Jesús Ulled Nadal: «‘El Salto’ es un ejemplo de que no todo lo que producen las televisiones son contenidos para el gran público»

Jesús Ulled Nadal, productor de ‘El Salto’

Después de pasar por el 27º Festival de Málaga, el 12 de abril llega a los cines españoles ‘El Salto’, la nueva película de Benito Zambrano (‘Solas’, ‘La voz dormida’, ‘Intemperie’) con un claro acento social. Se trata de una producción de Jesús Ulled Nadal para Cine 365 Films Canarias AIE, Cine365 Films Producciones Cinematográficas y Virtual Contenidos.

Carlos Fernández y Laura Fernández Brites, para Castelao Pictures (Filmax) producen también el filme, en coproducción con Jèrôme Vidal para Noodles Productions (Francia). ‘El Salto’ cuenta además con la participación de RTVE, Movistar Plus +, Orange, Canal Sur Radio y Televisión y CREA SGR, con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid y de la Madrid Film Office; y con la financiación del ICAA y del ICO. Con un presupuesto de más de cuatro millones de euros, la película recibió un millón de euros en las ayudas generales del ICAA del año 2021.

Jesús Ulled Nadal

El director andaluz, vuelve a ponerse detrás de la cámara con una historia que denuncia la situación que viven los migrantes subsaharianos, no solo en su periplo por la oportunidad de traspasar las puertas hacia Europa, sino también en su lucha por conseguir una vida digna, una vez han conseguido entrar.

Moussa Sylla, Edith Martínez-Val, Nansi Nsue, Mariola Fuentes, Paz Sayago, Vicenta Ndongo, Vicky Peña, Norberto Trujillo y Eric Nantchouang, son algunos de los desconocidos protagonistas de la película, que cuenta con guion Flora González Villanueva.

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El productor Jesús Ulled Nadal cuenta a continuación las vicisitudes de esta producción cuyo rodaje entre la ciudad de Madrid, sus alrededores y Tenerife se llevó a cabo hace ahora casi dos años.

Audiovisual451: Teniendo en cuenta que ‘El Salto’ se rodó en 2022, ¿Por qué habéis esperado hasta ahora para estrenarla?

Jesús Ulled: «Este retraso es consecuencia de un rodaje y una producción larga y costosa. La preproducción fue muy dura y un buen ejemplo de lo complejo que ha sido hacer esta película es la secuencia del salto, en la que utilizamos una réplica exacta de la valla de Melilla, construida por la misma empresa que levantó la valla original. Como se puede ver en la película, en realidad no estamos hablando de una sola valla, ya que en total son cuatro, una en suelo africano y tres en territorio español. Pero para resumir todas las vicisitudes, el rodaje coincidió con el estallido de la guerra en Ucrania y la consiguiente subida de precios, lo cual multiplicó por dos el presupuesto previsto. Los precios se empezaron a disparar cuando ya estábamos en plena preproducción. Si ya es difícil hacer cine de por sí, cuando te topas con coyunturas internacionales que no puedes controlar, lo es mucho más. Además, esta película trata una temática durísima y no fue nada fácil venderla para su financiación».

A451: ¿En qué medida se vio incrementado el presupuesto, respecto a lo inicialmente previsto?

J.U.: «Pues diría que ha crecido en torno a un 30 por ciento, de manera que los 3,5 millones de euros que preveíamos cuando solicitamos las ayudas se han convertido en 4,2 millones de euros, finalmente. Se suele pensar en la figura del productor como alguien que gana dinero haciendo películas y arriesga relativamente poco, pero en esta película hemos cobrado un 80 por cioento menos de lo que deberíamos haber cobrado para cubrir ese gap. Como el capitán, que siempre es el último en abandonar el barco, el productor de una película es el último en cobrar. Y el caso es que, a pesar de que el presupuesto se ha incrementado en un 30 por ciento, en esta producción no se ha dejado de pagar ni a un solo proveedor ni una sola nómina, por lo que todo este peso ha recaído sobre la producción ejecutiva y los gastos generales que nos corresponden como productores, es decir, sobre nuestros beneficios industriales. Pero bueno, con que llegue el mensaje que queremos transmitir, me doy por satisfecho».

