El hombre orquesta que puso su granito de arena al universo sonoro de ‘Dune 2’ se llama Joan Martorell. Mallorquín, compositor, músico y orquestador que ya ha superado el centenar de títulos en su filmografía, entre ellas dos de las candidatas a los Premios Goya en la categoría de Mejor Música Original, ‘El maestro que prometió el mar’ y ‘La paradoja de antares’, además de ‘Los buenos modales’, su último trabajo se deja escuchar en saga de ‘Dune’ de Denis Villeneuve donde de la mano de Hans Zimmer como compositor, Martorell se ha hecho cargo de la orquestación. Un trabajo “pequeño”, dice en esta entrevista con Audiovisual451, pero que resuena con fuerza desde Hollywood.
¿Cómo consiguió hacerse hueco en la industria de Hollywood?
«A través del compositor Óscar Senén. Empezamos juntos. Lorne Balfe, también compositor y mano derecha de Hans Zimmer vino por el Festival de Úbeda escuchó una orquestación de Senén, le gustó y le encargó ‘Pingüinos de Madagascar’ (2014). Fue una película muy complicada, con mucha música y muy poco tiempo. Óscar me dijo que le encantaría que lo hiciéramos juntos y luego vinieron más proyectos como ‘Terminator, Genisys’ (2015). A partir de ahí, Lorne habló con Hans y surgió la posibilidad de trabajar con él, primero en documentales, luego títulos como ‘Kung Fu Panda 3’ (2016), Inferno (2016) o ‘El bebé jefazo’ (2017). Hans fue confiando más en Óscar y su equipo y yo estaba allí.»
¿Siempre en trabajo remoto? ¿Incluso antes de la pandemia?
«Totalmente. Durante las grabaciones sí tienes que estar porque puede haber cambios y tiene que estar el orquestador. Depende del proyecto es Óscar o soy yo el que va durante la grabación. Allí no se puede dejar nada a la improvisación.»
¿Cómo fue el trabajo en ‘Dune 2’?
«El proceso es siempre el mismo. Ellos componen la música desde el estudio y nuestro trabajo empieza cuando mandan las sesiones con las demos. Muchas veces no nos pasan ni imágenes. Mandan versiones finales, a punto de grabar. Hans usa maquetas donde lo que se escucha es tan impresionante que no sabes por qué quiere grabarlo. Pero siempre quieren grabar con orquesta en vivo. Con este material, transcribimos todo lo que hay allí y orquestamos las partituras para que una orquesta real pueda interpretar esa música. Normalmente está tan bien hecho el trabajo, tan bien especificado, que no necesitas chequear más nada. Nos llega normalmente 15 días antes de la grabación y es un trabajo muy rápido, pero sin errores. Cualquier fallo puede interferir en la grabación, te puede hacer perder el tiempo el día de la grabación, y de eso depende que te vuelvan a llamar. Tienes que garantizar que la grabación sea lo más fluida posible. Nosotros tenemos que saber lo que está bien y está mal. Es nuestro trabajo conocer la orquesta perfectamente y comprobar las partituras.»
¿Cuán difícil es decirle a Hans Zimmer que ha hecho algo mal?
«Puedes encontrar un error, pero lo que haces es marcarlo en un correo y preguntar porque quizás es intencionado. Nosotros no podemos inventar nada. Está todo súper aprobado. Hay que ser muy pulcros y reproducir exactamente lo que estaba en la maqueta, pero con la orquesta. Durante la grabación sí puede haber esa interacción que te permita probar algo. Hans es una persona que está muy abierta para escuchar cosas que sean para mejorar. Por eso tiene el equipo que tiene. Siempre trabaja con el mismo equipo y le adoran. Lo que dice hay que escucharlo no porque sea el compositor, porque los hay que hablan y no saben lo que dicen. En el caso de Hans Zimmer, cada comentario es una lección.
Durante años, la meta de un profesional español del cine era trabajar en Hollywood. Ahora parece que el sueño sigue siendo Hollywood, pero en remoto, manteniendo las distancias.
