No solo el guión, la dirección o las interpretaciones. Sería injusto proclamar a ‘El Niño como la gran película de los apartados técnicos de los Goya de este año sin tener en cuenta a ‘La isla mínima’, una producción con una factura visual inigualable que entre otros galardones ha obtenido los de mejor fotografía, montaje y dirección artística. Sin duda, estos trabajos han potenciado la fuerza dramática de la historia de Alberto Rodríguez y la altura de las interpretaciones.
Tras su premio en San Sebastián por la fotografía del filme de Alberto Rodríguez, el director de foto Álex Catalán partía como uno de los principales favoritos para el premio a la mejor fotografía, favoritismo que fue corroborado con el consiguiente Goya. “Este año sentía que tenía más posibilidades que otros años, no lo voy a negar, es la tercera vez que estoy nominado, pero de ahí a que te den el premio hay mucha distancia”, reconoció Álex Catalán a Audiovisual451.
El equipo principal utilizado para el rodaje fue una cámara ARRI Alexa con un módulo XR que permitía grabar en RAW y ópticas Cooke S4. Respecto a las tomas cenitales de las marismas del Guadalquivir, las primeras imágenes que aparecen en los títulos de crédito iniciales son fotos científicas de Héctor Garrido, que fueron animadas por equipo de efectos visuales, “no se concibieron como un trabajo artístico, pero la naturaleza es así de caprichosa y convirtió eso en una obra de arte y creo que hacen que el espectador se agarre al asiento y sienta que va a ver una buena película”, explica Catalán. El resto de planos aéreos si fueron realizados por equipo de fotografía y se hicieron a través de drones.
Respecto a la particular luz de ‘La isla mínima’, el director de fotografía comenta que el tono quemado para los exteriores era algo deliberado: “quería que los exteriores fueran muy luminosos y los interiores sombríos y las noches sin luna, muy oscuras y que fueran asfixiantes. Los exteriores luminosos tienen un sentido dramático añadido que es situar al asesino en un entorno amigable, a la luz del día y dentro de las casas al igual que dentro de cada uno se encierran grandes secretos”.
En la corrección de color, que tuvo una duración de entre tres y cuatro semanas, Alex Catalán se centró en intentar potenciar las ideas descritas anteriormente y terminar de anular el azul, que fue eliminado tanto de vestuario como en dirección de arte e incluso de los cielos. “Intenté polarizar los cielos para que el azul no apareciera y parte de ese azul también lo eliminé en postproducción para conseguir ese efecto menos idílico. También esperamos a que fuera la cosecha porque los campos se coronan de amarillo y todo tiene un aspecto más seco. Si en vez de rodar en septiembre hubiéramos rodado en julio el arroz tiene agua debajo y está verde, hubiera generado unos campos verdes que no tenían nada que ver con la historia. Rodamos en otoño para que hubiera potencia visual pero que no fuera bonito ni idílico”, concluye el director de fotografía.
José Manuel García Moyano también estaba exultante con su primer Goya al mejor montaje: “Es mi primer Goya después de tres nominaciones, todas con películas de Alberto (Rodríguez) excepto la del documental ‘Paco de Lucía, La búsqueda’, de Curro Sánchez, por la que también estaba nominado este mismo año. Estoy muy contento, pero creo que Mapa Pastor, montador de ‘El Niño’, tenía también muchas posibilidades de ganar, porque su trabajo es excepcional”, manifestó.
Moyano contó a Audioviosual451 una de las particularidades de su metodología de trabajo a la hora de encarar el montaje de una película de Alberto Rodríguez: “Nosotros siempre aprovechamos todo el material, no tiramos nada. Un buen ejemplo de lo que digo está en una secuencia de ‘7 vírgenes’. Había un material que se había descartado pero cuando lo revisé, me di cuenta que había una gran verdad en él, eran unos jóvenes riendo en una gasolinera y la naturalidad que desprendían era impresionante. Entonces lo reutilizamos y le dimos la vuelta a la secuencia con ese material descartado. Me gusta visionar siempre todo el material, lo descartado, lo bueno, lo malo… porque de cualquier sitio puedes sacar ese pequeño matiz que marque la diferencia”.
También apareció muy emocionado ante la prensa el director de arte, Pepe Domínguez, ganador igualmente de su primer Goya por esa recreación ‘setentera’ en plenas marismas del Guadalquivir. En su caso ‘La isla mínima’ es su tercera colaboración con Alberto Rodríguez y su segunda nominación: “Este trabajo tiene detrás mucho sacrificio y mucho apoyo de familia, compañeros y amigos. Tuvimos que hacer un trabajo de inmersión en las marismas para casi como arqueólogos poder sacar a la luz todos los elementos de la época que quedaban. La documentación ‘in situ’ fue muy importante hablando directamente con la gente de allí que nos proporcionaban fotos personales, recuerdos que nos ayudaron mucho. Con todos estos elementos fuimos construyendo lo que se ve en la película. Quizá lo más difícil fue moverse por el entorno que es un gran laberinto maravilloso. Todo el proceso pudo durar tres meses”.