El narrador y actor de doblaje Jordi Boixaderas es una de las voces más icónicas del cine y la televisión en nuestro país. Ha puesto voz a actores internacionales como Sean Bean, Russell Crowe, Dwayne Johnson, Gerard Butler, Bruce Greenwood o Daniel Craig, entre otros, y ahora ha sido el encargado de otorgar emoción a una de las grandes obras maestras de la literatura universal en formato audiolibro: Los ‘Cuentos extraordinarios’ de Edgar Allan Poe.
Este título forma ya parte de un catálogo compuesto por más de 100.000 audiolibros y podcast originales de todo tipo de géneros, que se pueden escuchar en Audible, la empresa propiedad de Amazon para este tipo de formatos de audio tan en boga actualmente.
Su gran bagaje como actor de doblaje le hace ser una voz autorizada a la hora de valorar las diferencias y semejanzas entre el sector tradicional y el de la narración de audiolibros, uno de los muchos temas sobre los que Audiovisual451 ha tenido la oportunidad de abordar con él.
Audiovisual451: Parece que últimamente estás bastante ocupado tocando diferentes palos…
Jordi Boixaderas: «La verdad es que últimamente tengo mucho trabajo, sí. Se está haciendo un esfuerzo muy importante para ampliar el catálogo de audiolibros de todos los géneros que uno se puede imaginar: clásicos, de viajes, aventuras, de autoayuda, etc. Nos toca abastecer muchas bibliotecas, además de seguir trabajando en series y películas».
A451: Como reputado actor de doblaje ¿Cómo encaras tu trabajo en el caso de los audiolibros?
J.B.: «Es algo muy distinto. El doblaje de películas y series es casi un juego comparado con los audiolibros. Mientras que en el doblaje habitual tienes que seguir un guión ya existente y construir una réplica plausible a partir de lo que estás viendo, en el caso de los audiolibros tú tienes que construirlo todo. Una de las mayores dificultades es que tú mismo tienes que marcar los tempos y las intensidades. Debes ser lo más explícito posible, pero, al mismo tiempo, has de dejar un cierto margen para que los lectores completen la narración. Eres un simple intermediario, y ese papel es delicado. Hay que meditarlo todo mucho y sopesar hasta dónde tiene que llegar la voz y dónde no debes intervenir».
A451: ¿Existen diferencias también a nivel técnico?
J.B.: «A nivel técnico, en el doblaje tradicional contamos con una banda sonora y unos efectos, mientras que la mayoría de los audiolibros solo se sirven de la voz, por lo que toda la responsabilidad de la recepción del producto es tuya. Esa voz no puede cansar ni ser estridente, sino que debe tener unas cualidades técnicas mínimas y todo ello conlleva una problemática que en el doblaje de películas y series no existe o no está tan presente».
A451: Vamos, que no es limitarse a leer y ya está…
J.B.: «Podríamos hacer una simple lectura neutra, pero yo creo que hay que ir más allá. El mundo de los audiolibros es algo relativamente reciente en el plano industrial y todavía todos estamos aprendiendo, sobre todo, de las reacciones de los oyentes. Por ejemplo, hay gente que prefiere se dramaticen más los papeles y que las voces sean más características y se identifiquen bien, mientras que hay otras personas, una minoría, desde mi experiencia, que tienen una mayor predilección por una lectura neutra porque lo que quieren es imaginarlo todo por sí mismos. Yo pienso que un mínimo punto de dramatización que ayude a insinuar quién es quién en la historia, dejando siempre la última palabra al oyente, facilita la comprensión del texto y contribuye a su mejor recepción».
A451: Obviamente, tampoco tendrá nada que ver ponerle voz a un audiolibro de viajes que a un clásico de la literatura universal…
J.B.: «No tienen nada que ver unos géneros con otros e incluso dentro de lo que son los clásicos, también hay voces diferentes. Hay que pensar quién y desde qué lugar está hablando. El libro da muchas pistas sobre ello, ya que te indica qué tipo de narrador eres: omnisciente, testigo de algunos de los sucesos, involucrado en ellos, víctima de los mismos, etc. A partir de ahí, hay que dar forma al personaje, porque yo pienso que el narrador siempre es un personaje más. Hay que hacerse una composición de ese personaje y hablar desde una voz propia. Naturalmente, a pesar de que a algunos no le guste, hay que tomar partido en un momento dado y pensar desde la posición de ese personaje».
