El 8 de enero se estrena en España ‘Joy’, la nueva película de David O. Russell con Jennifer Lawrence como protagonista. Basada libremente en la vida y ascensión de la inventora y estrella de la teletienda Joy Mangano, la historia de ‘Joy’, de género impreciso, cuenta la fragosa trayectoria de una familia trabajadora pero medio desestructurada y de la joven que finalmente llegó a convertirse, por derecho propio, en su resplandeciente matriarca y líder.
Conocido por su afición al diseño y a los escenarios imaginativos, David O. Russell prepara unos efectos visuales con ‘Joy’ con sus tomas más estilizadas de la vida moderna hasta la fecha, que captan no sólo el salón de la familia y el apelmazado garaje, sino también un universo de telenovela intensificado, una fábrica de sueños de televisión y la salvaje imaginación de una mujer a la que le encanta pensar soluciones ingeniosas a los problemas diarios.
Desde el principio, la idea era ver la vida contemporánea a través de la lente del cine clásico, dejando que los dos colisionaran de maneras fascinantes. Para lograrlo, Russell volvió a contar por segunda vez con el director de fotografía Linus Sandgren, que también grabó ‘La gran estafa americana’. Los dos emplearon mucho tiempo observando y hablando antes de comenzar con la producción.
«Tuvimos muchas influencias: la fotografía de William Eggleston, el primer gran fotógrafo en color de América, los cuadros de Edward Hopper y Andrew Wyeth, así como las películas clásicas de George Stevens y Frank Capra«, afirma Russell. «Me interesaba ese tipo de espacio, profundidad y sombreado. Hicimos gran parte de la película con siluetas, que era algo nuevo para nosotros. Hay algo muy sugerente sobre las siluetas y la sombra: pueden llevarte al interior de una persona».
Russell continúa: «Linus y yo compartimos un montón de imágenes e incluso poesía. Me encantó su disposición a colaborar y el corazón que le puso para tratar de hacer que cada toma fuera maravillosa y viva».
Sandgren recuerda sus primeras conversaciones: “David tenía muchas inspiraciones que iban más allá de la vida de Joy Mangano. Hablamos mucho sobre lo que hay en ese sentido de la belleza clásica y la destreza genuina de las películas de Hollywood. De alguna manera hablamos sobre cómo hacer una película en blanco y negro que no fuera en blanco y negro. Vimos un montón de películas diferentes; desde ‘¡Qué bello es vivir!’, de Capra hasta ‘Alicia ya no vive aquí’, de Scorsese y ‘Luna de papel’, de Bogdanovich».
Para que recordara a la sensibilidad del blanco y negro en una película moderna, Russell y Sandgren hablaron de utilizar una paleta monocromática que se extendiera luego con las ambiciones de Joy. «Para mí hay algo mágico en esa apariencia monocromática», comenta Russell. «Me gustan las películas que te transportan a un mundo que parece tanto real como un poco encantado. Así que quería que la paleta de esta película tuviera la elegancia y el estilo adecuado, de manera que puedas sentirlo, pero también de un modo que no te saque de las emociones de la historia de Joy».
Trabajar con el color y la luz de un modo tan específico significaba que Sandgren iba a tener que realizar mucha planificación, aun cuando Russell siempre se esfuerza por que las cosas salgan espontáneas en el escenario. Era un ejercicio de equilibrio.
«Grabábamos en 360, así que teníamos que planificar las tomas con mucho cuidado para que la luz funcionara al grabar en diferentes direcciones», explica. «Hasta tuvimos que poner las luces con interruptores con regulador de intensidad para poder cambiar la iluminación al instante. Así que la planificación era esencial, aunque cuando los actores y David están en el escenario juntos, tienes que cambiar los mecanismos y ser muy flexible porque David siempre viene con nuevas ideas y hace que tengas que sacar nuevas ideas también».
Aunque el estilo fluido de Russell es claramente contemporáneo, es un director moderno que permanece fiel al grano tradicional de película de 35 mm. «A David le encanta la textura del cine y la magia orgánica que aporta el cine; y una película es mejor si tiene una piel y a David le encantan esos tonos de carne«, apunta Sandgren.
Para Sandgren, colaborar con Russell es estimulante en su imprevisibilidad. «Es un artista que está continuamente trabando en la película como un escultor, como si estuviera esculpiendo una obra de arte con arcilla, poniendo toda su habilidad en ello pero permitiendo también que se convierta en algo orgánico por sí misma», describe Sandgrem. «Es una manera distinta de trabajar, pero David es también muy valiente y no tiene miedo a seguir probando ideas. Y por supuesto, eso es de lo que trata la película: ser lo bastante valiente para cumplir tus sueños».
El diseño de producción
Al igual que la fotografía, el diseño de producción de ‘Joy’ no sólo abarca décadas sino mundos que son alternativamente reales, teatrales y llenos de sueños. Para conseguir todo eso, Russell contó con su colaboradora Judy Becker, que recibió una nominación al Oscar por su trabajo en ‘La gran estafa americana’.
