Los pasitos de ‘Wallace y Gromit’ por María Ribas y Adrián Piqueras

Por Rocío Ayuso, para Audiovisual451.

María Ribas y Adrián Piqueras son parte del tejido español que ha hecho posible el último largometraje de los estudios Aardman, ‘Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas’. María, como animadora, y Adrián, como asistente de animación, ya llevan unas cuantas películas con este estudio que nació en Bristol (Reino Unido), en 1972, de la iniciativa independiente de Peter Lord y David Sproxton y a la que poco después se uniría Nick Park para crear el referente de la animación stop-motion en el que se ha convertido en estas décadas.

Un estudio en el que Ribas y Piqueras no están solos a la hora de hablar español. Están Raúl G. Eguía y María Moreira como animadores, Yago Álvarez con ‘Very Small Creatures’, María Collado en el departamento de arte, Luís Zamora en storyboard, y seguro que más porque como apunta María, en Aardman están siempre con un ojo puesto buscando a los mejores. “Y les gusta la calidad que tenemos. Se nos conoce por ser muy currantes, trabajar bien y rápido. Gusta la calidad que tenemos y el estilo que se trabaja en España suele ser bastante similar al de Aardman. Nosotros también venimos con muchas ganas porque en un sitio como Aardman se trabaja mucho y en muy buenas condiciones, con trabajo constante, algo que en España es un poco difícil”, detalla la animadora todavía frustrada por la falta de una industria del stop motion en su país.

Ribas se ha ganado en Aardman el título de senior no por su edad sino por su filmografía en el estudio que incluye obras como ‘Cavernícola’ (2018), ‘Granjaguedon’ (2019), ‘La oveja Shaun, Aventuras en Mossy Bottom’ (2020), ‘Las épicas aventuras de Morph’ (2020), ‘Very Small Creatures’ (2021) y ‘Chicken Run: Amanecer de los Nuggets’ (2023). Piqueras, por su parte, también se ha ganado el título de senior en su trabajo como asistente de animación por un lazo con Aardman que empezó en 2016 trabajando en ‘Cavernícola’, ‘Granjaguedon’, ‘La oveja Shaun’, ‘Chicken Run: Amanecer de los Nuggets’, ‘Very Small Creatures’ y ahora también ‘Wallace y Gromit’. Un largo vínculo que no le quita el humor cuando subraya el amor que siente Pete Lord por España “¡y especialmente por el jamón!”

Más en serio, ambos desde su experiencia se han brindado a ofrecer un paso a paso en su labor en estos estudios y en concreto en ‘Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas’ donde los dos tuvieron la oportunidad de trabajar con su ídolo, Gromit. Algo así como si a un actor de la talla de Javier Bardem le dieras la oportunidad de trabajar pasito a pasito con un legendario Marlon Brando. “Lo primero que vi de Wallace y Gromit fue ‘A Grand Day Out’ (1989) y debía tener cuatro años porque soy del 85. Fue mi primera conexión con estos personajes, aunque mi preferida fue ‘Pantalones equivocados’ (1993) y por eso me daba un poco de miedo la vuelta de Feathers. Sentía mucha presión”, rememora Piqueras. Para Ribas el recuerdo es aún más personal porque tanto ‘Pantalones equivocados’ como ‘Un afeitado apurado’ (1995) y ‘Chicken Run: Evasión en la granja’ (2000) las vio “mil y una veces” con su padre “hasta dejar el VHS para tirar porque solo se veían rayas”.

Nick Park, creador de estas criaturas y director del filme junto con Merlin Crossingham, no hizo más llevadera la presión. “En cada conversación con Nick veías a Gromit, notabas que era su niñito, que le tiene mucho cariño al personaje”, indica María. Tanto cariño que cada nota de dirección venía acompañada por “una de esas expresiones” típicas de este perro de plastilina, pero moldeadas de manera natural con el rostro de Park. “¡Y tú sabes de qué expresión está hablado cuando te hace el gesto, pero yo solo tengo una ceja con la que trabajar!”, se desespera con humor Ribas al recordar el reto de su último trabajo. Eso sí, dado que todas estas explicaciones gestuales de Park se grababan para los animadores María sabe que existe “una película maravillosa” juntando todos estos trocitos en imagen real del realizador.

