Los productores Carlos Juárez (‘El Hoyo’), Koldo Zuazua (‘O que arde’) y Olmo Figueredo (‘La Trinchera Infinita’) reclaman un mayor reconocimiento por parte de las instituciones públicas de su condición de autores y no de meros gestores económicos, a la hora de evaluar los proyectos que deciden financiar.
Esta es una de las conclusiones de la jornada profesional que ha organizado Euskal Produktoreen Elkartea – Asociación de Productores Vascos (EPE-APV) junto a MAPA (Mesa Territorial de Productores Audiovisuales) cuyo objetivo ha sido reflexionar acerca de fórmulas para avanzar en la elaboración de nuevos paradigmas de ficción cinematográfica y audiovisual con la ayuda de las administraciones públicas en una situación difícil, en la que el propio papel del productor como un emprendedor artístico, industrial y de empleo de calidad no parece estar demasiado reconocido por las administraciones públicas.
En este debate, en el que también ha intervenido Carles Torras (‘El practicante’), ha destacado la aportación que ha realizado cada uno de los participantes, de la mano del moderador Iker Ganuza, respecto al nuevo paradigma creado con la irrupción de las plataformas y su impacto sobre el sector audiovisual español.
En ese sentido, Carles Torras ha abierto el debate opinando sobre el caso de éxito de ‘El Practicante’, una película que según sus palabras, «no hubiera sido posible financiar sin la apuesta de Netflix de convertirla en un original. Esto ha significado para él perder la propiedad intelectual del título, pero ha permitido que consiga una visibilidad internacional imposible de obtener a través del circuito tradicional de distribución y exhibición».
Por su parte, Koldo Zuazua, añade sobre esa cuestión que las plataformas se han convertido en un player muy importante. «El sistema de consumo se está yendo al soporte digital y se está perdiendo la asistencia a las salas. Netflix y HBO velan por su modelo de distribución preponderando esa ventana, pero esto significa que se pierden una serie de empleos vinculados con otras formas de consumo. Por otra parte, está bien que 120 millones de personas vean tu película, pero nunca lo harán en proyección en una sala de cine. A partir de ahora, habrá más contenidos que se verán en todo el mundo, pero estos seguirán unos parámetros que homogenizarán la oferta».
En ese sentido, Carles Torras apunta que también las televisiones privadas buscan una serie de condiciones para escoger las películas por las que apuestan y que las plataformas están generando cientos de puestos de trabajo en el campo de la producción y que además han sido determinantes a la hora de exportar el talento local.
Por su parte, Carlos Juárez expone que no se puede estar al margen de lo que está pasando con esta transformación. «Antes había unas ayudas a la amortización, que yo considero que eran más democráticas porque el productor asumía su riesgo. En este momento, el riesgo lo asumen terceras personas: o las instituciones que conceden ayudas públicas o las televisiones y para conseguir sacar adelante el proyecto intentas acercarte a la línea editorial que te marcan ellos. El productor se está convirtiendo en un gestor. En la época de Elías Querejeta él provocaba las tendencias y ahora estamos yendo a unas líneas posibilistas y eso marca el futuro del cine español. Hay cuatro producciones de los que estamos aquí, que han obtenido una transcendencia enorme y no han accedido a ayudas generales, al menos tres de ellas».
«Estamos en otra liga respecto a las películas que han obtenido esas subvenciones, lo que nos lleva a preguntarnos si realmente interesa tener un cine con capacidad de exportación y que genere industria real y no solo consumo local. Respecto a la deducción fiscal yo me pregunto por qué es más fácil hacer un service que hacer una producción en España. Si yo vengo a hacer un service en una película internacional, me voy a Canarias y me dan un porcentaje de desgravación fiscal bastante importante y me lo paga el Estado. ¿A qué se debe este maltrato a la producción local? Hay una línea editorial que favorece el concepto de intermediación con un dinero que viene de fuera y no potenciar la producción propia que, en el fondo es la industria real», explica el productor de ‘El Hoyo’.
En ese sentido, Olmo Figueredo insiste en que la realidad es que ambas fórmulas pueden coexistir. «Las plataformas vienen con un modelo anglosajón o de estudio. Netflix busca el producto idóneo para sus suscriptores y últimamente prefieren hacer producciones originales y se quedan con todos los derechos. En ese sentido, debemos saber si somos productores o gestores. Los productores debemos detentar los derechos de propiedad intelectual porque esos royalties garantizarán nuestra supervivencia tras la jubilación y, al mismo tiempo, poner en valor nuestra estrecha relación con los directores y dar un paso adelante porque muchas veces hemos hecho un trabajo de input creativo».
Carlos Juárez, organizador de la jornada que se celebra en un momento clave de éxito internacional de la ficción española, concluyó asegurando que «la figura del productor debemos legitimarla nosotros mismos».