«Hay un poco todo. Está muy bien tener la oportunidad de trabajar para Hollywood porque, al final, es donde se controla y domina todo este negocio. Hemos podido llegar allí porque nuestra experiencia, por todo el trabajo de guerrilla que hemos hecho, grabando con orquestas imposibles, con presupuestos más imposibles aún y en tiempos impensables. Con toda esta experiencia eres capaz de gestionar un proyecto grande de una forma efectiva. Hicimos ‘Pingüinos de Madagascar’ entre Óscar y yo en 15 días cuando de normal lo hacen de 10 a 12 personas repartiéndose una serie de minutos. Para ellos es algo nuevo y para nosotros es lo habitual. Como siempre digo, agradezco mis raíces. Así cuando te llegan otro tipo de proyectos los puedes disfrutar porque ya estas entrenado. En el cine siempre es todo en el último momento.»
¿Pensaste en trabajar en Hollywood?
«Sí, alguna vez, pero tras la experiencia de amigos de haber trabajado allí no me sedujo para nada la idea. Se trabaja mucho. Casi no tienes vida más allá de por y para el trabajo y a mi me falta esa ambición a nivel de ir y comerme el mundo. Ni sé hacer la parte de vendedor. La gente que ha confiado en mi ha seguido trabajando conmigo. Eso para mi es el mejor orgullo.»
¿Cómo se trabaja en España para España?
«Se reduce el tema presupuestario y, por desgracia, lo que podemos hacer con la música. Lo dijo Zeltia Montes en su discurso de los Goya (a Mejor Música Original por ‘El buen patrón’, 2022), la música es un sector muy, muy maltratado al que además se le destina muy poco presupuesto. Últimamente, ni se pone música en las películas. Eso depende de cada director, que es libre de hacer lo que quiere. Pero a veces no es cosa del director, a veces nos piden unas referencias de música que son inasumibles a nivel presupuestario. He hecho milagros con presupuestos mínimos. No hay que tirar el dinero. Pero no puedes pedir una banda sonora que suene orquestal y luego decir que lo hagas con máquina, que nadie se va a dar cuenta. Desgraciadamente es la tónica de este país. La música no tiene prestigio, no se le da el valor que merece y esto es una tristeza. Al final hacemos todo lo que podemos y damos un producto de muy buena calidad por un precio muy bajo, pero nos deberíamos plantar. Siempre he dicho que los compositores tenemos que juntarnos y plantarnos como hacen otros gremios.»
¿Cómo nace su vocación musical?
«Viene de mi padre. En mi casa había música, cuadros y libros. Crecí tocando el piano. Dice mi padre que de pequeño cogía un lápiz y me ponía a dirigir los conciertos del sábado a la mañana en la tele. Ya tenía la música en las venas. Siempre me ha atraído la música, especialmente componer. Soy más compositor que orquestador. Empecé muy pronto y como todo lo que hacía era instrumental la gente me decía que sería bueno para música de película. Me fui a vivir a Barcelona y así conocí a Sergio de la Puente cuando iba a componer ‘El lince perdido’ (2008). Yo ni sabía lo que era orquestar, pero él me lo propuso. Así me convertí en orquestador sin saber ni que existía esta profesión.»
¿Ha cambiado su relación con la música una vez dentro de la industria?
«Yo disfruto todo lo que hago en la música, producir, tocar, orquestar, componer, todo lo disfruto porque en todas las facetas puedes aprender. Es lo que más me enriquece. Agradezco trabajar con gente como Hans de la que creo que puedo aprender mucho porque hoy en día hay mucho intrusismo. Antes un compositor tenía que saber música y eran orquestadores, directores, todo. Lo que no tenían era tiempo. Hoy hay buenos vendedores, pero no son grandes compositores. Como puedes hacer cosas con el ordenador, con sampler y esas cosas, pues se venden bien. Pero no todo el mundo que tiene una cámara de fotos es fotógrafo. Puede que hagan cosas muy efectivas pero no que me interesen.»