A451: Filmax también ha entrado en la producción… 

J.U.: «Apostamos por coproducir con Filmax porque queríamos contar con un distribuidor como socio».

A451: ¿Y os ha cerrado muchas puertas esa temática tan sensible?

J.U.: «La verdad es que no. Al tratarse un tema tan duro, yo le pedí a Benito Zambrano que se tomase todo el tiempo que necesitase para investigar y contar así esta historia, que es ficción pero con una base muy real. Por ejemplo, la policía, que tiene una presencia bastante importante en esta película, aparecía retratada de una manera muy cruda en la primera versión del guion escrito por Flora González Villanueva, así que pedí que se rebajase un poco el tono para evitar caer en el sensacionalismo. Entendemos que los policías y los guardias civiles solo hacen su trabajo. No disfrutan, hacen lo que hacen porque están cumpliendo la ley, es la realidad. Lo que queremos denunciar en esta película es el problema de las fronteras y lo que pedimos es que se abran y se gestionen de otra manera, no que se eliminen. Es evidente que un Estado tiene que controlar quién entra en su territorio, pero pensamos que para evitar que entren personas, que en su mayoría no son delincuentes, no es necesario este tipo de vallas inhumanas que causan muertes».

A451: Hay muchos los prejuicios…

J.U.: «Y lo peor de todo es que hay partidos políticos que, para ganar votos, utilizan ese discurso falso de que los inmigrantes vienen aquí a robarnos y a quitarnos los trabajos. Por eso, lo que nosotros pretendemos con esta película es que, cuando el espectador vea a un grupo de inmigrantes subsaharianos vendiendo en la calle, empatice con ellos y entienda de dónde vienen y lo que han sufrido para llegar hasta aquí. Lo único que quieren es ganarse la vida para mantener a sus familias, pero lo que se encuentran es que se les cierra una puerta tras otra. La realidad es que es muy difícil que la gente vaya al cine a ver una película con una temática tan áspera, teniendo en cuenta la oferta actual de cada semana. La película ya está financiada, pero nos preocupa mucho la taquilla, ya que nos daría mucha pena que tenga unas cifras muy bajas. Es muy posible que ‘El salto’ no funcione en los cines, pero estamos muy orgullosos del trabajo que hemos hecho. Me preocupa también que, ante tanta competencia, no llegue este mensaje tan necesario».

A451: ¿Y cómo llegó a tus manos este proyecto?

J.U.: «Lluís Quílez y Flora González son quienes me dieron a conocer el proyecto. En un principio, el director iba a ser el propio Lluís, pero, a escasas semanas de comenzar la preproducción, con la película ya financiada, Netflix le propuso hacer la serie ‘Mano de hierro’ y él me pidió retrasarlo todo y esperar un año y medio. Sintiéndolo mucho, le dije que ya habíamos firmado todos los contratos con las televisiones y contábamos con ayuda del ICAA y no podíamos retrasar tanto el rodaje. No fue fácil asumir esta situación ni encontrar un nuevo director. Terminamos optando por Benito Zambrano, por su trayectoria repleta de películas de carácter social, además de ser un grandísimo director de actores. Consideramos que la experiencia de Benito le convertía en la alternativa adecuada para un proyecto tan ambicioso y, por suerte, en ese momento estaba disponible. Entiendo las prioridades profesionales de cada uno, pero lo cierto es que la salida de Lluís fue un gran disgusto».

A451: ¿Se hicieron cambios en el guion con la incorporación de Benito Zambrano?

J.U.: «Cuando un director recibe un encargo, intenta hacer siempre suyo el proyecto, dejar su sello en la película. Esto es algo muy comprensible. Hay directores que hacen películas más marcadas por un género o un determinado patrón, pero Benito Zambrano es director y autor al mismo tiempo. Por tanto, aunque la trama siguió siendo la misma, lo que él hizo fue modificar una serie de secuencias para hacer más hincapié en unos aspectos que en otros, reescribir diálogos. La película dirigida por Lluís iba a tener mucha más acción y aventura, mientras que la de Benito ha terminado siendo una historia mucho más social y de denuncia, centrada en los personajes y con más verdad, menos ficcionada».

