‘La Jungla: Un Buen Día para Morir’, John McClane 25 años después

Todos los héroes de acción de los 80 han intentando renacer de sus cenizas: Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone, Bruce Willis… hasta ahora ninguno lo ha conseguido realmente, al menos no han podido brillar como en aquella época dorada del cine de acción, su tiempo ha pasado. Ni tan siquiera las dos entregas de ‘Los mercenarios’, que reunía a héroes de acción de ahora y entonces, se puede decir que hayan cosechado un éxito rotundo.

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Por quinta ocasión, Bruce Willis repite su emblemático papel del policía John McClane que le convirtió en una estrella de talla mundial a finales de los 80. Ahora, en ‘La Jungla: Un Buen Día para Morir’, la acción tiene como telón de fondo la corrupción y la venganza política en Rusia. McClane llega a Moscú para averiguar el paradero de su hijo, Jack (Jai Courtney), que en su momento se alejó de él, y se queda atónito al descubrir que trabaja clandestinamente para proteger a Komarov, un delator de la corrupción imperante en el gobierno.

Los McClane, que se juegan el cuello en la empresa, se ven obligados a superar sus diferencias para poner a Komarov a buen recaudo y frustrar un delito potencialmente desastroso en el lugar más desolado de la Tierra: Chernobyl. McClane es, tal y como él mismo se describe modestamente, el “007 de Plainfield (Nueva Jersey)”. Pero hay mucha distancia entre Plainfield y Moscú, y John y su hijo Jack están a punto de celebrar un reencuentro familiar que jamás olvidarán. Hispano Foxfilm estrena ‘ La jungla: un buen día para morir’ en España el 15 de febrero.

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Se cumplen ahora 25 años desde que La Jungla de Cristal hizo explosión en las salas de cine, lanzando a un nuevo héroe cinematográfico, John McClane, y cambiando el paradigma de las películas de acción. McClane es alguien reconocible y con el que es posible identificarse. Un hombre normal y corriente obligado por las circunstancias a emprender una misión extraordinaria. Eso es lo que le separa de los héroes de historieta que vemos en la mayoría de las películas de acción, y lo que ha convertido a McClane en uno de los personajes más populares de la historia del cine. Junto a Bruce Willis y Jai Courtney completan el reparto de esta quinta entrega de la franquicia: Mary Elizabeth Winstead, Sebastian Koch, Cole Hauser, Amaury Nolasco y Yuliya Snigir.

El director John Moore se comprometió a elevar el nivel de la serie un poco más. Su singular estilo visual y sus antecedentes en películas de acción como ‘Tras la Línea Enemiga’ y ‘Max Payne’ convencieron a ejecutivos y productores de Fox de que él era capaz de seguir la jugada.

El productor Alex Young afirma: “John Moore tenía una idea completa de la evolución de la serie, tal y como lo han hecho las películas de Bourne y Bond, aunque poniendo su propio sello. Aportó un nuevo estilo visual a la franquicia y se le han ocurrido algunas escenas de acción asombrosas. También comprendió perfectamente el núcleo de la historia del padre y el hijo. Este trabajo va acompañado de inmensa presión y grandes expectativas y nunca los rehuyó; ni siquiera por un momento”.

El trabajo fue concienzudo explica Moore: “No es inhabitual que pasemos 12 horas rodando una toma que en la pantalla durará tres segundos, pero no hay otra forma. Esto es realización cinematográfica analógica. Rodamos todo cuanto podemos con la cámara y sólo empleamos efectos visuales especiales para realzar o pintar fondos”.

Moore se volvía loco de contento cuando una toma salía bien, haciendo sonar estruendosamente la campanita que tenía en su estrado. En la creación del estilo visual de la película, Moore quería que el trabajo de cámara se realizara casi por completo con cámara de mano, empleando tres cámaras y teleobjetivos para captar primeros planos detallados. Los improvisados movimientos de la cámara colocan al público dentro de la acción, como si formara parte del relato en vez de ser un observador distante que lo viera desde lejos.

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Wyck Godfrey, que ha producido otras dos películas con Moore, dice: “Algunos de los momentos más estimulantes que he pasado rodando películas han sido cuando John Moore  ha logrado algo increíblemente difícil o algo que él ha improvisado en el decorado. Su entusiasmo es contagioso”. Por su parte, Moore explica que “McClane se halla en un mundo extraño, controlando, al principio, poco o nada de su entorno. Es incapaz de prever las cosas tal y como podría hacerlo normalmente. Le han cogido con la guardia baja y queremos que la cámara reproduzca esa sorpresa y confusión”.

