Lógico alud de premios técnicos para ‘La sociedad de la nieve’ en los 38º Premios Goya

No hubo que esperar demasiado este año para adivinar que la gran noche del cine español iba a convertirse en una celebración casi monográfica de ‘La sociedad de la nieve’. Y es que, en la 38ª edición de los Premios Goya que acogió la capital vallisoletana el pasado sábado, 10 de febrero, el filme de JA Bayona con producción de Netflix dejó muy claro desde un principio que iba a por todas, haciéndose nada menos con 12 de los 13 «cabezones» a los que estaba nominado.

Si bien ‘Robot Dreams’ y Pablo Berger consiguieron frustrar el pleno absoluto de la cinta sobre «El Milagro de los Andes» al hacerse, por sorpresa, con el Goya al Mejor Guion Adaptado, el triunfo por aplastamiento de ‘La sociedad de la nieve’ sí que se tradujo en un pleno, con todas las de la ley, dentro de los apartados técnicos. Poco a poco, esta avalancha de galardones fue aupando al quinto largometraje dirigido por Bayona hasta el Olimpo de la ceremonia, donde ‘La sociedad de la nieve’ recibió, a modo de corona de laurel, los premios a la Mejor Música Original para Michael Giacchino, Mejor Actor Revelación para Matías Recalt, Mejor Director y, algo que parecía ya inevitable a esas alturas de la velada, el Goya a la Mejor Película.

JA Bayona, el gran triunfador de los 38º Premios Goya, con 12 galardones.

La categoría que inauguró este histórico palmarés, solo superado por las 14 estatuillas de ‘Mar adentro’ y las 13 de ‘¡Ay Carmela!’, fue la de Mejor Vestuario, un premio que recayó en Julio Suárez. «En una película tan coral y a la vez tan íntima como ‘La sociedad de la nieve’, mi deber era ocuparme de todos y cada uno de los personajes por igual. Estamos hablando de un total de 45 personajes muy diferentes entre sí, así que detenerse en cada uno de ellos para tratar de expresar cómo eran a través de lo poco que llevaban en una maleta fue todo un desafío. Llevaban la ropa justa para pasar un fin de semana, y lo que no sabían es que esas prendas iban a cobrar un papel clave a la hora de soportar el frío de la montaña y de sobrevivir», declaró el diseñador de vestuario argentino a Audiovisual451 justo después de recoger su galardón.

Acto seguido, el Goya a los Mejores Efectos Especiales reconoció el meritorio trabajo de Pau Costa, Félix Bergés y Laura Pedro, colaboradores habituales de Bayona desde El Ranchito y potenciales «oscarizables» que se quedaron a un paso de la candidatura de la Academia de Hollywood. «La secuencia del alud fue muy complicada; hicimos muchos ensayos, trabajamos con los cañones de nieve, etc. Pero nada comparable a la del accidente, que conllevó una preparación de tres meses. Lo planificamos todo desde el departamento de previsualización de El Ranchito, mano a mano con Bayona, y una vez que él decidió cómo lo quería rodar, valoramos qué tipo de máquinas íbamos a necesitar y consultamos con Alain Bainée y el equipo de arte cuáles iban a ser los decorados», explicó Pau Costa a su paso por la alfombra roja de premiados.

Por su parte, Laura Pedro subrayó la utilidad de los platós virtuales. «Esta herramienta nos resultó muy práctica, sobre todo para sacar adelante aquellas secuencias en la que la luz era más crítica. En el caso de los amaneceres y los atardeceres, el equipo no podía estar en alta montaña para rodar, puesto que las bajísimas temperaturas lo hacían inviable, así que lo que solíamos hacer en esas circunstancias era trabajar en interiores con imágenes reales de Los Andes como telón de fondo«.

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Félix Bergés, Pau Costa y Laura Pedro, ganadores del Goya a los Mejores Efectos Especiales.

A la victoria en efectos especiales, le siguió el Premio al Mejor Maquillaje y Peluquería para Ana López-Puigcerver, Belén López-Puigcerver y Montse Ribé, que venían de triunfar, como sus compañeros, en los Premios del Cine Europeo, aunque, a diferencia de ellos, sí que han conseguido colarse entre los nominados al Oscar. «Una de las cosas en las que nos hemos enfocado más es en la continuidad. Estos chicos pasaron 72 días en la montaña, pero a nosotros nos llevó 140 días contarlo. Por ejemplo, rodamos dentro del avión un mes de diciembre, y hasta enero del año siguiente, no se rodó el accidente de avión, así que velar por el raccord era algo primordial. Mostrar, poco a poco, el deterioro de los personajes tampoco fue nada fácil, pero algunos de los supervivientes nos ayudaron muchísimo a entender cómo les afectaron esas condiciones tan extremas», comentó Ana López-Puigcerver.

El tercer Goya técnico para ‘La sociedad de la nieve’ acabó siendo el de Mejor Montaje, que fue a parar a manos en Andrés Gil y Jaume Martí. «Resultó muy complicado encontrar el foco para contar una historia con tantos personajes. Era un poco peligroso reforzar ciertas individualidades, dado que de lo que estábamos hablando era de un colectivo muy unido, por lo que tuvimos que prescindir de algunas secuencias para reforzar esa sensación. Pero, luego, había algunos personajes con más protagonismo que otros, así que tuvimos que buscar un equilibrio para que esta historia contase con un narrador y el espectador no se perdiese. La idea de Bayona siempre fue rodar más material del que había sobre guion para que así no quedase ningún fleco suelto», relató Jaume Martí en declaraciones a Audiovisual451.

