A mediados de este año, el Ayuntamiento de Bilbao decidió nombrar a Joseba Lopezortega nuevo director de ZINEBI, el Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, que ha celebrado su 66ª edición entre el 8 y el 15 de noviembre.
Lopezortega ha regresado a un cargo que ya ocupó entre 1988 y 1989, en sustitución de Vanesa Fernández Guerra, quien asumió la dirección del certamen en 2018 y la abandonó en 2024 para convertirse en la directora de Cultura y Euskera de EiTB.
Joseba Lopezortega (Bilbao, 1962) es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad del País Vasco y especialista en creación e industria cultural. Tras su primera etapa al frente de ZINEBI, su relación profesional con el festival se ha mantenido con su participación en el Comité de Selección, responsable de la elección de las películas integrantes de la Sección Oficial. Desde 2023, Lopezortega es miembro del Consejo Vasco de la Cultura y ha escrito y dirigido documentales como ‘Ehuneko ehun eta bi’ y ‘Soinuen hiria’.
Pasadas unas semanas de la celebración de la 66ª edición del certamen bilbaíno, la primera bajo este nuevo mandato de Lopezortega, Audiovisual451 ha tenido la oportunidad de repasar con él los hitos de este último ZINEBI, además de los retos futuros del festival y el momento que está viviendo el cine documental español.
Audiovisual451: ¿Cómo ha sido la experiencia de volver a la dirección de ZINEBI tantos años después de tu primera etapa al frente del festival?
Joseba Lopezortega: «El festival que me he encontrado, después de treinta años, es un festival muy evolucionado en el aspecto organizativo que, lógicamente, se ha adaptado al propio devenir de la tecnología. Ya no se arrastran aquellos pesados sacos de celuloide y todo es mucho más ágil, lo cual tiene sus cosas buenas, como que, a la hora de conformar las secciones, contamos con una muestra mucho más amplia de películas. Pero creo que también hay cuestiones que se han visto perjudicadas, como el diálogo durante los procesos de selección. Antes, varias personas nos reuníamos frente a una pantalla, dentro de una sala en la que, además, se solía fumar, al estilo de las películas de los años 30, mientras que ahora el debate se ha tecnificado y es más aséptico. Por otro lado, y esto es algo que he contrastado con otros responsables de festivales, creo que el sistema derivado de las plataformas de recepción de películas tiende a homogenizar los concursos.»
A451: Y ahí es donde entran los temidos algoritmos…
J.L.: «Es decir, las personas responsables del primer visionado de las películas suelen hacer su selección de acuerdo a los propios criterios y gustos, así que, si los comités no son lo suficientemente diversos, lo que va a ocurrir es que las películas que cada una de esas personas va a proponer van a ser siempre del gusto de los demás, sin discrepancias de por medio. En el caso del documental, esto genera un determinado tipo de concurso, cuando el documental es lo más plural y diverso que existe, y por eso pienso que los festivales tenemos que poner especial énfasis en que las facilidades digitales no nos conduzcan por donde ellas quieran. En una selección de 50 películas, estas fórmulas matemáticas reducen las obras con potencial disruptivo a una o dos, y esto es algo que me preocupa y que hay que corregir. En este sentido, me he encontrado un festival muy bien hecho, pero que tiende a la homogeneidad, cuando yo creo que lo más bonito es la heterodoxia.»
A451: ¿Qué balance haces de esta última edición de ZINEBI?
J.L.: «Todo ha funcionado muy bien. Hemos proyectado muchas películas en multitud de salas diferentes, hemos hecho un gran trabajo a la hora de subtitular toda la programación en euskera y castellano, y creo que la acogida tanto del público como del jurado ha sido muy buena. En muchas sesiones, se han agotado todas las entradas, y esto es un hito para un festival de documental y cortometrajes que demuestra que ZINEBI tiene una vocación mayoritaria. Además, nuestra programación ha contado con el documental del año, al menos en el entorno de habla hispana, así como con documentales de interés más local. A la hora de hacer la selección, no hemos visto ni una sola película que no tuviera la calidad necesaria para formar parte del concurso, algo extraordinario si hablamos de un festival de cortos. Esta edición ya estaba muy avanzada cuando llegué a la dirección y, por lo tanto, el potencial mérito debe achacarse a la dirección anterior y a la gran calidad del equipo.»
A451: ¿Qué cambios tienes previsto incluir en la estructura y la programación del festival?
J.L.: «Lógicamente, este festival tiene que seguir evolucionando, y hay cosas que vamos a cambiar. La escasa disponibilidad de salas que sufre Bilbao, al igual que otras muchas ciudades, es un problema para ZINEBI. Tenemos una muy buena relación con los distintos cines de Bilbao, y hemos de velar porque esto siga siendo así, pero muchas de esas salas más románticas, que solían asociarse a un festival de documental y cortometrajes como el nuestro, ya no existen, y han sido sustituidas por grandes complejos ligados a multinacionales a las que eso de apoyar a cineastas que están empezando les suena como algo completamente antieconómico. Por otra parte, este festival no puede tener una finalidad autojustificativa, es decir, el objetivo no es que la propia gente que organiza el festival esté contenta, sino que lo esté la ciudad en su conjunto, y esto se consigue con un concurso cuidado, pero también con una perspectiva más abierta a nuestra ciudad.»