A451: ¿Cómo fue todo el proceso de documentación?

J.U.: «Benito estuvo documentándose durante tres o cuatro meses y viajó a Melilla varias veces para entrevistarse con migrantes, policías, políticos, miembros de asociaciones y trabajadores de ONGs… Hizo infinidad de entrevistas y esto contribuyó a que lo que se cuenta en la película sea totalmente real. Por poner un ejemplo, en la secuencia del salto de la valla trabajaron más de 140 extras en total y gran parte de esa figuración especial que salta en pantalla era gente que había saltado la valla realmente y sabía lo que era hacerlo. En su mayoría, se trata de gente que, tras entrar en España por Melilla, consiguieron papeles y empleo y que ahora, han vuelto a revivir esa experiencia tan tremenda delante de las cámaras. Detalles como este hacen que la película sea mucho más real».

A451: El reparto con actores desconocidos es otra de las claves ¿no es así?

J.U.: «La película es una coproducción con Francia y prácticamente la mitad se ha rodado en francés, ya que muchos de estos migrantes proceden de antiguas colonias francesas. El casting se hizo en París y en Madrid y durante ese proceso dimos con los tres protagonistas, que son actores profesionales, aunque este es su primer papel importante. Desde el principio, Benito dijo que no quería caras conocidas, y discutimos mucho sobre ello, dado que yo pensaba que, si no contábamos con una cara con algo de tirón, nos iba a costar llegar al público en los cines. Él, siempre en defensa de un cine más real, argumentaba que el hecho de ver a un actor conocido en pantalla sacaría a los espectadores de la realidad que pretendíamos retratar. A mí me preocupaba mucho que la gente no fuera al cine a ver esta película. Intenté convencer a Benito sin éxito, pero, en cualquier caso, estamos encantados con el resultado final y el casting, porque a todos ellos te los crees en todo momento, percibes el miedo en sus caras».

A451: ¿Cómo fue la coproducción con Francia?

J.U.: «Se trata de una coproducción completamente orgánica, puesto que, teniendo en cuenta la importante herencia francesa todavía presente en África, empezando por el idioma, pensamos que esta película tenía que haber una parte francesa. También hemos recibido ayudas del gobierno francés para financiar la película y Jérôme Vidal, nuestro socio francés, que coproduce habitualmente con España y acumula una experiencia importante, nos ha ayudado muchísimo. En Francia, donde la inmigración es también un asunto complicado, saben bien lo que ocurre en la frontera española, lo cual lo hizo todo más fácil».

A451: Finalmente, habéis contado con muchos apoyos…

J.U.: «Contamos con el apoyo del ICAA, Orange, Movistar Plus+, TVE y Canal Sur, y la verdad es que ya no se puede pedir más. Estamos muy agradecidos a los financiadores por haber apostado por un proyecto tan arriesgado. Nuestra película es un ejemplo de que no todo lo que producen las televisiones son contenidos para el gran público y, en este sentido, Benito y yo siempre estuvimos de acuerdo en hacer una película entretenida, si es que se puede utilizar un adjetivo así cuando tratas un tema como este. Queríamos que secuencias como la del salto de la valla fueran lo suficientemente trepidantes como para enganchar al espectador y detrás de todo eso hay diez días de rodaje nocturno en los que los actores se dejaron la piel para escalar esa réplica de la valla de Melilla, con muchas grúas y todos los elementos de seguridad de por medio. Si bien la reproducción de la valla, con las concertinas y demás, era idéntica, sí que tuvimos que reducir su altura unos dos o tres metros para ajustarla al plano, pero todo lo demás es una réplica completamente exacta, ya que no queríamos faltar a la verdad».

A451: ¿También es real la historia de que solo había una joven que había podido saltar la valla?

