo el control de un parque marino y toda la gente que vive en la isla son isleños de quinta o sexta generación, que dan un profundo valor intrínseco a todo lo que sucede en la isla. El lugar es verdaderamente el alma de la película”, explica Duncan Jones, responsable de localizaciones del filme.
Jones fue el primero en sugerir la isla de Lord Howe como posible lugar de rodaje. “Está a dos horas y media en avión desde Sídney, entre Australia y Nueva Zelanda, en mitad del océano”, recuerda Leshem. “Fui allí con Jaume y Flavio Labiano, nuestro director de fotografía. Flavio, que es un verdadero artista, asoma la cabeza por la ventana y dice: ‘Mirad, mirad esa playa de ahí’. Miré la playa, me volví a Jaume, y supe que habíamos encontrado nuestra localización”. “Nuestra actitud era: ‘Cuatro fotogramas en esa playa valen más que dos horas de otra playa que no sea perfecta’”, explica Collet-Serra.
De hecho, ‘Infierno azul’ es el primer rodaje de cine a gran escala que se realiza en la isla de Lord Howe. Como se puede uno imaginar, filmar una película donde no se ha filmado nunca ninguna supuso todo un reto para el equipo de rodaje. “Hay 350 residentes y 400 camas para invitados, eso es todo”, comenta Harris. “No hay cobertura móvil, apenas hay Wi-Fi y muy pocos coches”. “Logísticamente, fue el proyecto más complicado en el que he participado jamás”, agrega Jones. “Teníamos que traer aquí a 100 personas del equipo de rodaje, con todo nuestro material, para lo que hubo que fletar 45 barcazas”. Aunque el equipo se trajo camiones a la isla, así no es como funcionan allí normalmente las cosas. “Todo en la isla se desplaza a pie, en bicicleta o en uno de los escasos coches que hay allí, así que teníamos bastantes limitaciones en cuanto a lo que podíamos llevar, lo que obligó a nuestro equipo a ser especialmente creativo”.
Irónicamente, el coordinador de especialistas Glenn Ruehland señala que el equipo de rodaje tuvo que utilizar escudos contra tiburones para evitar que se metieran escualos de verdad en la zona de rodaje. Collet-Serra y su equipo tuvieron que afrontar otro reto inesperado. “Se supone que es una playa virgen, pero contamos con bastante personal. Una vez teníamos elegido un lugar en la playa, decidíamos la puesta en escena y traíamos todo el material que necesitábamos para filmarlo, había pisadas por todas partes, pero teníamos que hacer que pareciera un lugar intacto e inmaculado. Acabamos creando senderos de gente que caminaba en fila india, para poder borrar luego las huellas, en la medida de lo posible”.
El equipo de rodaje estuvo diez días filmando en mar abierto en la isla de Lord Howe. “No se debe subestimar la fuerza del mar”, sentencia Collet-Serra, al describir el proceso. “Imagina intentar dirigir a un equipo para que coloque un enorme set en mar abierto con olas enormes, mientras Blake se encuentra en una tabla de surf y un cámara tiene que captarlo todo, mientras el tiempo no deja de cambiar, lo que hace que cambie la luz para una determinada toma, que tiene que coincidir con la luz de la toma que acabas de grabar”.
Como ejemplo de las dificultades que entrañaba rodar en el agua, Collet-Serra menciona una de las escenas aparentemente más sencillas. “La escena más imposible que filmamos fue una escena de diálogo, con Blake sentada en su tabla, hablando con los dos surfistas, que se encuentran a unos 30 metros de distancia”, prosigue Collet-Serra. “Para poder grabar una escena de diálogo, necesitas que la cámara esté estabilizada. Así que anclamos una grúa a cuatro puntos de un barco, con varios maquinistas intentando enderezar la grúa. Teníamos buzos sujetando a Blake para que no la arrastrara la marea, y a los dos surfistas intentando mantenerse en su posición. Teníamos nueve barcos, 70 personas y buzos en el agua para grabar lo que parece una escena sencilla”.
Aun así, en un lugar tan hermoso, todo compensó, ya que el equipo de rodaje –incluido el director de fotografía submarina y cámara “B”, Simon Christidis, A.C.S.– consiguió grabar algunas imágenes alucinantes. “Simon, nuestro director de fotografía submarina, era asombroso. Tomaba la cámara y filmaba a Ángelo y José haciendo surf; luego, por la tarde, me acercaba corriendo a él como un niño en Navidad para ver qué planos tan alucinantes había conseguido. La secuencia de surf de la película es increíble y es todo mérito de Simon y los surfistas”. La película también se filmó en el depósito de agua principal de los Village Roadshow Studios en Gold Coast, en Queensland, Australia.
A la hora de crear el tiburón, Jaume Collet-Serra quería conseguir un adversario digno que mantuviera a los espectadores en vilo. “Quería que el tiburón fuera una presencia durante la mitad de la película”, explica Collet-Serra. “Quería desvelarlo poco a poco, y que luego fuera como una fuerza de la naturaleza. Mi razonamiento es que si Nancy no consigue ver bien al tiburón, entonces los espectadores tampoco deberían poder verlo bien”.