A451: ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de ‘Cuentos extraordinarios’?
J.B.: «Tradicionalmente, yo había considerado a Edgar Allan Poe como un poeta y escritor de cuentos de terror, y es verdad que sus relatos de terror son los más populares de toda su obra, pero él realmente se preocupaba de escribir historias extravagantes, chocantes e inesperadas que no solo se adscriben al género de terror. Allan Poe ha sido el precursor de muchos otros géneros que han venido después, como el género policíaco, e incluso de la literatura de Jorge Luís Borges, Franz Kafka, Charles Baudelaire o Arthur Conan Doyle».
A451: Los ‘Cuentos extraordinarios’ son un buen ejemplo de todo esto…
J.B.: «Su interés primordial era escribir historias extraordinarias y, para eso, se servía de infinitos mecanismos de intriga y de narración. En cada cuento, Allan Poe suele definir un solo personaje y una sola situación, y muchas de esas historias son de terror, pero hay otras tantas que entroncan con otros muchos géneros literarios. Si uno piensa en el momento en el que él escribió sus cuentos y en que él era una persona muy poco integrada en la sociedad de la época, llega a la conclusión de que tiene un gran mérito por su parte».
A451: ¿Cuánto tiempo te lleva afrontar un trabajo como éste?
J.B.: «Hay compañeros que son mucho más rápidos que yo, pero, según mis cálculos, unas treinta páginas consumen, en mi caso, una hora de audio real, y en grabar cada una de esas horas de audio real empleo en torno a cuatro horas de trabajo, aproximadamente».
A451: ¿Qué ha supuesto para el gremio de los actores de doblaje este auge del mundo de los audiolibros y los podcast?
J.B.: «Nuestro gremio ha tenido que analizar muy detenidamente este asunto, ya que, desde nuestros parámetros habituales, plantea un mundo completamente novedoso. Trabajar como narrador audiolibros exige una gran concentración y es muy difícil trabajar más de tres o cuatro horas seguidas, porque, transcurrido ese tiempo, empiezas a perder facultades. Hace falta diseñar un método y un plan de trabajo y, por eso, hemos tenido que plantear un nuevo marco en lo que respecta a nuestras condiciones de trabajo. Hasta hace poco, los audiolibros eran un nicho marginal, pero ahora se producen de una manera mucho más comercial y esa es una realidad a la que hay que responder».
A451: No hay ya libro de éxito que se precie que no cuente con una versión de audio…
J.B.: «A día de hoy, al poco tiempo de publicarse un libro, se publica también el audiolibro, y eso indica que este soporte se ha convertido en un medio más de difusión de la literatura. Hace falta que nos vayamos poniendo al día y que entendamos que los audiolibros tienen que ser comprensibles para que puedan llegar a todo el mundo. No se parece a nada de lo que habíamos hecho hasta ahora, pero estamos aprendiendo. La idea de tener que leer durante tres horas seguidas un texto sin salir del estudio nos asustaba bastante al principio. No es algo fácil y ha requerido de una adaptación y una especialización».
A451: El sector del doblaje ha pasado momentos muy duros, ¿En qué situación se encuentra ahora?
J.B.: «No hay duda de que hemos atravesado algunas épocas muy duras, pero, gracias a la enorme proliferación de series de televisión que se ha dado en los últimos años, hemos logrado sobrevivir. Todos sabemos que el cine está en crisis y ya no goza del alcance que tenía antes, pero, en cambio, las series nos proporcionan muchísimo trabajo. Nuestro gremio es muy útil de cara al mercado de nuevos productos online que está surgiendo, que abarca desde los videojuegos hasta los podcasts, pasando, claro, por los audiolibros».
A451: El abanico se abre mucho…
J.B.: «Sí, la profesión se ha ampliado, se ha atomizado y se ha diversificado mucho. Antes, básicamente, éramos actores de doblaje especializados en una técnica concreta, y ahora tenemos que adaptarnos y hacer muchas cosas distintas, lo cual también es una suerte. A priori, parece que uno debería elegir y especializarse en hacer doblaje o en recitar poesía, por ejemplo, pero yo creo que no es así, porque, al final, una cosa siempre acaba enriqueciendo a la otra. El hecho de trabajar en registros muy diferentes te dota de elasticidad y de capacidad de atracción y, sobre todo, te abre a nuevas perspectivas».
