Lucerna, Suiza, los Premios del Cine Europeo, han sido, seguramente, la última parada de ‘Dispararon al pianista’, la segunda película de animación dirigida por Fernando Trueba a partir de su amistad con Javier Mariscal.
El filme, estrenado en salas españolas en octubre de 2023, optaba a dos galardones de la European Film Academy: el de mejor película de animación y el de mejor película a secas, dado que la institución decidió modificar las bases de los premios para que todos los largometrajes, sean de imagen real o en animación, de ficción o documentales, estén en igualdad de condiciones. No hubo suerte para esta historia que sigue a un periodista neoyorquino que trata de averiguar las razones de la desaparición de un joven y virtuoso pianista brasileño.
Aun sabiendo que ‘Dispararon al pianista’ lo tenía difícil este año, porque el fenómeno letón ‘Flow’ tenía todas las papeletas compradas para destacar en la categoría de animación, Fernando Trueba no dudó en asistir a la ceremonia en la que, recordemos, el filme francés rodado en español ‘Emilia Pérez’ se alzó gran ganador de la noche con cinco premios. «La nominación de ‘Dispararon al pianista’ en los Premios del Cine Europeo me pilló por sorpresa», comentó el cineasta en conversación con Audiovisual451 en Lucerna. El filme es una producción de Cristina Huete (Fernando Trueba PC), en colaboración con Serge Lalou (Les Films d’Ici) de Francia, Janneke van de Kerkhof (Submarine Sublime) de Países Bajos y Humberto Santana de Portugal.
Antes de que Pablo Berger se convirtiera en abanderado de la animación como técnica y no como género, Trueba ya lo descubrió hace tiempo, desde que hiciera ‘Chico y Rita’, también con Javier Mariscal, en 2010. «Me pasa muchas veces que, cuando estoy haciendo un documental o una película en animación, la gente me pregunta «pero, ¿cuándo vas a hacer otra película?», como si lo otro no lo fueran.» En el caso de ‘Dispararon al pianista’ tiene el añadido de que está dirigida a un público adulto, lo que dificultó todavía más el puzle de financiación. «La animación para adultos no tiene todavía un público. Es más, de mis amigos y gente cercana, creo que la mayoría no irían nunca a ver una película de animación si no fuera con niños. Hacer una película como esta es saber que estás jugándotela, de alguna manera, sabiendo que vas a perder», comenta Trueba con esa serenidad que le caracteriza. El madrileño, a punto de entrar en la setentena, reconoce que nunca ha tenido especial tradición de lectura de cómics ni de consumo de producciones de animación, «a mis padres no les gustaba que leyéramos tebeos, no los consideraban libros, y casi mejor no haberlos leído», en referencia a la ideología radical que podían desprender esas publicaciones en los años 50 y 60.
Amante del cine, Trueba va a la sala «todo lo que puedo. Incluso si puedo ver una película en casa y en el cine, prefiero ir al cine.» Entre sus últimos descubrimientos, ‘Ainda estou aquí’ (‘Aún estoy aquí’), la última película del brasileño Walter Salles que estrenará en España próximamente Vértigo Films, y «una obra maestra: ‘La luna se levanta’, de la japonesa Kinuyo Tanaka, producida el año que yo nací, 1955. Me ha emocionado muchísimo descubrir una película de tal belleza, de tal pureza. Está a la altura de John Ford, de Jean Renoir. No es ninguna broma.» Su hijo, Jonás Trueba, le recomendó ‘La luna se levanta’, disponible en Filmin, «busqué en el libro de Donald Richie sobre cine japonés y no hablan de ella», dice sorprendido.
En 2024, Fernando Trueba ha estrenado ‘Isla perdida’, un thriller romántico con Aida Folch, Matt Dillon y Juan Pablo Urrego, y ha participado como actor en ‘Volveréis’, el último filme de su hijo Jonás. El cineasta tiene ya escritos un par de guiones y está trabajando en un documental sobre música, su otra gran pasión, del que ya ha rodado una parte. Sin querer dar muchos detalles, confiesa que llegó a mover un proyecto de serie de ficción entre plataformas de Latinoamérica, «decían que les parecía muy política, cuando, en realidad, es una serie de aventuras. Creo que sería acojonante de buena y, de vez en cuando, pienso en que estaría bien retomar el proyecto, llegamos a tener un socio coproductor, incluso.»
Consciente de que la inteligencia artificial puede llegar a afectarle directamente en su trabajo, Fernando Trueba se muestra totalmente ajeno a ella: «Me la suda. ¡Perdón por la expresión! Pero es que no me importa. Leo todos los días el periódico y cada vez que veo un titular sobre inteligencia artificial, paso la página. Supongo que es trascendental e importantísimo pero es que no me interesa. Me parece bien que tenga aplicaciones positivas en medicina, en ciencia, pero me niego a que la inteligencia artificial tenga nada que ver con el arte. Lo que pasa es que hay tantos artistas que no lo son, que probablemente les venga bien.»
De la misma manera, rechaza palabras como «contenido» o «audiovisual». «No entiendo cuando alguien dice que está estudiando comunicación audiovisual. Hay que estudiar cine. Llamar a una película ‘contenido’ es tratarlo como si fuera un relleno. Es como si alguien dijera ‘tenemos una cadena de televisión y necesitamos rellenar hora y media’. No. Cada película es una película y es una aventura.» Trueba añade que «no quiero ser un viejo gruñón que piensa que otro tiempo pasado fue mejor, pero sí creo que la cinefilia, tal como era en mi época, ha desaparecido.»