Para ella, ‘Joy’ fue algo diferente de cualquier cosa que haya hecho con Russell. «Es una historia épica de varias generaciones, pero para mí es también más como una fábula comparada con las otras películas de David», observa. «Es una fábula sobre el poder de la mujer y la familia; y eso es lo que tratamos de expresar visualmente con un diseño atemporal. Va desde los años 60 hasta la década del 2000, pero no queríamos que pareciera una película periódica. Optamos por lo que es todavía una apariencia bastante natural, pero un poco más estilizada de lo normal para darle un toque de cuento de hadas».
Al trabajar en sincronización con Sandgren, Becker exploró una paleta de colores cambiante. «Para el mundo de la infancia de Joy y el taller de Rudy, las cosas son bastante monocromáticas, así que apenas usamos colores o usamos colores desteñidos en nuestros escenarios», explica. «En la primera parte de la película, los colores deslumbrantes sólo vienen a través de los escenarios de televisión y la brillante fantasía del mundo de las telenovelas. Después, cuando Joy llega por fin a QVC, es un poco como la ciudad esmeralda. Queríamos establecer un color fuerte por primera vez en la película, así que la protagonista entra en un vestíbulo oscuro y, de repente, empiezas a ver todo el brillo y el color. Es como una revelación para Joy. Es muy diferente del mundo descolorido en el que ha estado viviendo».
Uno de los escenarios más elaborados que diseñó Becker fue un escenario de un escenario para la telenovela ficticia que ve la madre de Joy y que, de vez en cuando, aparece en la pantalla y en los sueños de Joy. «Los escenarios de esta película son mucho más grandes que cualesquiera que hayamos hecho antes y el de la telenovela fue probablemente el más complicado y divertido de construir», asegura. «Se basaba más en una telenovela prime time de los años 80. Cuando empecé en la industria del cine, trabajé en algunas telenovelas en Nueva York, así que sé de primera mano cómo son los escenarios. Éste lo hicimos muy muy estilizado con un suelo de mármol falso en blanco y negro y unas paredes de falso grano de madera. Cuanto más llamativos los detalles, tanto mejor».
Becker también se vio a sí misma recreando los mundos internos y externos de QVC de los 90. Formado en 1986, el inexperto canal de cable era todavía un concepto nuevo cuando Joy Mangano llegó con su idea de la fregona milagrosa, pero ya estaba creciendo rápidamente para convertirse en una enorme empresa con ventas que superan los 8.000 millones de dólares. Su estudio ubicado en Pensilvania, aunque era bastante desconocido en Los Ángeles, era su propia fusión de ventas y entretenimiento, repleto escenarios de cocinas perfectas y salones, laboratorios de pruebas y equipos trabajando tras las cámaras para mantener el funcionamiento 24/7. (Como extra emotivo, en la película también aparece Melissa Rivers haciendo de su madre Joan, una de las presentadoras más queridas y con mayores ventas de QVC, con más de 1.000 millones de dólares).
«Construimos nuestro propio mundo continuo y completo de QVC desde cero, incluidas las oficinas, las salas de conferencias, las cocinas de pruebas y un increíble escenario rotatorio», explica Judy Becker. «Fue una tarea increíble».
Mientras tanto, la casa de Joy, que es en gran parte su origen y lo que siempre será, se montó en Dallas, Texas. «La casa que encontramos era genial, pero al final tuvimos que construir el sótano en el que viven Édgar Ramírez y Robert De Niro para ajustarnos al guión», explica Becker.
Fuera cual fuera el escenario, Becker, al igual que Sangren, apunta que al trabajar con Russell, hay dos lemas opuestos: 1) estar siempre preparado y 2) estar preparado para pensar algo nuevo en cualquier momento.
«David es muy creativo en el escenario y en cada momento. Había veces que estábamos grabando una escena en el salón y, de repente se le ocurría una idea que iba en otra habitación, por lo que tenías que estar preparado para eso», resume. «Es muy emocionante, porque sabes que, sea lo que sea que estés haciendo con David, va a ser una película que nadie ha visto antes. Sus películas son únicas en el mejor de los sentidos. No se ajustan a ningún género y aunque leas una breve descripción de las películas, no son lo que te puedes imaginar. David es como Joy en el sentido en que es un gran soñador y persigue sus sueños».
El vestuario
El diseñador de vestuario Michael Wilkinson, que fue nominado al Oscar por su trabajo en el mundo de los 70 de ‘La gran estafa americana’, también estaba deseando volver a trabajar con Russell. «En ‘La gran estafa americana’, descubrí que David era un espíritu fraternal que comparte la misma pasión por los personajes que yo. Los dos sentimos fascinación por las infinitas maneras expresivas en las que la gente se presenta a sí misma al mundo: su ropa, comportamientos y singularidades. David crea personajes valientes, complejos y originales y le gusta trabajar con actores sin miedo y con mucho talento, así que me sentí inspirado para encajar estos talentos con vestidos impactantes y expresivos», explica Wilkinson.