J.U.: «Es totalmente real. Se trata de una niña de 15 años que logró saltar a la primera, además y nos sirvió de inspiración para crear el personaje de Aminata. Creo que este tipo de situaciones nos tienen que hacer darnos cuenta del sinsentido que supone todo esto, lo cual no significa que exijamos que se supriman las fronteras, porque es evidente que tienen que existir. Lo que demandamos es que no se cierren de esta manera. Los necesitamos».

A451: La película también retrata la parálisis institucional ante situaciones que son muy injustas…

J.U.: «Así es y lo peor de todo es que puede ir a más. Es probable que Donald Trump vuelva a ganar las elecciones estadounidenses, en España tenemos una extrema derecha que crece a costa de su denuncia de las políticas de inmigración y en Europa, tres cuartos de lo mismo. Me hubiera gustado contar con un poco más de dinero para hacer esta película, pero la verdad es que hemos logrado sacarla adelante con lo que teníamos y estamos muy orgullosos».

A451: Lo cierto es que, cuando termina la película, uno se queda con ganas de saber más sobre el futuro de los protagonistas…

J.U.: «Realmente, en un principio la película no acababa con ese final. Rodamos otro final en el que el protagonista se reencontraba con su familia en una estación de autobuses, pero nos parecía un desenlace un poco mentiroso y decidimos omitirlo. Realmente saltar la valla no soluciona el problema y menos cuando un migrante vuelve a España después de haber sido expulsado, porque su situación es mucho más complicada entonces. Invertimos dinero en rodar esas secuencias del reencuentro, pero yo lo hablé con Benito y le convencí de que no era un final adecuado, puesto que es en ese momento cuando comienzan los verdaderos problemas para el protagonista, una vez ha vuelto. Es más sincero concluir la historia tras el salto, que no es otra cosa que un delito que vuelve a ponerte en el punto de mira de la policía».

A451: ¿Durante cuántas semanas transcurrió el rodaje?

J.U.: «Hemos rodado cuatro semanas en Canarias y otras tres en Madrid, donde curisamente recreamos la valla. Esta parte se hizo en Madrid porque transportar todo el material desde la península para construir la valla en Canarias habría supuesto un coste muy alto. Hubo alguna secuencia más que se rodó en Madrid, pero el resto lo hicimos en Canarias, incluido el momento de la detención del protagonista y otra escena en la que está en la obra, en la que aparece una palmera detrás. Pensamos en borrarla con efectos digitales, porque en Madrid no hay palmeras como esa, pero, al final, costaba tanto que decidimos dejarla con la esperanza de que los espectadores no se dieran mucha cuenta. En este sentido, hay que agradecer el trabajo de Álex de Pablo, el director de fotografía, que ha trabajado antes con Rodrigo Sorogoyen, y también de Teresa Font, la montadora habitual de Pedor Almodóvar. Benito ha podido contar con un gran equipo a su lado y fue un rodaje sin demasiados problemas».

A451: Rodar en Canarias fue por su incentivo fiscal, de hecho, tenéis productora allí…

J.U.: «Desde luego. Sí, nosotros tenemos una productora en Madrid y otra en Canarias, donde, además de ofrecer incentivos fiscales, siempre ponen las cosas fáciles.Todas las películas que hemos producido o coproducido hasta ahora, las hemos rodado en Canarias. En las islas se ha consolidado un tejido industrial muy maduro y a pesar de la posible falta de equipos y de materiales, si lo planificas todo con antelación, allí se trabaja perfectamente. Cada vez más majors norteamericanas eligen Canarias para rodar».

A451: Donde no habéis rodado entonces es, precisamente, en la propia Melilla, ¿no es así?

