Chico conoce a chica. Dos aspirantes a artistas se saltan las costumbres de la vida cotidiana mientras ‘La ciudad de las estrellas – La La Land’ nos lleva por un exuberante recorrido musical a través del romance que cambiará la vida de un pianista de jazz y de una actriz en ciernes. La película es un canto al glamour y a la emoción del cine clásico, una carta de amor a Los Ángeles, ciudad de los sueños eternos, y también un romance moderno que reúne a Ryan Gosling y a Emma Stone a las órdenes del realizador Damien Chazelle (la oscarizada ‘Whiplash’).
El corazón de la ciudad de las estrellas: Letras y melodías
En el centro de ‘La ciudad de las estrellas – La La Land’ están las canciones originales que atraviesan la historia como lo harían normalmente los monólogos, los diálogos y las conversaciones. Para escribir las letras que encajaran con las composiciones, Justin Hurwitz y Damien Chazelle recurrieron a los letristas Benj Pasek y Justin Paul, que tienen en su haber producciones del calibre de ‘Dear Evan Hansen’, ‘Historias de Navidad’, ‘Dogfight’, ‘James y el melocotón gigante’ y ‘Edge’. Hasta entonces no habían tenido la oportunidad de crear un libreto para la gran pantalla.
Después de reunirse para comer una pizza con el director y el compositor durante un viaje a Los Ángeles, los dos letristas estaban más que dispuestos a participar en el proyecto. «La energía de Damien y de Justin era tremenda, y nos gustó la idea rendir un homenaje a los musicales clásicos del cine sin dejar de crear algo relevante para nuestra época«, dice Justin Paul.
«Muy poca gente hace películas musicales hoy en día», añade Benj Pasek, «y es algo que siempre nos había atraído». El destino también ayudó. Al regresar al piso del amigo donde se quedaban, los letristas se encontraron de nuevo con Justin Hurwitz y Damien Chazelle. Daba la casualidad de que el compositor vivía en el mismo edificio y les preguntó si les estaban siguiendo.
Nadie seguía a nadie, pero las cuatro mentes no tardaron en sincronizarse. Al igual que Damien Chazelle, los letristas se sintieron atraídos por el reto que representaba definir la borrosa frontera entre la realidad y la fantasía romántica. «Había que buscar un equilibrio. Queríamos mostrar lo duro que es intentar sobresalir en Los Ángeles, y también la alegría de dos personas que por fin tienen la oportunidad de vivir un sueño», explica Justin Paul. «No fue tarea fácil. Hubo muchas versiones acompañadas de muchas llamadas para encargar comida».
Otro reto era fusionar los personajes de Sebastian y de Mia con las canciones. «Sebastian es contracultural y poco convencional; fue un desafío interesante encontrar la letra adecuada·», explica Justin Paul. «Mia se lo toma más en serio«. Pero todo resultó más fácil en cuanto supieron que Ryan Gosling y Emma Stone eran los protagonistas. «Emma y Ryan añaden magia y profundidad, hay química entre ellos, son una inspiración«, añade Benj Pasek.
La música de Justin Hurwitz también les impulsó. «Es totalmente inesperada por ser tan melódica. En ningún momento resulta anticuada, al contrario, pero tampoco pertenece a 2016, está en un punto intermedio. La mejor música siempre es así. Nos esforzamos en estar a la altura», dice Justin Paul.
Ryan Gosling, hablando de las canciones, dice: «Ensayé esas canciones cuatro horas diarias durante tres meses. Lógicamente, es de suponer que no quiera volver a oírlas nunca», dice, riendo. «Pero vuelvo a escucharlas y siguen conmoviéndome, son realmente maravillosas. La partitura no podía ser mejor».
Dos de los temas, «Audition» y «City of Stars», interpretados por Emma Stone, se grabaron en directo en el plató para que los actores estuvieran totalmente metidos en el momento. «Fue difícil, pero estaba empeñada», explica la actriz. «Acababa de actuar en ‘Cabaret’, en Broadway, y sabía que el directo es algo más. Incluso si no llegas a la nota más alta o desentonas un poco, la interpretación es mucho más poderosa».