Por no tener, Gromit, un personaje tan expresivo como este clásico de la animación stop motion, no tiene ni boca. “Por eso, en asistencia, una de las primeras tareas fue modelar una cabeza de Gromit, la excusa para entrar en modelo con el personaje”, indica Piqueras. Lo que más machacan en el estudio es la importancia en este perro del hueco de los ojos y las cejas, subraya. “Es muy fina la separación entre que los ojos te queden demasiado hundidos o demasiado hacia fuera. Hay que ser muy meticuloso para que la ceja no arroje una sombra muy marcada debajo de los ojos. Ese ha sido el reto más grande, la monoceja”, explica cual maldición de un pequeño fragmento de este actor de plastilina que no se puede modelar más de tres o cuatro veces o se acaba resquebrajando.

Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas
Cr. Courtesy of Netflix © 2024

El trabajo principal de Adrián es el de mantener la consistencia en el lipsync, en las bocas que utilizan los personajes. Aunque por primera vez en ‘Wallace y Gromit’ se ha utilizado más silicona, “las cabezas son siempre de plastilina lo que nos permite hacer esos intermedios a la hora de las expresiones y del diálogo. Lo que le da ese puntito ese encanto”, refresca Piqueras diferenciando a Aardman de otros estudios de stop motion como Laika donde desde hace ya tiempo se utiliza la impresión 3D para la sustitución de piezas. “Eso en Aardman solo se utilizó en ‘Piratas: Una loca aventura’ (2012) pero no se ha vuelto a recuperar más que para props o para que los animadores tengan los modelos en tridimensional de referencia”, aclara.

Más allá de lo tradicional, Piqueras también tuvo la oportunidad de experimentar con nuevos materiales como la resina ultravioleta que utilizó al principio de la película en una secuencia en la que Wallace se está vistiendo. “En esa secuencia hay unas tuberías y el agua que está con él, aunque parece CGI, es resina. Son piezas que tuve que moldear y testear en el propio tubo”, explica. Además, Adrián pasará a la historia animada como el hombre que abofeteó a Wallace. “Me encargué de preparar todas esas caras en las que recibe el impacto para que el animador fuera directamente al meollo”, apunta.

Más allá de Gromit, Ribas trabajó con la nueva estrella del filme, Norbot, el pequeño gnomo de jardín inteligente que la liará parda gracias a Feathers McGrow. “Probé un poco de todo en el testing, cuando están viendo en qué línea nos van a poner. Pero acabé haciendo más planitos con el gnomo, sobre todo cuando salen con los patinetes”, explica con una de sus secuencias por ahí rondando en internet, uno de los time-lapse que promocionan la cinta donde los Norbots salen de la furgoneta con los patinetes. “También pasé mucho tiempo con el agente de policía, PC Albert Mackintosh, toda la escena del flashback, cuando supuestamente están guardando el diamante azul”, detalla. Eso además de la escena con Gromit en el sótano buscando a los gnomos que acabó repitiéndose mucho y quedando en parte fuera hasta dar con la ceja adecuada.

Wallace y Gromit
Cr. Courtesy of Netflix © 2024

Todo esto para hacer cinco segundos de media a la semana. O eso era lo que esperaba el estudio en esta producción de 79 minutos de duración. “Vamos despacito -recuerda María-. Pero varía mucho porque hay días que haces cinco segundos y otro día, ninguno. Depende de la cantidad de muñecos. Con Gromit, siempre era más complejo porque no tienes el apoyo de la boca, ni de nada, solo de la ceja y hubo algún plano del principio que se repitió cinco, seis, siete veces por esas micro expresiones que no acababa de salir”. Una línea de producción donde mientras los asistentes de animación hacen pruebas de efectos especiales, de diferentes velocidades o de cuantas piezas necesitan, los animadores preparan un primer test con el audio para ver el estilo. “Luego, cuando estamos animando propiamente, hacemos un blocking, como hacer un ensayo, que según qué animador será a cuatro o seis (fotogramas por pose) o solo con las poses clave. Con esto haces la propuesta, el director te da las notas y luego ya vas a (hacer) el plano final”, detalla.

