En los últimos años vivimos un boom de la industria audiovisual hasta el punto de que ha adquirido una posición puntera en todo el mundo. En este escenario España tiene una oportunidad única para ser un referente europeo e internacional. Junto con un listado de datos muy halagüeños en casi todos los informes parece consolidarse que los factores diferenciales de nuestra industria son el talento técnico, el talento creativo y el know-how del sector; en definitiva: Nuestros profesionales, en toda su dimensión.
En la última década las productoras españolas han liderado este boom productivo que tiene su razón de ser en un nuevo sistema basado en un mercado completamente internacional y dirigido por unas pocas y multinacionales plataformas/productoras. Las productoras españolas han sabido competir en este nuevo escenario mediante una apuesta clara por la calidad y la creatividad, alejándose de cantos de sirena que, periódicamente, emiten quienes quieren que nuestro país compita únicamente mediante la reducción de salarios. Así, estamos compitiendo con los principales productores como son Reino Unido, Alemania o Francia, situando producciones en los tops de todas las plataformas de streaming y consiguiendo el éxito de público y crítica. Nuestras producciones han dejado claro que lo rodado en España no es producto únicamente para nuestro país, si no que es exportable y que nuestra industria puede jugar en la primera división.
Tras unos primeros años fecundos en todo el mundo, desde Estados Unidos vemos como el sector empieza a avanzar hacia una cierta madurez industrial. Las grandes plataformas se encuentran en un proceso de fusiones y de renovación de sus modelos de negocio que pronostican un mercado menos efervescente y los trabajadores se han lanzado a reclamar la parte de lo que sus trabajos han hecho posible. SAG-AFTRA, sindicato de intérpretes, y WAG, sindicato de guionistas, han puesto a la industria en jaque señalando los déficits que este modelo industrial tiene y han sido capaces de parar durante seis meses uno de los pilares económicos mundiales, el sector audiovisual. El resultado han sido dos grandes y justos convenios colectivos que marcan las bases para las relaciones laborales de todo el mundo.
Muchos de los problemas señalados por los sindicatos estadounidenses tienen su reflejo en la industria española, pero, lejos de lamernos las heridas, debemos apostar por aprender de esta lucha para adaptarnos de manera más eficaz. Es importante asumir que la solución ha pasado por un acuerdo muy amplio y complejo que buscaba la mejora de las condiciones de trabajo pero también delinea el futuro del sector. Otra importante lección es el apoyo del sector público, que ha demostrado que no ha de limitarse a una intervención económica y que apostar por el sector también pasa por, como hizo el gobernador de California, sentarse con las partes y favorecer un acuerdo; apostando de manera decidida por la industria. Y desde luego también ha servido para poner en el centro del debate cual es uno de los retos fundamentales, el desarrollo tecnológico.
El sector (y la regulación estatal) aún no ha terminado de adaptarse a la economía de plataformas cuando ya tenemos encima el debate de los usos masivos de la inteligencia artificial. Un reto mayúsculo a nivel de país pero que el sector audiovisual ha de ser capaz de capitanear para evitar quedar relegado a un segundo plano frente a los intereses de las grandes empresas tecnológicas. Es aquí donde el Gobierno debe tener altura de miras y apostar por nuestro país a nivel de industria audiovisual, con una política de ayudas pero también con medidas de apoyo e impulso indirectas, comunicativas y simbólicas, como fue la del propio gobernador de California.
La Unión de Actores y Actrices, tras impulsar el Estatuto del Artista, quiere seguir siendo parte del cambio que estamos protagonizando y potenciar el entorno profesional del sector audiovisual. Damos este paso de manera pública tras unos años centrados en la necesidad de garantizar la supervivencia de la profesión con la pandemia como telón de fondo; hoy el momento ya es otro, apostamos por un nuevo impulso basado en la proactividad con nuestra afiliación.
Con la determinación que nos caracteriza como sindicato, asumimos que esta es una tarea colectiva. El futuro del sector es responsabilidad de todas sus partes pues es indudable que una película, un corto o una serie son procesos colectivos donde cada paso es indispensable y por ello nuestra industria se caracteriza por el acuerdo y la colaboración. Es momento de darle un impulso a dicha cooperación con el compromiso por el talento técnico y creativo y una defensa de nuestro “saber hacer”.
La Unión ha comenzado este camino y llama a todas las partes a trazar nuevas alianzas, acuerdos y relaciones porque solo de esta manera mantendremos nuestra fuerza y aumentaremos nuestro peso internacional.