Acto seguido, el uruguayo Pedro Luque recogía el Premio a la Mejor Fotografía, acercando un pasito más a la cinta de JA Bayona hasta la gloria. «Las condiciones del rodaje fueron muy variadas, por lo que fue difícil encontrar la manera de mantener un lenguaje coherente durante toda la película. Pero, por encima de todo, el mayor esfuerzo que ha conllevado este proyecto para todos los que hemos trabajado en él ha sido emocional. Estuvimos mucho tiempo aislados en medio de la montaña y, en mi caso, tuve que viajar muchísimo». Sobre esas expediciones para filmar en Los Andes junto al director de la película, Luque señala: «En un lugar tan inhóspito como Los Andes, uno siente una energía muy poderosa. Allí, la vida no es algo que esté permitido, por lo que fue una odisea en todos los sentidos. No nos quedaba otro remedio más que entregarnos a lo que quisiera darnos la montaña, que fue mucho».

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Ana López-Puigcerver, Montse Ribé y Belén López-Puigcerver, ganadoras del Goya al Mejor Maquillaje y Peluquería.

Pero, lejos de terminar ahí, la hazaña de la película sobre «La Tragedia de Los Andes» siguió creciendo en dimensión con el Goya al Mejor Sonido para Jorge Adrados, Oriol Tarragó y Marc Orts. «Trabajar en altura, con frío y con tantos actores, todo eran retos a nivel técnico. La secuencia del alud fue una de las más complicadas porque había muy poco espacio y dentro tenían que estar unos veinte actores, así que lo que se nos ocurrió fue colocar micrófonos direccionales en las cámaras, además de los que llevaba incorporados cada personaje. Ya son 26 años dedicándome a esto y, sin duda, esta es la película más extrema en la que he trabajado nunca«, llegó a confesar Jorge Adrados, máximo responsable del sonido directo.

Llegados a este punto, el Premio a la Mejor Dirección de Arte con el que se hizo Alain Bainée sitúo a Bayona y compañía a solo un premio del dominio técnico total. «Los tres fuselajes del avión con los que trabajamos a lo largo de la película implicaron dificultades a muchos niveles. Eran decorados de hierro, ya que queríamos que fueran muy realistas, y una de las tareas más complicadas fue subir en trineos una de esas carcasas, dividida en tres trozos, hasta lo alto de una montaña. Pero, por si fuera poco, otro de los fuselajes, que se ubicaba en un set que reproducía la orografía de la montaña, exigió la construcción de un búnker en el que alojamos una serie de hidráulicos que permitían subir y bajar el avión para marcar las diferencias en cuanto a las cantidades de nieve», recordó Bainée.

Para el equipo de arte, el trabajo en la nieve supuso un agotamiento físico sin parangón, pero el viaje comenzó, en su caso, mucho antes de rodar. En palabras de su director, «localizar en Sierra Nevada fue una aventura, ya que había que encontrar un lugar que pudiésemos fusionar con el Valle de la Lágrimas sin ninguna distorsión, y también lo fue en el caso de Uruguay, donde la cuestión estaba en hallar lugares asimilables a la década de los 70″.

Como guinda del pastel, Margarita Huguet se alzaba con el Goya a la Mejor Dirección de Producción, lo que significaba que ese pleno imposible era ya una realidad. «La logística que implica la nieve y la gran cantidad de actores que había en el set nos pusieron las cosas muy difíciles a todos. Empezamos con 25 actores y terminamos con 16, y a todos ellos había que subirles cada día a lo alto de la montaña para rodar a unos 3.000 metros de altura, algo muy poco usual en un rodaje», rememoró Huguet en conversación con Audiovisual451.

El equipo de ‘La sociedad de la nieve’.

«Intentamos controlar la producción y velar por el mantenimiento de los presupuestos todo lo posible, pero, al final, la montaña y la meteorología siempre mandan«, se lamentó la directora de producción, que reconoció que el equipo del filme sufrió su particular odisea, en paralelo a la que vivieron los personajes. «Había días que queríamos subir y no podíamos, aunque, por suerte, siempre teníamos planes alternativos. Ya fuera el tiempo, el COVID o el viento del Sáhara, la clave estaba en tener cintura y estar siempre prevenidos para adaptarnos en medio de ese enorme caos en el que nunca sabías qué iba a pasar al día siguiente».

Poco después, el propio JA Bayona subía al escenario de la Feria de Valladolid, en compañía, entre otros, de las productoras Sandra Hermida y Belén Atienza, para recoger los restantes premios «gordos», poniendo así el broche de oro a una 38ª edición de los Goya redonda para ‘La sociedad de la nieve’. Y eso que, tras los éxitos cosechados en los Premios del Cine Europeo y las nominaciones obtenidas tanto en los Globos de Oro como en los próximos BAFTA, este no es más que el pistoletazo de salida para la que es una de las finalistas de este año en la muy disputada carrera por el Oscar a la Mejor Película Internacional.

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