Adrián recuerda por cada secuencia esa primera reunión de preproducción (PPM) donde se reúnen directores de fotografía, asistentes, animadores, director de arte y directores para hacerse una idea de lo que se va a necesitar, para hablar de los props, o donde el departamento de rigging tiene que localizar el acceso para ponerle un anclaje al muñeco. “Una reunión donde ves que Nick lo tiene todo en la cabeza”, añade.

Muchas experiencias desde que ambos empezaron a plantearse en serio algo llamado stop-motion, María en Universidad Politécnica de Valencia y Adrián en Madrid en Ars Animation. Ambos eran los raros porque realmente no se enseñaba esa técnica animada. Y los dos casi cruzaron sus caminos en ‘Clay Kids’ antes de finalmente llegar a Aardman.

Adrián Piqueras: “Por lo general lo primero que haces siempre es un muñeco, que queda como un churro, y te dices eso de vamos a caminar, que es lo más complicado. Aprende primero las dinámicas básicas, el péndulo, la pelota, el timing y crea una comicidad, un estilo.”

Ahora, ambos colaboran en pervertir (en el mejor de los sentidos) a nuevas generaciones, impartiendo cursos, mentorías o clases magistrales de stop motion a aquellos interesados, quizás ofreciendo muchos de los conocimientos profesionales que les habría gustado saber en sus principios. Adrián dio clases en la UTAD durante un par de años, cuando la pandemia le pilló en España. María trabaja activamente con la Academia de Aardman. “La verdad es que me lo estoy pasando muy bien -reconoce alguien de natural tímida-. Tengo un montón de mentorías y al principio me daba un poco de miedo, un no sé qué voy a explicar porque no sé ni cómo lo hago yo, pero la verdad es que ahora disfruto mucho porque me gusta ver el nuevo talento, cómo la gente joven lo coge con ilusión”, explica. ¿Qué les habría gustado saber entonces, en sus comienzos, que ahora comparten con sus alumnos? “Muchas de las herramientas que tenemos ahora. El Dragonframe existía pero teníamos el StopMotionPro. Las cromas en directo para ver cómo está quedando la secuencia con un fondo que no tienes en vivo. Ahora puedes ahorrarte mucho trabajo de ensayo e hilar finísimo”, indica Piqueras en su carta a los Reyes Magos de la animación. En el caso de Ribas, de lo que se ha dado cuenta es que lo más importante de la animación stop motion es lo más sencillo. “Te agobias por que necesitas muchas cosas, un set, todo es muy complicado. Te lías animando otros estilos más 2D o de imagen real. La gente se frustra mucho cuando lo mejor es coger cualquier cosa, canicas, trocitos de madera, y darles vida. Ponte a jugar con ellos, diviértete. Hubieses sido más gracioso si nos hubieran animado más en esa línea de divertirte, de jugar. No te bloquees en los detalles porque la stop motion es un trabajo de equipo y si lo que te gusta es animar, coge cualquier cosa y anímala”, repite. Adrián está de acuerdo. “Por lo general lo primero que haces siempre es un muñeco, que queda como un churro, y te dices eso de vamos a caminar, que es lo más complicado. Aprende primero las dinámicas básicas, el péndulo, la pelota, el timing y crea una comicidad, un estilo”, añade como el consejo más básico y quizás el menos escuchado.

‘Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas’ se estrena el 3 de enero de 2025 en Netflix.

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