A451: ¿Y cómo se puede materializar esa apertura?
J.L.: «Una decisión que ya he adelantado a las instituciones responsables del festival, y que próximamente contrastaré con el Ministerio de Cultura, es que en ZINEBI First Film, nuestro concurso de primeras películas, deberíamos acoger exclusivamente documental, en vez de documental y ficción. Evidentemente, la animación se nos escapa mucho más porque se mueve en unos parámetros más restringidos y especializados, pero en el caso de la ficción, el objetivo siempre ha sido atraer a esa gente que ha hecho un corto de ficción y luego hace su primer largo para que concursen en nuestro festival. El problema es que lo que prefiere esa gente, y tiene toda la lógica, es buscar sitio en San Sebastián, Valladolid, Sevilla o Gijón, que son festivales que se dedican al largometraje. Este año, el concurso internacional de ZINEBI First Film estaba compuesto por siete documentales de nueve películas, y nos ha costado muchísimo encontrar esas dos propuestas de ficción.»
A451: Además, son muchos menos los festivales dedicados al documental que a la ficción…
J.L.: «Por eso, seguramente, ya este próximo año abandonemos la ficción para girar hacia un concurso de mediometraje y largometraje documental. Es decir, la ficción no es lo nuestro, aunque hemos contado con muy buenos títulos de ficción de hasta treinta minutos en nuestro concurso internacional, y por eso vamos a mirar todavía más hacia el cine documental. Este cambio va a provocar un estado de cosas distinto al que puede desear la ciudadanía de Bilbao, y seguramente hagamos uso de la animación, que es algo muy abierto, para buscar un mayor contacto con los ciudadanos. También vamos a despegarnos un poco de un cierto tipo de documental de autor para intentar reflejar un género que tiene una diversidad enorme y maravillosa en lo popular y lo cotidiano, y que abarca, por ejemplo, los documentales de naturaleza, que son extraordinarios desde un punto de vista audiovisual, pero que no suelen tener las mismas oportunidades a la hora de competir.»
A451: Al final, se trata de diversificar, de huir de la uniformidad…
J.L.: «Hace muchos años, viajé por festivales de distintos países europeos, y recuerdo una tipología de documental que, de alguna manera, se sigue manteniendo: ese documental en blanco y negro que persigue la memoria, desde un punto de vista muy personal y de autor. Actualmente, este documental está fuera de las plataformas y los cines, y por eso es algo que hay que preservar. No podemos limitarnos a seguir la corriente, sino que debemos explorar la forma en la que el documental se sigue abriendo. ‘Tardes de soledad’, la película de Albert Serra, es un documental que amplía esos límites, y la prueba es que ha sido premiado con la Concha de Oro en este Festival de Cine de San Sebastián. Hoy, existe un documental distinto al que tradicionalmente se ha producido, al menos en Europa.»
A451: Hablando de ese triunfo de ‘Tardes de soledad’, ¿cómo valoras el momento que atraviesa el documental en España?
J.L.: «Estamos viviendo un momento muy bueno, extraordinario. En principio, el documental no tiene barreras de producción, a diferencia de la ficción, que siempre es mucho más cara, incluso si hablamos de un cortometraje, o la animación, que lo es todavía más. Entonces, digamos que el documental está siendo un excelente refugio para la exploración de gente muy joven que está trabajando mucho y muy bien. Hasta el punto de que, en el concurso de documentales vascos de San Sebastián de cuyo jurado tuve el honor de formar parte este año, todas las propuestas que se presentaron tenían un nivel muy elevado de interés y calidad, y esto es algo que se puede extrapolar al conjunto de España. A día de hoy, la producción es muy alta y se está generando una industria que está despertando el interés en múltiples ámbitos, como el institucional, y así lo demuestra la reunión específica sobre producción que este año se ha celebrado en San Sebastián.»
A451: ¿Qué temas se trataron en esa reunión?
J.L.: «Se habló mucho de algo a lo que he hecho referencia antes, como es la carencia de pantallas, una circunstancia que determina las posibilidades de crecimiento de todos los festivales. En el caso del documental, existe una producción muy amplia que no está pensada ni para las televisiones, ni para las plataformas, ni para los cines comerciales, y que necesita de pantallas. Debemos valorar si se puede generar algún tipo de red, de espacio de distribución, no en salas comerciales, pero que implique que los trabajos que se están haciendo, y que pasan por festivales como el nuestro, se vean más. Hay documentales que hacen su carrera en salas, pero son pocos; la mayoría son documentales que contribuyen a enriquecer el discurso de la sociedad sobre sí misma, su memoria y sus problemas, y que, sin embargo, se quedan en un cajón, lo cual es terrible y doloroso.»
A451: ¿Crees que los documentales deberían competir en los diferentes premios, como los Goya, en igualdad de condiciones?