A451: España siempre ha presumido de contar con grandes profesionales del doblaje, ¿Esto sigue siendo así o dicha faceta ya no se cuida tanto como antes?
J.B.: «Hoy en día, todo se plantea en función del cliente. Entre los años sesenta y ochenta, el director de doblaje era el encargado de velar por esa calidad. El cliente le encargaba un trabajo a un director de doblaje, atraído por el prestigio de este, y el director de doblaje era quien marcaba el nivel de exigencia. Ahora, ocurre lo contrario, ya que es el cliente quien decide cómo de alto quiere poner el listón. Hay clientes que plantean una exigencia mayor, incluso, más que la de antes, y hay otros que prefieren pagar poco y lo que buscan es un doblaje industrial y, te guste o no te guste, tienes que adaptarte a las circunstancias».
A451: Da la sensación de que la técnica ha mejorado a un ritmo mucho mayor que vuestras condiciones de trabajo…
J.B.: «La gama de calidades que se exigen es muy amplia, pero incluso cuando el cliente no quiere gastarse mucho dinero, las herramientas que ofrece hoy en día el sonido digital ayudan a conseguir un muy buen acabado final. El software y la técnica han mejorado mucho y hay bastante trabajo, aunque, eso sí, nuestros sueldos suelen ser precarios, y es que, de hecho, diría que cobramos casi lo mismo que cobrábamos hace treinta años».
A451: Vuestra profesión está en constante evolución, tenéis que adaptaros tanto a contenidos diferentes como a nuevas tecnologías ¿no es así?
J.B.: «Efectivamente. A este gremio se le exige un ejercicio de adaptación permanente en función de los designios del mercado. Intentamos rectificar eso en su momento, ya que pensábamos que no había que renunciar a unos mínimos estándares de calidad y a unas condiciones de trabajo lo suficientemente dignas, pero todo eso ha acabado saltando por los aires. Al final, nos hemos tenido que ajustar a las necesidades del mercado, que es el que nos marca el camino a seguir, pero, aún así, cada cual escoge cuál es su nivel de exigencia y su precio. Existe un convenio, pero el sector se ha liberalizado mucho en el sentido de que la gente ya sabe quién trabaja mejor. Dentro de ese juego, tus armas son tu forma de trabajar y tu categoría profesional, lo cual no me parece mal, en realidad».
A451: Porcentualmente, ¿Qué nicho del mercado es el que más trabajo te aporta ahora mismo?
J.B.: «El balance es bastante equilibrado. Yo he optado por tener un locutorio doméstico, que, al fin y al cabo, es una instalación bastante simple. Con tener una buena cadena, un buen micro, una buena tarjeta de sonido y un ordenador normal y corriente, es suficiente. Esta ventaja me ha dado la oportunidad de acceder a trabajos como los del mundo de los audiolibros, ya que permite compatibilizar esa tarea con el trabajo diario en estudio junto con otros compañeros y en horarios convenidos, que es el montante principal en mi caso. Los audiolibros tampoco están muy bien pagados, pero plantean la ventaja de que puedes trabajar en ellos cómodamente desde casa en paralelo a tus labores principales».
A451: No hay duda de que trabajar desde casa tiene sus ventajas para vosotros…
J.B.: «En Estados Unidos, la mayoría de actores de doblaje trabajan en estudios domésticos porque, al final, es mucho más práctico. Si tienes un locutorio doméstico, consigues siempre el mismo tipo de sonido, sin estridencias, y lo entregas crudo al cliente, de tal manera que puede modificarlo y mezclarlo con total libertad, dependiendo de la ecualización y la masterización. Además, tú mismo puedes revisarlo y darte cuenta de si está saturado, o no. Es otro sistema diferente, y la verdad es que a mí me parece bien».
A451: Queda claro que los audiolibros permiten trabajar de una manera más autosuficiente, pero en el caso del audiovisual tradicional eso no es posible…
J.B.: «En el caso de una película, todavía es muy difícil que el doblaje se pueda hacer desde casa. Conviene interactuar con los compañeros, hacer lecturas comunes, ver fragmentos de la película y hablar sobre ellos, etc. Aunque también hay casos en las que hay más de un narrador y estás a las órdenes de un director de doblaje, la locución de los audiolibros la sueles hacer tú solo, lo que te permite plantear tu propia versión del producto».