Referente de los cines de África en España, el Festival de Cine Africano de Tarifa Tánger (FCAT), el único que se celebra simultáneamente en dos continentes, ha sido reconocido con el Premio González Sinde 2019, otorgado por la Academia de Cine.
En su 17ª edición, este galardón destinado a homenajear la labor de aquellas personas o instituciones que, valiéndose del medio cinematográfico, lo emplean para la consecución de fines sociales, ha recaído en el certamen que dirige Mane Cisneros. «Llevamos 16 años trabajando para que en España se manejen otros conceptos a la hora de hablar de África más allá del ámbito de lo derechos humanos. Nuestra herramienta para desarticular los estereotipos es el cine. Que este galardón que viene del cine reconozca esta labor es el mayor honor que podíamos recibir», destaca la fundadora de este festival dedicado a mostrar la riqueza y diversidad de los cines del continente africano y de su diáspora.
«Normalizar» la imagen de África a través de sus cines es el objetivo fundamental del FCAT, que desde su creación utiliza el séptimo arte como herramienta de conocimiento y motor para la cohesión social. En sus años de andadura ha asistido a los cambios sociales y políticos de un continente con realidades muy diferentes a nivel cinematográfico.»En estos años hemos visto un relevo generacional con otros discursos, otras dinámicas, y con otras miradas, jóvenes cineastas que llegan con ganas de hacer cine para contarse a ellos mismos con un lenguaje cada vez más accesible a un mercado global. También se ha dado una transformación en el público del festival. Al principio, el que acudía procedía casi exclusivamente del ámbito de los derechos humanos, de las ONGs. Este público ha ido evolucionando y actualmente nuestro público es cinéfilo, asiste y participa en los debates porque le interesa África y el cine que se hace en África y sobre África. Este proceso en sus cines y en su público refleja el enorme dinamismo que define a este continente en todos los terrenos», expone Cisneros.
Doctora en Antropología y licenciada en Geografía e Historia, la directora del FCAT recuerda que el principal interés del certamen cuando empezó era desmontar los estereotipos «y contrarrestar la escasa o mala información que teníamos en España de las realidades africanas, que históricamente se han contado desde Occidente. Nosotros decidimos pasar el testigo a los cineastas africanos para que fueran ellos los que se contasen a sí mismos. Sus temáticas no difieren demasiado de las que podemos encontrar en cualquier otra cinematografía porque a todos los cineastas les inquieta y preocupa su realidad, su cotidianidad, sus sueños, su pasado, su futuro…».
Con un fondo fílmico que supera los 1.000 títulos, el Festival de Cine Africano de Tarifa Tánger clausuró el pasado mes de mayo su 16 edición, una convocatoria que tuvo una sección oficial paritaria –»en África la mujer tiene una fuerza telúrica. Cada año hay más directoras jóvenes con historias muy potentes y decididas a contar verdades y a lanzar mensajes»– y en la que aumentó en un 16% tanto el número de espectadores de películas como el público que participó en los encuentros y coloquios.
«El festival ha entrado en una adolescencia madura», señala Cisneros, para quien era un «paso lógico» el convenio que el FCAT ha firmado con el Universidad del Valle de Colombia que acercará el cine entre África y América Latina, «donde viven más de 200 millones de hijos de África. Nuestro objetivo es dar visibilidad a la comunidad afrodescendiente latinoamericana que ha vivido siglos de marginalización, dependencia y cosificación».