J.L.: «El hecho de que un festival como el nuestro se articule en categorías es una forma de defensa de la entidad de los géneros. Es la única manera de que todos ellos, con sus desigualdades, sean reconocidos y premiados, lo que ayuda a que, a veces, en un concurso de muy buena calidad y con un jurado valiente, se cuele, de repente, un documental como ‘Tardes de soledad’, y además, termine ganando. Esta Concha de Oro pone de manifiesto que el jurado no ha tenido ningún obstáculo en reconocer a un documental como Mejor Película de pleno derecho, como tampoco lo ha tenido el comité de selección a la hora de elegirla para su participación en el concurso. Lo que quiero decir es que se trata de una discusión de tipo académico muy interesante, pero, en la práctica, un gran documental puede y debe aspirar, sin duda, a ganar el Premio Goya a la mejor película del año.»
A451: Puede que lo veamos este próximo año, quién sabe…
J.L.: «Los documentales no son otra cosa que películas, y por eso decía antes que, en un festival como el nuestro, tenemos que ampliar el foco para contemplar, con una visión inclusiva, aspectos del documental que son muy plurales. Ahora bien, vamos a seguir protegiendo cada uno de los géneros, porque, por ejemplo, en el País Vasco, hay una desigualdad todavía muy grande entre los cortometrajes de animación y documentales. En Euskadi, hay animadores extraordinarios, y creo que tienen que luchar por ganar el premio al mejor corto de animación del concurso internacional de ZINEBI, pero también deben aspirar a ganar el gran premio de nuestro festival y de cualquier otro, independientemente del género. Sin lugar a dudas, que un documental ganase el Premio Goya a la Mejor Película sería una excelente noticia para el género y para festivales como el nuestro.»
A451: Y en el caso de los cortometrajes, ¿crees que siguen siendo el «patito feo» de nuestro audiovisual o eso está empezando a cambiar?
J.L.: «El cortometraje es un género en sí mismo. La mayoría de la gente hace cortometrajes y luego abandona el mundillo para pasarse al largo, pero, por ejemplo, Pedro Almodóvar ha vuelto a dirigir cortometrajes recientemente, por lo que creo que el corto siempre ofrece muchísimas posibilidades. Es difícil encontrar personas que se hayan consolidado como cortometrajistas de ficción, lo cual sucede también en el documental, pero luego está el caso de la animación. Sí que hay gente que ha construido su carrera en torno al corto de animación como una manera de conservar un estilo propio que sería difícil de mantener en el mundo del largometraje, pero esa vocación de perpetuarse no es nada frecuente en un género como el corto de ficción, ni tampoco en el documental, dado que la difusión televisiva suele imponer duraciones más largas. El cortometraje de ficción es una gran escuela, pero no existe una industria en torno a él, ni dispone tampoco de pantallas.»
A451: ¿Qué tal ha ido este año la colaboración entre ZINEBI y el Festival de Gijón?
J.L.: «Fruto de esta colaboración, hemos co-estrenado varios títulos, antes en un festival y después en el otro, pero la clave es que les hemos ofrecido dos pantallas, dos aparatos de comunicación y dos encuentros con el público y la crítica en dos certámenes diferentes, lo que conlleva que las posibilidades de que las películas se decanten por nuestro concurso se multipliquen. Estoy en conversaciones con el director del Festival de Gijón para profundizar en esta relación, porque creo que nos va a abrir muchas puertas, lo cual es de agradecer en un entorno tan competitivo como son estos últimos meses del año, en el que hay pocos estrenos y tenemos que pelear con gigantes como San Sebastián o Valladolid.»
A451: Siempre es mejor unir fuerzas que confrontar…
J.L.: «Y, además, es que creo que esa lucha por los estrenos es algo secundario. La carencia de pantallas nos tiene que llevar a reflexionar, y a mí no me importa que un gran documental se haya visto en Valladolid y que, unas semanas después, se vea en Bilbao. Cuanto más recorrido tenga y más público lo vea, mejor para el género, así que bienvenido sea. No estamos corriendo por una medalla, de lo que se trata es de lograr que esa competición se dé en las mejores condiciones. La lógica debe ser la de la cooperación.»
A451: ¿Qué podemos esperar de la próxima edición del festival?
J.L.: «Yo pienso que tenemos que avanzar en el encuentro con la ciudad de Bilbao. Me gustaría que ZINEBI se convirtiese en un referente, no solo de la cultura audiovisual, sino de la cultura, a secas, del último trimestre del año en Bilbao. Gozamos de una gran proyección exterior y de un prestigio que está llegando hasta lugares verdaderamente recónditos, como es el caso de la cinematografía argentina, pero tenemos que llegar a ser un vecino más conocido entre los propios bilbaínos. Últimamente, hemos percibido una cierta pérdida de notoriedad en nuestra propia ciudad, y este es un problema que tiene que ver con el hecho de que existe una oferta cultural muy grande para una ciudad que tampoco lo es tanto. El reto es ser más populares entre nuestra gente, y creo que tenemos que trabajar intensamente para encontrar fórmulas que nos permitan conseguirlo.»