Las localizaciones de ‘La La Land’
Bailando en el cielo: La coreografía de Mandy Moore
Las canciones de ‘La ciudad de las estrellas – La La Land’ dieron pie a increíbles números de baile que aparecen de manera natural a lo largo de la historia. Damien Chazelle siempre imaginó números musicales tan ingeniosos, imaginativos y libres como los que se veían en los musicales de los cincuenta, pero con una energía y un ritmo adecuados para un público acostumbrado a los iPhones y a YouTube.
Para conseguirlo, trabajó con la coreógrafa Mandy Moore, ganadora de dos Emmy y que se dio a conocer por su innovador trabajo en el programa de reality ‘So You Think You Can Dance’. La coreógrafa también ha diseñado números musicales para los escenarios y para vídeos musicales, además de haber coreografiado ‘El lado bueno de las cosas’, de David O. Russell.
El productor Marc Platt recalca que la coreografía de una película es algo muy específico. «No tiene nada que ver con la coreografía para un escenario», explica. «Sobre todo cuando la cámara se mueve con total fluidez, como ocurre en ‘La ciudad de las estrellas – La La Land’. Hace falta un profesional con una comprensión intuitiva de cómo se mueven los bailarines y la cámara».
Mandy Moore aceptó con entusiasmo participar en una película tan ambiciosa. «Soy una apasionada de las películas musicales típicas de Metro-Goldwyn-Mayer», reconoce. «La danza es mi vida, y fue maravilloso descubrir cómo Damien quería entrar en ese mundo».
El director y la coreógrafa pasaron horas hablando de la historia del cine musical. «Desde el momento que conocí a Damien, me bombardeó con referencias de escenas de películas musicales«, sigue diciendo. «Estoy convencida de que no hay otro director con tantos conocimientos sobre musicales como él».
Damien Chazelle encontró un alma gemela en Mandy Moore. «Sabe muchísimo de danza clásica, pero también necesitábamos a alguien que creara números que no se hubieran visto aún en la gran pantalla», dice el realizador. «Lo más importante era entender que la coreografía no solo debía tener en cuenta el personaje, sino también el movimiento del cuerpo. Siempre he creído que bailar debe parecer natural. Le expliqué a Mandy que, en esta película, bailar, cantar e interpretar formaban un todo, que no debía haber una separación. También fue de gran ayuda que Mandy ensayara con Ryan y Emma, además de diseñar la coreografía. Solo así fue posible que los números musicales nacieran realmente de la relación entre Ryan y Emma. La danza es un medio maravilloso para contar la historia de dos personas que se enamoran, para expresar la emoción y el escalofrío que se siente al verse por primera vez».
Damien Chazelle y Mandy Moore querían introducir la coreografía en los cimientos de la historia mediante un estilo sumamente contemporáneo; en otras palabras, querían romper la cuarta pared que a menudo hace del espectador un receptor pasivo.
«Al principio, Damien y yo hablamos de cómo conseguir que el público se metiera dentro de los números musicales y tuviera una reacción emocional«, recuerda la coreógrafa. «Nuestra intención era crear la sensación de que Sebastian y Mia son personas reales que, por unos momentos, trascienden las fronteras de la vida cotidiana».
Mandy Moore lo explica: «Siempre supe que Damien quería rodar los números musicales como se hacía antes, sin cortes, al modo de un plano secuencia. La idea me encantaba, pero empecé a pensar en cómo hacerlo». Ríe abiertamente antes de seguir: «Llegó un momento en el que comprendí que, para crear algo mágico, debía vencer el miedo y tirarme a la piscina«.
Para rodar números tan complicados hizo falta una minuciosa planificación, y Mandy Moore reconoce que siempre se preguntaba si el sentimiento seguía vivo con tanta preparación.
Y ese sentimiento dependía en buena medida de Ryan Gosling y Emma Stone, que se aprendieron un sinfín de números, a pesar de no ser bailarines profesionales. La coreógrafa decidió encargarse de los ensayos para no separar el aspecto creativo del trabajo físico en sí. «Creo que parte de la magia que desprende la pareja formada por Ryan y Emma se debe a que muchos movimientos fueron creados mientras ensayaban«, explica. «Los movimientos eran parte intrínseca de sus personajes. Los dos se esforzaron muchísimo y cada día llegaban llenos de energía, dispuestos a seguir. Parecían disfrutar enormemente bailando, era maravilloso verlos».
