Las cuentas de producción

Por Fernando Fernández Aransay, de Aransay | Vidaurre Copyright & Image Lawyers.

Los fondos que los coproductores han de allegar para la producción de la obra audiovisual deben ser ingresados en alguna cuenta bancaria que permita su manejo. A esta cuenta habrán de llegar los caudales de cuya obtención cada coproductor se haya hecho responsable. Tanto si se trata de fondos propios como, más comúnmente, de aportaciones de terceros (inversores, anticipos de explotación, ayudas públicas, etc.) los dineros irán, normalmente, destinados al coproductor titular de los contratos o de los expedientes administrativos que justifiquen la transacción.

Podrá entonces el coproductor aplicarlos a los gastos que le incumban directamente desde su propia cuenta (en la que haya recibido los fondos), o bien transferirlos (o hacerlos llegar allí en primer lugar) a otra específica y llamada, por ese motivo, cuenta de producción.

cuenta financiacion

La ventaja obvia de la cuenta de producción es centralizar todos los flujos de dinero con independencia de su procedencia (uno u otro coproductor). Esto, sobre todo, otorga mayor claridad a los movimientos dinerarios, evitando confusiones y aportando garantía a quienes tengan interés directo en conocer aquellos, como los mismos coproductores o determinados inversores.

Decidida la existencia de una cuenta de producción, lo siguiente es determinar quién la administra. Aun cuando es usual que la cuenta sea abierta por todos los coproductores que serán, por tanto, sus titulares y los únicos legitimados para, por ejemplo, cerrarla, su administración cotidiana puede ser encomendada a todos o algunos de ellos de modo solidario o mancomunado.

Si es solidaria, cada uno de los titulares de la cuenta podrá efectuar actos ordinarios de administración sobre ella, tales como ordenar pagos. Si mancomunada, será preciso el concurso de todos los titulares para hacer esos actos.

La ventaja de la mancomunidad es el control mutuo, la desventaja, su menor agilidad y la necesidad de concertarse continuamente. Esta última exigencia puede mitigarse estableciendo parcelas de disposición solidaria, tales como el pago de gastos inferiores a cierta cuantía, pero, según la complejidad de la producción, aun así puede retrasar mucho las operaciones cotidianas y entorpecer las labores de todo el equipo.

Por su parte, lo que la solidaridad aporta en dinamismo y agilidad se pierde respecto al control del empleo de la cuenta. En este sistema es crucial que las incumbencias respectivas de los coproductores estén claramente delimitadas, y además que todos ellos se informen entre sí diligentemente. Ya hablamos en otro artículo sobre la rendición de cuentas, es decir, las responsabilidades de unos frente a otros cuando se actúa sobre intereses compartidos, nos remitimos a él para completar la explicación.

En la práctica suelen combinarse soluciones que participan de todos estos planteamientos, asumiendo a veces cada coproductor pagos desde sus propias cuentas al tiempo que se establece una cuenta, separada, de producción en la que ciertos gastos queden bajo potestad solidaria y otros mayores se afronten mancomunadamente. Lo importante es organizarse bien, asegurar el ordenado funcionamiento de la producción y llevar una contabilidad eficiente y clara en beneficio de todos.

-Publicidad-