Los departamentos artístico y de construcción (compuestos en total por 350 personas) crearon 58 decorados para la película. De ellos, unos treinta son de tamaño mediano y diez grandes. En un momento determinado, según el director artístico Dan T. Dorrance, estaban construyéndose a la vez más de 46.000 metros cuadrados. Tres de los decorados más grandes fueron construidos en escenarios de los estudios Raleigh de Budapest; entre ellos, la ya mencionada sala del tribunal de la que Jack y Komarov escapan inicialmente. Después de su demolición, el decorado fue reconstruido en el amplísimo salón de baile del Hotel Ukrainia.

El interior del decorado ocupa la mayor parte del Estudio 6 de Raleigh y ha sido diseñado, según Dorrance, en un “chillón estilo arquitectónico Rococó”. El amplio salón de baile (de 45 x 25 metros) está cubierto de falso mármol, habiendo sido cada capa mojada a mano en un baño de varios colores suaves para lograr el efecto de mármol. Veinte pintores, ochenta carpinteros y diez obreros metalúrgicos emplearon ocho semanas en construir un decorado de 450.000 dólares, en estrecha coordinación con los departamentos de efectos especiales y de especialistas.

La sala fue decorada con una araña que se desprende del techo, con sillas y con un piano, mientras que las paredes y las columnas fueron diseñadas con orificios de bala prefijados y rellenos con petardos. Los MacClane acaban escapando de la ensalada de tiros saltando sobre la barra de un bar que cuenta con líneas de corte para la colocación de vidrio astillable. Las ventanas están hechas de vidrio explosivo diseñado para romperse en trozos pequeños, y el techo, revestido con paneles de vidrio, está fabricado en cristal de azúcar de colores. Todo esto se derrumbará encima de los McClane en forma de ducha explosiva –un guiño a la primera película de la serie, en la que vidrio hecho añicos hacia puré los pies descalzos de John McClane.

El salón de baile, cuya construcción e iluminación llevó meses, fue sistemáticamente destruido a lo largo de más de una semana de rodaje. Durante un enfrentamiento con Alik, los McClane reciben fuego de un helicóptero que revolotea justo fuera del salón de baile. La intensidad de la destrucción es épica, incluso para una película de ‘La Jungla de Cristal’.

Gracias a una afortunada sincronización y a la colaboración del gobierno húngaro, la producción pudo utilizar para la escena uno de los helicópteros de ataque Mi-24 del ejército. El supervisor de producción Gabor Varadi actuó de enlace con la fuerza aérea húngara,“nos permitieron que el helicóptero volara a unos 50 metros sobre el suelo, aunque el mínimo legal es de unos 275 metros. John Moore quería dejar abiertas las puertas del helicóptero, con los actores sujetos por arneses. Normalmente nunca habrían accedido a estas peticiones. Pero el hecho de que ésta fuera una entrega de ‘La Jungla de Cristal’ y que Bruce Willis sea probablemente el actor más popular en Hungría nos abrió muchas puertas, además de las del helicóptero”.

Junto con el Mi-24, en la película aparece el helicóptero fabricado en Rusia Mi-26 “Halo”, el helicóptero más grande del mundo, con sus 25 toneladas de peso y su capacidad de transportar otras 25. La aeronave tiene 38 metros de longitud y una distancia de seguridad en vuelo de 60 metros. Sus motores de 30.000 CV hacen girar ocho rotores, cada uno de los cuales tiene una longitud de 14 metros. Su velocidad máxima es de 250 nudos. Si los helicópteros eran la guinda, el pastel propiamente dicho era la antes mencionada persecución de vehículos que consumió casi dos meses y medio de rodaje, y en la que intervinieron cientos de vehículos. Mercedes Benz donó a la producción automóviles y camiones valorados en varios millones de dólares, incluidos tres de los “actores” principales de la persecución: un todoterreno de la serie GL, una furgoneta Sprinter y un Unimog –un robusto vehículo militar y multiusos con un distintivo aspecto europeo.

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La gigantesca empresa se prolongaría a lo largo de todo un verano de rodaje. Hubo doce escenas independientes de carretera, cada una con su propia acrobacia. En realidad, una unidad entera de especialistas compuesta por 190 personas fue creada para rodar los componentes de acción de la persecución, bajo la batuta del director de la segunda unidad, Jonathan Taylor, y del ayudante de dirección Sean Guest. Los diálogos y los primeros planos fueron rodados por la unidad principal. La unidad de especialistas llegó a ser parte del mobiliario urbano de Budapest, volteando camiones, aplastando coches y doblando esquinas a toda velocidad con grandes vehículos.

Taylor rodó la persecución de automóviles usando varias cámaras en cada toma, colocando objetivos no sólo en los vehículos que llevaban una cámara y en los camiones participantes en la persecución, sino también en los coches que sufren colisiones, en los coches que pasan por la escena, en motocicletas, en ventanas de edificios… El propio Willis se puso al volante durante una parte de la escena de la “escalera de mano”, conduciendo el Mercedes G a través de enormes tuberías de hormigón e intentando recuperar el control después de que el vehículo girase coleando.