El primer número, «Traffic», en el que un atasco en una de las autopistas de Los Ángeles se transforma en un baile, planteaba grandes problemas. «Requirió muchísimo trabajo», explica la coreógrafa. «Las paredes de la oficina estaban cubiertas con notitas especificando la marca de cada coche y quién estaba en el techo de qué coche y qué coche debía ser reforzado. La logística fue monumental».
Además, nada podía salir mal durante el rodaje, ya que disponían de un tiempo muy limitado en el intercambiador de la autopista. Para asegurarse de que todo iría bien en cuanto las cámaras empezaran a rodar, hubo múltiples ensayos previos. «No podía haber ningún fallo», recuerda Ryan Gosling. «Empezamos a ensayar con tres meses de antelación para que Damien pudiera captar en una sola toma exactamente lo que quería».
Mandy Moore no duda en reconocer los méritos de los bailarines: «Los bailarines de la escena ‘Traffic’ son los héroes olvidados de la película. Trabajaron en condiciones nada idóneas. No es fácil bailar encima de coches en medio de una autopista a 37 grados a la sombra. Pero consiguieron crear un momento realmente mágico».
Otra secuencia que planteó serios problemas a Mandy Moore fue «Someone In The Crowd», donde la cámara sigue a Mia desde que se prepara con sus compañeras de piso para ir a una fiesta en una casa impresionante casi completamente acristalada, hasta que se tira a la piscina. «Rodar ese número fue una locura total», recuerda la coreógrafa. «Ni siquiera puedo empezar a explicar lo que hicimos para conseguirlo, pero cuando vi el copión al día siguiente, el resultado era asombroso: los colores, la cámara, el vestuario y el baile encajaban a la perfección».
Damien Chazelle había concebido el número con el fin de exponer el dilema que se presenta a los jóvenes aspirantes a artistas en Hollywood cuando deben compaginar su vida laboral y social. «Muestra un debate aparentemente sencillo que persigue a muchos aspirantes a artistas», dice el realizador. «¿Vas a una fiesta o te quedas en casa ensayando? Pero también va más allá, ¿qué estás dispuesto a hacer para alcanzar tu sueño? ¿Estás dispuesto a transigir, a venderte, a ser otra persona? El número ‘Someone In The Crowd’ nos muestra que Mia se siente muy incómoda en una situación semejante».
Para Mandy Moore, el momento cumbre de la película es el número en el Planetario, para el que creó lo que llama un baile «sin gravedad» con Ryan Gosling y Emma Stone bailando un vals colgados en el aire. «Nuestra idea era que el espectador sintiera que Sebastian y Mia bailan un maravilloso vals porque no pueden hacer otra cosa», explica. «El trabajo de la cámara es impecable y los sentimientos se notan».
Uno de los números favoritos de Emma Stone es «Duet», que pasa de la búsqueda de un coche aparcado, a un número en una colina que domina la ciudad. «Aquí es donde nuestros personajes conectan de verdad por primera vez», dice la actriz. Mandy Moore añade: «Es un momento de gran importancia, y hablamos muchísimo los cuatro, Damien, Ryan, Emma y yo, para decidir cómo hacerlo. El plano secuencia dura unos seis minutos. Era muy importante comunicar la alegría del momento en que, por primera vez, bailan al unísono».
El gran final de la película, ‘Epilogue’, también era el número más largo. Se cruza Los Ángeles hasta un París imaginario para luego volver. «‘Epilogue’ es una preciosa fantasía y el departamento artístico se esmeró con los decorados, era una maravilla», recuerda Mandy Moore. «Había treinta bailarines con Ryan y Emma en medio para su último gran momento juntos. Conmueve, no hay otra palabra».
El supervisor musical Steve Gizicki fue el encargado de controlar la logística de los complejos números musicales, los ensayos generales y el plan de rodaje. «Tal vez sea la película más complicada que he hecho, pero también la más gratificante», reconoce.