J.U.: «No y, de hecho, el plano general de la ciudad que aparece en la película es un inserto digital. Como te digo, la réplica de la valla se levantó por Valdemoro, en un terreno donde se iba a construir una urbanización que al final no se construyó como consecuencia de la crisis inmobiliaria de hace unos años. Un páramo como ese era justo lo que buscábamos, y bueno, la ciudad que se ve al lado de la valla en la película es un inserto, nada más que eso. La verdad es que los localizadores hicieron un trabajo estupendo, ya que, por ejemplo, decidieron ambientar el monte Gurugú en los bosques de la localidad madrileña de Pelayos de la Presa debido a que, en ambos casos, la vegetación predominante era el pino carrasco. Allí se reprodujeron las cabañas en las que viven los migrantes, los utensilios que utilizan, etc. Todo esto parte de un trabajo de documentación muy exhaustivo y es una prueba más del respeto que hemos tenido por recrear la realidad con total fidelidad, lo que convierte a esta película en una especie de documental ficcionado, de alguna manera».

A451: ¿Sabes con cuántas copias tiene previsto estrenar Filmax ‘El Salto’?

J.U.: «Estrenaremos con en torno a cuarenta o cincuenta copias, menos de las que yo pensaba en un primer momento. La verdad es que es muy difícil encontrar ahora un hueco entre quince estrenos semanales. No sé cómo la gente no se vuelve loca eligiendo qué ver».

A451: ¿Cómo se asume, desde el punto de vista de la producción, el surgimiento de nuevas figuras como los responsables de sostenibilidad o de intimidad?

J.U.: «La sostenibilidad ha jugado un papel muy importante en esta película. Nuestra directora de sostenibilidad ha sido una antigua empleada de la productora que montó una empresa especializada y ha sido una suerte poder trabajar con alguien a quien ya conocíamos. Todo esto de racionalizar los desplazamientos, los plásticos de un solo uso y demás es algo incómodo, sobre todo cuando ruedas en bosques, como nosotros, pero, al final, lo terminas entendiendo. No requiere un esfuerzo económico demasiado grande e incluso creo que la normativa al respecto es bastante laxa y debería ir a más. En cuanto a la figura del coordinador de intimidad, ni en este ni en el resto de proyectos en los que hemos participado hasta el momento se ha dado el caso de requerir sus servicios».

A451: ¿Cuáles son los próximos proyectos que tenéis sobre la mesa?

J.U.: «Ahora mismo, estamos trabajando en tres proyectos que me hacen mucha ilusión y que creo que van a terminar materializándose. Uno de ellos, ‘Las pioneras’, trata sobre las pioneras del fútbol femenino en España, Marta Díaz está escribiendo ya la segunda versión del guion y TVE ha mostrado un especial interés en él. Es una historia llena de épica sobre aquellas deportistas que precedieron a las actuales campeonas del mundo y todo lo que sufrieron, allá por los 70, solo por querer jugar al fútbol. Salvo yo, que soy el productor, el resto del equipo es femenino, y el proyecto nació, casualmente, de la pasión que tiene mi hija de 12 años por el fútbol, lo que me invitó a investigar sobre el tema. Va a ser un largometraje basado en hechos reales y para todos los públicos con el que no buscamos otra cosa que normalizar el fútbol femenino, porque, aunque se dice que ya está normalizado, todos sabemos que no es verdad».

A451: ¿Y qué nos puedes contar de esos otros dos proyectos que están ya en desarrollo?

J.U.: «El segundo de ellos es ‘La presa’, una serie de los creadores de ‘El colapso’, ficción francesa que aborda una especie de crisis energética en episodios muy cortos, de unos 20 minutos de duración. Lo que nosotros estamos haciendo es algo así como una segunda temporada de ‘El colapso’ sobre la sequía. Está ambienta en el año 2050 en Extremadura y narra el asalto a una presa por parte de la gente, ante la negativa de unos determinados poderes económicos que no permiten desembalsar el agua. Esta serie se encuentra en fase de financiación y, en paralelo, tenemos en mente otro proyecto de Aritz Moreno, el director de ‘Ventajas de viajar en tren’, con un guion de Javier Gullón. Se trata de un thriller sobre un crimen que es descubierto a través de las cámaras de los coches de Street View que fotografían nuestras calles. En definitiva, estos son los tres proyectos en desarrollo que tenemos más encarrilados, porque ya cuentan con parte de la financiación».

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