La escena de la “escalera de mano” fue rodada en un sector de “Hungaroring”, el circuito de Fórmula 1. La producción consiguió un prolongado alquiler de una amplia zona de hierba para estacionamiento en la parte interior del circuito, que proporcionó un entorno seguro y protegido para algunas de las acrobacias de los vehículos más grandes, las cuales exigían demasiado tiempo y suponían excesivo riesgo para realizarlas en las calles. Se construyó una pista de asfalto de algo más de 100 metros, además de un paso elevado con sus muros colindantes. Éste, a su vez, era aledaño a la pantalla verde más grande jamás montada: 228 metros de largo por 14 de alto. “Se puede ver desde el espacio”, dice Dan Dorrance bromeando.

La gigantesca pantalla verde permitió al departamento de efectos visuales especiales añadir imágenes de fondo del perfil y del tráfico de Moscú. Aunque Budapest hizo un trabajo fantástico encarnando a la otra ciudad, según afirman los productores, hay ciertos rasgos de la capital rusa que no pueden ser falseados.

Lo que le faltaba a Budapest de las dimensiones y el tamaño de Moscú, lo compensó con su belleza y su fascinante arquitectura. La producción rodó en 32 exteriores prácticos, utilizando varios de los monumentos históricos y las plazas públicas más destacados de la ciudad, incluida la pintoresca Avenida Andrassy, de inspiración parisina; el puente de Isabel y la popular parada turística de la Plaza de los Héroes (“Hosok Ter”), adornada con grandes estatuas de las figuras históricas más emblemáticas de Hungría.

La Plaza de los Héroes sirve de entrada a un enorme parque y está enmarcada por dos de los museos más renombrados del país. Uno de ellos, el Museo de Bellas Artes, hace el papel de exterior de la sala de justicia donde Komarov y Jack McClane tienen que enfrentarse a sus cargos. La escena es caótica y volátil, pues cientos de manifestantes han acudido a escupir veneno contra Komarov por sus supuestos delitos contra el estado. Auténticos agentes de policía y personal militar de Budapest son utilizados en la escena como extras, junto con docenas de vehículos policiales, carros de combate, banderas y pancartas de protesta.

A la producción se le concedió un acceso sin precedentes al Aeropuerto Franz Liszt de Budapest (que dobla al neoyorquino de La Guardia) para una escena en la que aparece Mary Elizabeth Winstead, repitiendo su papel de la hija de John, Lucy McClane. «En cierta medida tengo la sensación de que fue ayer cuando rodamos ‘La Jungla 4.0’ y hasta cierto punto me parece que ha pasado toda una vida. En la película anterior se mencionaba al hermano de Lucy ¡y ahora me emociona conocerle bajo el aspecto de Jai! También me gusta la forma del diálogo –un tanto críptico– entre John y Lucy porque así son muchas familias. Tienden a sortear cosas que son emocionalmente difíciles o dolorosas”, dice Winstead.

Si bien casi todos los exteriores de la película están en Budapest, la producción tuvo que desplazarse a casi una hora fuera de la ciudad para hallar el decorado más grande e intrigante de todos: Chernobyl. Una antigua base militar soviética en la aldea de Kiskunlachaza, abandonada después del hundimiento de la URSS, proporcionó el debidamente espeluznante paisaje. La escalofriante instalación, en avanzado estado de deterioro, fue recreada  por el equipo artístico de Dorrance con estatuas y murales soviéticos pintados en los costados de edificios de hormigón que se caían a pedazos. Carros de combate, jeeps y camiones militares alquilados están esparcidos por el terreno. Además de añadir una gran fachada a un edificio, el departamento artístico extendió una gran pista de hormigón para que sirviera de plataforma de aterrizaje para el helicóptero Mi-26, que tiene un papel clave en la escena final.

Tanto el reparto como el equipo técnico se quedaron sobrecogidos por el decorado de Chernobyl cuando llegaron en la tarde del 23 de junio de 2012 para la primera de las ocho sesiones nocturnas de rodaje no consecutivas. Según el productor Wyck Godfrey: “Dan y John han colaborado maravillosamente en todos estos decorados, captando la vibración emocional de la escena mediante el diseño de la producción. El interior del banco, por ejemplo, transmite una sensación de terror impenetrable –¿qué podríamos hallar aquí?– dotando a toda la escena del ambiente de una película de terror. El decorado del techo, construido justamente fuera de este estudio, parece poder venirse abajo en cualquier momento”. El techo del banco fue la ubicación principal de la última semana de rodaje, realizado todo él de noche, cuando todo el argumento llega a su punto culminante en una tormenta de fuego con ataques de helicópteros, explosiones, tiroteos y el heroísmo de McClane, marca de la casa.

También se estrenan esta semana en las salas españolas: la producción española de animación ‘Blackie & Kanuto’; ‘Dos días en Nueva York’; ‘Un plan perfecto’ y ‘La trama’.

 

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