Al igual que Sandgren y Butler, para Wilkinson la cualidad atemporal de la película también suponía un desafío emocionante, a pesar de los 40 años que abarca en el tiempo. «Creo que todos concebimos ‘Joy’ como una fábula atemporal», explica. «Es una alegoría sobre el viaje de una mujer para descubrirse a sí misma; así que aunque abarque cuatro décadas, queríamos que el tiempo se percibiera más ambiguamente. Podría casi tener lugar en cualquier momento del siglo XX».
Wilkinson se sumergió en dramas de los años 40 y 50, con sus vestuarios estructurados, y también se fijó en iconoclastas femeninas de diferentes épocas. «Nos inspiramos en una gran variedad de mujeres valientes», afirma Wilkinson. «Los personajes de David tienen vidas apasionadas e importantes: son altamente imaginativos y totalmente únicos, así que su vestuario tiene que ser igual de imaginativo y único.
En la práctica, confeccionar el vestuario para la película fue una enorme tarea. No sólo hay un largo listado de personajes distintos, sino que, según Wilkinson, «vemos evolucionar el estilo de cada personaje a lo largo de 40 años, así que había que definir y estudiar. Además, hay muchos mundos visuales diferentes en la película».
Uno de estos mundos es el ruidoso, mugriento y taller de duro trabajo de Rudy. «Ésa es la parte grumosa y enternecedora de la familia de clase trabajadora de Joy», observa Wilkinson. «Vi a Rudy como alguien con un estilo personal fuerte que evoluciona a lo largo de la película, como cuando cambia su chaqueta de cuero por un look más elegante marcado por su obsesión con Polo By Ralph Lauren«.
Otro de los favoritos de Wilkinson es el todo el mundo QVC, encabezado por el elegante personaje de Bradley Cooper, Neil Walker. «Es casi un productor del estilo Cecil B. De Mille», opina Wilkinson. «Neil presenta su canal de televisión por cable con un compromiso total, como si estuviera presentando en MGM durante su época dorada; y realiza actuaciones dramáticas con sus invitados, como la que intenta con Joy, para descubrir las versiones más potentes y atractivas de ellos. Los colores del vestuario cambian de neutros a tecnicolor cuando vamos conociendo a los personajes de este mundo mágico de Oz».
También fue un verdadero placer para Wilkinson tener la libertad creativa para saltarse las normas con el vestuario del mundo de la telenovela existente tanto en los sueños de Joy como en el escenario de televisión constante de su madre. «Fue increíble poder explorar el tipo de vestuario extremo de este género, con agradecimiento y sin ninguna ironía o condescendencia», comenta. «Me encanta que el argumento y los personajes de telenovelas se mantenga en la historia principal de la película de un modo alegórico, con los dos mundos reflejándose en el otro de una manera misteriosa y evocativa».
En el centro de todo está la propia Joy, cuyo vestuario se expande con las curvas de su vida. «Creo que Joy es el personaje más fascinante y complejo que ha creado David nunca», afirma Wilkinson. En cuanto a su apariencia, el público tiene que ver cómo su transformación completa desde que es una joven colegiala de buen corazón hasta que se convierte en una dura y resuelta mujer de negocios y matriarca. Esa evolución se ve a través de 45 cambios de vestuario. Encuentra diferentes maneras de usar su ropa para expresar su determinación. Su diseño de vestuario incluye unos vaqueros levemente rebeldes y camisetas, un vestido de novia elegido por su madre, varios trajes caros hechos a medida y una chaqueta de piel dura e intimidante y unas gafas de sol. Tenemos la oportunidad de ver muchas personalidades de Joy, así como su mundo interior de preocupación, sueños y aspiraciones.
Russell se sintió agradecido por la manera en la que Wilkinson transformó su narración en tela, textura y color. «El diseño de Michael es impecable, hermoso y captura algo especial para cada personaje», asegura el director.
Para todos los maestros artistas y artesanos que trabajaron en la película, Russell subraya que la clave siempre fue mantenerse fiel a la historia. Y aun así, la historia se reduce a una sola imagen: la de Joy y los copos de nieve que parecen definir algo indescriptible sobre su viaje.
«La nieve puede ser bastante mágica», concluye Russell. La nieve es algo de lo que te enamoras cuando eres un niño, pero que 20 años después, esa misma nieve puede ser una pesadilla porque no te deja ir a trabajar y no puedes pagar tu hipoteca; eso es parte de la realidad de la vida adulta. No obstante, sigue teniendo esa magia que sale en los momentos en los que vuelves a ver la vida como una apasionante aventura.