Por motivos evidentes, el gran tiburón blanco del filme sería una creación digital. Los grandes tiburones blancos son una especie en peligro de extinción, que por lo general no sobreviven bien en cautividad. Por no hablar del peligro que supone filmar una película junto a un animal salvaje e impredecible. Collet-Serra colaboró con el departamento artístico para diseñar el tiburón. “Llegué a la conclusión de que el tiburón tenía que ser hembra”, comenta el director. “Las hembras son ligeramente más grandes, y la mayoría tienen grandes cicatrices producto del apareamiento. Visualmente, dan más miedo, ya que son más protectoras”.
Scott E. Anderson fue el supervisor de efectos visuales del filme. “Tanto Jaume como Diana Ibáñez, la productora de efectos visuales de la película, realizaron una intensa labor de documentación”, comenta. “A partir de las anotaciones de Jaume y nuestra conversación, Diana y él prepararon paquetes de documentación, con momentos de tiburones que le gustaban a Jaume, conductas y acciones generales de los tiburones. Esa fue realmente la base para nuestra biblioteca, esos pequeños momentos que le gustaban a Jaume”.
A la hora de animar el tiburón, el mayor reto de Anderson fue crear un personaje creíble. “El tiburón tiene un carácter muy coherente”, explica. “Nancy se mete sin querer en su territorio e interrumpe el mundo del animal. Y después de que el tiburón la haya herido, el escualo no ve a Nancy más que como comida. No es nada personal, el tiburón simplemente actúa como un tiburón. Hacia el final, cuando Nancy lucha por su propia supervivencia, el animal contraataca. Ambas hacen simplemente lo que tienen que hacer”.
El enorme tamaño del animal suponía una gran diferencia para los animadores. “No dejaba de repetirles a los animadores que pensaran en el tiburón como un gran camión diésel con mucha potencia y par de torsión, frente a un coche de ingeniería alemana, capaz de alcanzar muchas revoluciones”, prosigue Anderson. “Es grande y elegante, con una forma de nadar llena de fuerza y gracia. Utilizamos esa masa cuando está atacando la boya o golpeando cualquier otra cosa; posee un gran tamaño y es muy pesado”.
Estos dos atributos interconectados –el carácter del tiburón, que se deriva en gran medida de su tamaño– proporcionaron a Anderson las herramientas con las que ofrecer las emociones que imaginaba Collet-Serra. “Jaume tenía muy claro lo que quería en cuanto al factor miedo y el factor suspense del filme; a veces, aparece por sorpresa donde no te lo esperas, y otras se trata de un enorme tiburón que viene a por ti. Jugaba completamente con eso, así que conseguir que resultara igualmente real y aterrador era muy importante”.
El equipo de Anderson también tuvo que realizar una enorme cantidad de simulación de agua. Aunque el equipo utilizó una moto acuática durante el rodaje para crear cierto desplazamiento de agua, el tamaño del tiburón necesitaba mayor cantidad de desplazamiento, que se creó digitalmente. “Hace años, ni se te ocurriría emprender un proyecto así a esta escala”, señala Anderson. “Es asombroso cuántas de nuestras compañías pudieron ayudarnos tanto con la animación del tiburón, como con las extensiones de agua y la simulación de agua”.
El equipo de Anderson creó además un número sustancial de ampliaciones de decorados. Las partes de la película que exigían un entorno más controlado que la isla de Lord Howe se filmaron en un depósito de agua, al que hubo que añadir digitalmente el resto del entorno. “Creamos un mundo acuático virtual”, comenta Anderson. “Supuso una tarea enorme, probablemente tres cuartas partes de la película conllevan efectos visuales. Durante el rodaje, Jaume captó un hermoso entorno en 360º desde la posición de la roca en la que se encuentra Nancy. Ese entorno en 360º se convirtió en nuestro mundo virtual, que cubría todo, desde un día soleado, a una noche nublada, a primera hora de la mañana, todos los momentos que se ven en la película”.
“Hacer acción ya es suficientemente difícil trabajando en tierra”, opina el coordinador de especialistas Glenn Ruehland, “pero cuando trabajas en el agua y haces acción a la vez, o trabajas bajo el agua y haces acción, añade un segundo o incluso un tercer elemento de peligro. Conté con un equipo con mucha experiencia, y repasábamos metódicamente nuestras prácticas de seguridad cada mañana, ensayando con nuestros dobles especialistas, antes de meter a los actores, para asegurarnos de poder conseguir todos los planos que necesitábamos”.
El equipo de Ruehland trabajó en estrecha colaboración con el equipo marino e incluso con el equipo de efectos visuales, pilotando la moto acuática con la aleta, que hiciera las veces del tiburón durante el rodaje y desplazara el agua para crear ese efecto de forma práctica.