La convivencia entre la inteligencia artificial (IA) y la propiedad intelectual es inevitable debido al crecimiento continuo de esta última en diversos campos. Para abordar estos desafíos de manera efectiva, es esencial que los gobiernos, las empresas y la sociedad en su conjunto colaboren para desarrollar marcos legales y éticos que equilibren la promoción de la innovación con la protección de los derechos de propiedad intelectual. En el marco de la VII edición del Festival de Cine de Santander se desarrolló la mesa de debate “Inteligencia artificial y propiedad intelectual: convivencia inevitable” dentro de las actividades de industria.
Nerea Sanjuan, directora en el área de Cultura, Deporte y Entretenimiento de la oficina de Madrid de Andersen Tax & Legal; Pablo Martí, abogado del departamento Jurídico de Derechos de Autor de Medios Audiovisuales (DAMA); Fernando Madedo, director gerente de la Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales (FIPCA) y Alba Meijide, consultora y diseñadora de proyectos basados en IA, participaron en este encuentro, que se realizó en la Fundación Botín.
Los cuatro ponentes han coincidido en el hecho de que se utilice o no la IA, ya está presente para todos, y aunque hay muchas preguntas sobre si puede o no reemplazar la actividad humana, hay un cambio de mentalidad, por lo que debe haber transparencia en cuanto a cómo se alimentan las bases de datos que luego se van a usar a partir de esta tecnología y marcos legales que garanticen el cumplimiento de los derechos de propiedad intelectual.
Nerea Sanjuan, directiva en Andersen Tax & Legal, ha señalado que hay que fomentar la creación, el desarrollo tecnológico e intentar unir los dos mundos para que puedan coexistir sin que se canibalice la creatividad.
Al centrarse en lo que tiene que ver con el derecho de autor y el audiovisual, poniendo el ejemplo de la huelga que está llevando a cabo el sector en Estados Unidos, advierte que hay dos grandes bloques de cuestionamientos a tener en cuenta: el primero tiene que ver con aquello que crea la IA y analizar si se puede proteger por derechos de autor. “¿A quién hay que proteger?, porque finalmente es una máquina la que crea, pero detrás hay una serie de personas y equipos muy grandes que crean esa máquina y la alimentan de contenidos”, se cuestiona.
La otra cara de la moneda, que también es importante plantearse, dice, es cómo alimentar esas máquinas con contenidos que ya existen para generar un guion, u otros guiones, que están protegidos por derechos de autor. “La inteligencia artificial no funciona sin esa gasolina, pero también hay que considerar que en Estados Unidos hay otra jurisdicción que considera el ‘Fair use’ (permite un uso limitado de material protegido sin necesitar permiso del dueño de dichos derechos, por ejemplo, para uso académico o informativo). Por otra parte, en Europa hay una excepción al derecho de autor, la que se llama comúnmente el ‘Text and data mining’ (TDM), que permite hacer usos de contenidos protegidos por derechos de autor para alimentar las máquinas de inteligencia artificial en determinadas circunstancias, y todo ello plantea nuevos supuestos que analizar”.
Nerea Sanjuan explica que la Unión Europea y otros países están dándole vueltas a cómo regular el avance de la IA más allá de estas excepciones, aunque hay países como Japón, que prefieren privilegiar el uso de las tecnologías de IA, porque favorecen otros sectores como el de la ciencia y la salud. Japón ha decidido que su prioridad es fomentar el desarrollo tecnológico de herramientas de inteligencia artificial y permite libre el uso de todo tipo de contenidos para alimentar las herramientas, sea para hacer guiones, para crear imágenes o para procedimientos de salud. “En nuestro entorno, hay ahora encima de la mesa una propuesta de Ley de Inteligencia Artificial, que aunque va más allá y habla sobre todo de cuestiones de mayor responsabilidad legal a otros niveles, sí que están planteando implementar mecanismos de transparencia en el entorno de la creación, enfocados a imagen y video y los juristas estamos pendientes de cómo puede articularse”, anota.
Hizo hincapié que actualmente es unánime, por lo menos en España y en Europa, que lo que se crea, única y estrictamente por inteligencia artificial, en principio no está protegido por derecho de autor. “Otra cosa es qué vamos a hacer con lo inevitable del desarrollo de la tecnología. A nivel internacional esta duda ya estaba desde hace unos años aunque a nivel de procedimientos judiciales hay muy pocos, con resquicios en determinadas jurisdicciones, por ejemplo India o Hong Kong donde desde los años 80 ya había una regulación de las ‘computer generated works’, o sea, obras generadas por ordenadores, en la que se daba la posibilidad de proteger a quien había hecho estas herramientas de inteligencia artificial, lo que abre una ventana para proteger estas creaciones y otras jurisdicciones se lo están planteando”.
La capacidad innovadora de la IA es patrimonio del ser humano
Alba Meijide, licenciada por la Universidad de Manchester sobre IA hace hincapié, una y otra vez, sobre la transparencia, pero sobre todo al miedo que genera esta tecnología. “La historia de la IA se divide en primaveras e inviernos desde los años 60, momentos de esplendor, en los que se ha pensado que se va a desarrollar algo muy bueno e importante y el invierno, cuando esas expectativas no se cumplen. En el 65 ya había investigadores que decían que al cabo de 6 y 8 años cualquier sistema de IA iba a tener las capacidades generales de un humano promedio, pero es un hecho que esto no es así, ni hoy en día”, apunta y añade que “ahora parece que estamos viviendo una primavera con esteroides, todo muy inflado, con muchísimo dinero, expectativas y crea miedos a partir de pensar que los sistemas de IA superan nuestras expectativas”.
