El sector del cortometraje español se siente maltratado o al menos sus profesionales no sienten el apoyo institucional de sus homólogos europeos. Las diferentes asociaciones del cortometraje que operan en España convocan para el 22 de enero a las 12:00 horas una concentración festiva frente a la sede del Ministerio de Cultura (Plaza del Rey, 1 28004 Madrid).
El colectivo, integrado por el Coordinadora del Cortometraje Español, la Plataforma de Nuevos Realizadores y la Asociación de la Industria del Cortometraje, solicita «la revisión del marco legal actual para que, de la aportación de televisiones y plataformas, haya al menos un uno por ciento destinado al cortometraje, como vienen reivindicando todas las asociaciones y federaciones de productores, entidades de gestión y demás asociaciones y entidades de la industria del cine, sin que nadie haya atendido su petición.
Igualmente aboga por la creación la Agencia Española del Cortometraje, «un organismo que centralice las labores de producción, promoción, conservación, distribución, protección, formación, comunicación e innovación. Con personal, recursos y presupuesto suficiente, con visión estratégica».
No es la primera vez que el sector del corto nacional muestra su descontento. Hace solo unos meses las asociaciones relacionadas con el mundo del cortometraje (AIC, PNR, Coordinadora Cortometraje) junto a todas las asociaciones y federaciones de productores (PIAF, AECINE, PROA, MAPA, DIBOOS, PROFILM), entidades de gestión (DAMA, SGAE) y otras asociaciones y entidades de la industria del cine (PRÓXIMA, CIMA, PANTALLA, ACCIÓN, CINA) se unían para solicitar que, dentro de la Ley General de Comunicación Audiovisual (LGCA), se aplicase la obligatoriedad de asignar un uno por ciento anual por parte de las televisiones públicas para la financiación anticipada de cortometrajes.
También, hace varios años, la Coordinadora del Cortometraje Español, emitió un comunicado para quejarse del trato recibido por este formato en la gala de entrega de los 32ª Premios Goya. Esta es una de las muchas luchas mantenidas en los últimos años.
Ahora vuelven a alzar la voz y lanzan un manifiesto firmado por diversas asociaciones y por multitud de profesionales a título individual, el texto, bajo el título: ‘El Cortometraje Español no puede seguir abandonado’, dice lo siguiente:
El próximo 24 de enero la Academia de Hollywood anunciará los candidatos a los Oscar de este año. Por primera vez en la historia, cuatro películas españolas están entre las 15 que optan a la nominación como mejor cortometraje de ficción, un hecho que debería hacernos reflexionar.
En las últimas dos décadas, nuestro país se ha convertido en una gran potencia mundial del audiovisual de corta duración: los cortometrajes españoles han sido nominados al Oscar en nueve ocasiones (por fin se ganó el año pasado), han obtenido la palma de oro en Cannes, el león de oro en Venecia, el premio de la Academia Europea del Cine, el gran premio del jurado en Sundance… la lista de premios internacionales es interminable.
Dos cortos españoles ostentan el Récord Guinness a los más premiados del mundo (en ficción y animación). Incluso se vino para España el premio del primer concurso mundial de cortos que organizó Ridley Scott para YouTube y al que se presentaron 15.000 trabajos de todo el planeta. Sin embargo, a pesar de todo este reconocimiento, nuestro país sigue dándole la espalda a un formato que, por muchas razones, merece y necesita una mayor atención.
Resulta paradójico tanto premio internacional cuando somos el único país de nuestro entorno que no cuenta con un organismo público dedicado en exclusiva al sector del cortometraje, como tienen Francia, Alemania, Italia, Portugal y Bélgica. Otros países cuentan con departamentos especializados (Irlanda, Holanda, Suecia, Noruega, Croacia, Eslovenia, Lituania) y todos ellos se unen en una red europea de agencias del cortometraje en la que España no tiene representación oficial.
En nuestro país el cine corto ha sido abandonado a su suerte por los sucesivos gobiernos. No hay una estrategia ni una política nacional. Pareciera que los cortometrajes fueran como las flores silvestres. No se sabe cómo aparecen, simplemente están ahí y son bonitos. Nadie cree necesario hacer nada por ellos. Gran error.
Todos estos países han comprendido la importancia de un formato fundamental en estos tiempos. Desde los nuevos soportes educacionales en píldoras de vídeo hasta el marketing o las redes sociales, todo es audiovisual y además predomina el formato corto. Manejar los códigos, el lenguaje y las herramientas resulta vital. Pero es que, además, el cortometraje supone la puerta de entrada a la profesión, es la escuela y la cantera. No podemos descuidar los cimientos de nuestra industria cuando la demanda de contenido audiovisual en castellano no para de crecer en un mercado globalizado que bien podríamos liderar.
Los cortometrajes no son el hermano pequeño de nadie, hablamos de CINE con mayúsculas, de creación artística de primer nivel, de grandes valores de producción, de profesionales que saltan de un formato a otro como Coixet, Querejeta, Fesser o Almodóvar. Los cortometrajistas son verdaderos héroes emprendedores de la Cultura, son el I+D+I del sector audiovisual.
El cortometraje es el terreno ideal para la experimentación, para la innovación, en técnica y en herramientas de producción y distribución, para investigar otras formas de hacer industria o abrir nuevos horizontes. Es el formato idóneo para el consumo en dispositivos móviles, es un formato con futuro en el que claramente destacamos. Sin embargo, seguimos sin apostar por él.
Si España quiere convertirse en el HUB audiovisual de Europa, es fundamental que disponga de un organismo público nacional, autónomo y competente, que se encargue de los asuntos del cortometraje como ocurre en los países de nuestro entorno, un organismo que centralice las labores de producción, promoción, conservación, distribución, protección, formación, comunicación e innovación. Con personal, recursos y presupuesto suficiente, con visión estratégica. Y con la necesaria implicación de las televisiones (públicas y privadas) y las plataformas a través de la inversión en cine a la que están obligadas desde 2004 pero que, pervirtiendo el espíritu de la ley, jamás ha recaído en los cortometrajes a pesar de que se producen 10 veces más cortos que largos.
Es un absoluto despropósito que, del dinero que llega al cine desde televisiones y plataformas, no haya NADA para los cortometrajes. Es una situación inadmisible, tan carente de lógica que debería avergonzarnos. Por eso, exigimos que se revise el marco legal actual para que, de la aportación de televisiones y plataformas, haya al menos un 1% destinado al cortometraje, como vienen reivindicando todas las asociaciones y federaciones de productores, entidades de gestión y demás asociaciones y entidades de la industria del cine, sin que nadie haya atendido su petición.
Apostar por el cortometraje repercute en todo el sector audiovisual, consiguiendo una industria mejor y más poderosa. No hacerlo es un error que no nos podemos permitir.
POR NUESTRO 1%.
POR UNA AGENCIA NACIONAL DEL CORTO.
POR EL CINE ESPAÑOL.
¡YO VOY DE CORTO!