Comenta que aunque poca gente creyó que se podía llegar a producir este tipo de sistemas, es algo que se ha democratizado, ya no es algo oculto que está dentro de algoritmos que nadie entiende, y hay muchísimos datos que se pueden utilizar para entrenar los sistemas de inteligencia artificial, pero “la gotita que ha colmado el vaso ha sido la IA generativa, que hace que nos sintamos un poco más amenazados y que sintamos que tenemos que estar alerta”, aunque “yo creo que no se va a crear nada radicalmente nuevo porque finalmente, esta tecnología se nutre de lo que uno le da, toma piezas de todos lado, pero la capacidad innovadora es patrimonio del ser humano y más allá de eso yo soy partidaria de que los sistemas tienen que ser transparentes”.
Alba Meijide, consultora y diseñadora de proyectos basados en IA con artistas y desarrolladores en diversos estudios, por ejemplo de 3D, indica que al principio hay rechazo, pero cuando el creador se da cuenta de que es una herramienta para inspirar y no para sustituir al ser humano, puede empezar a beneficiarse. “Mi labor es acercarme al creador y analizar cuáles son los procesos en los que se sienta mejor, yo creo que es ahí donde la IA puede empezar a beneficiar, por ejemplo cuando uno no sabe ni por dónde va, quiere una imagen y no surge la inspiración, la IA puede ofrecer opciones que se acomoden al proyecto, puede ayudar a inspirar, a superar bloqueos creativos, y aunque yo trabajo con IA no me gustaría que se extirpara el elemento humano, porque al final todo sería una repetición”.
Sobre la transparencia, la especialista en IA define tres bloques: el de la transparencia algorítmica y por ello es importante saber cómo se ha creado el sistema, qué datos se han utilizado, que no sea una caja negra que hay que usar sin saber lo que hay detrás; el segundo es poder saber cuánto de IA tiene una creación y el tercero saber, cuando un instrumento de IA da información sobre algo, saber en qué se basa para ello. “La idea con la nueva tecnología es aumentar nuestras capacidades, aumentar la productividad, todo hecho desde una legislación, una regulación y dando protección”, concluye.
A nivel de producción, la IA puede ayudar muchísimo
El argentino Fernando Madedo, director gerente de la Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales (FIPCA) ha remarcado que el debate que se da en torno a la IA no existiría sin la utilización de una máquina. “No existiría el cine y a lo largo de los años hemos sumado las computadoras y otras máquinas para producir una actividad que le llamamos artística”, pero más allá de eso, “en los últimos años estamos atravesando un cambio fuerte de mentalidad y ya sea que utilicemos la inteligencia artificial o no, el cambio de mentalidad está ahí. La IA ya nos ha abordado e incluso quizás no sabemos que la estamos utilizando, pero está presente”.
A partir de ahí, agrega que surgen temas que tienen que ver con la ética. Por ejemplo, “si podemos hacer uso de esa tecnología, quiere decir que podemos cambiar los parlamentos o los diálogos de cualquier producción, pero más allá, no tenemos la capacidad ya para discernir si eso es real, ha sucedido o no y en cuanto al aspecto social, en definitiva, gran parte de los trabajos y los empleados pueden estar corriendo riesgos, como el de maquillaje, pero al mismo tiempo, deberíamos considerar que se generan nuevos trabajos, pues al ver créditos de diversas producciones vemos una serie de cargos nuevos que se crean, desarrollos”.
Para Madedo, “estamos en un momento en el que el punto de vista productivo puede ayudar muchísimo a optimizar tiempos, a optimizar recursos, a generar herramientas que nos permitan hasta incluso trabajar más eficientemente”, pero es necesario que todo sea transparente y bajo un marco ético.
La inteligencia artificial en la autoría de una obra audiovisual
Pablo Martí, abogado del departamento Jurídico de Derechos de Autor de Medios Audiovisuales (DAMA), entidad que agrupa a directores, guionistas de cine y traductores, resalta que hay preocupación del sector, “aunque nosotros no estamos en huelga todavía. Ahora mismo estamos en un punto en el que la IA está bastante desarrollada, vemos cosas que nos sorprenden, pero queda mucho tiempo para saber hasta dónde va a llegar y como autores estamos preocupados, pero el problema puede alcanzar a los productores y a muchos sectores”.
Insiste en que “es muy importante regular la manera en la que participa la IA mientras se usa creación de autores para producir otras obras, hay que estar muy pendiente. Hay que hacer muchas cosas para que esto se pueda controlar, hay que intentar que haya algún organismo supranacional que lo regule”. Define como primer punto para acercarse al problema establecer quién es el autor de la obra audiovisual y qué papel puede guardar la inteligencia artificial en la autoría de la obra.
Se pregunta, ¿puede una inteligencia artificial ser la autora de un guion, de un libro o de cualquier obra artística? y considera que desde el punto de vista de DAMA, no y aunque los procedimientos judiciales son pocos, muy sencillos por ahora y en fase embrionaria, es importante señalar que si no hay autor, nadie puede explotar la obra.