La realizadora de ‘Rock Bottom’ estrenó su primer largometraje en la sección oficial del Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy.
‘El sueño de la sultana’, de Isabel Herguera, fue la película española que triunfó en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy. El filme de la directora vasca obtuvo el Gran Premio en la sección Contrechamp en la que competía, repitiendo la hazaña que consiguió el año pasado otra coproducción española como ‘Robot Dreams’. Para ‘El sueño de la sultana’, Annecy fue la coronación de una larga carrera de reconocimientos y galardones que empezó en el Festival de Cine de San Sebastián, donde fue primera producción de animación europea a competición en toda la historia del certamen, hasta alzarse con el Gran Premio del Animafest de Zagreb pocos días antes del triunfo en la Meca animada.
En el caso de ‘Rock Bottom’, el primer largometraje de María Trénor, Annecy ha sido el punto de partida. Un buen arranque teniendo en cuenta que, con su participación, esta valenciana se ha convertido en la primera realizadora española que ha competido en la selección oficial del certamen más importante en el campo de la animación. Un puntito de orgullo como admite la directora sin disimular la sonrisa de orgullo durante esta entrevista con Audiovisual451.
“Imagínate, aterrizar de entrada en el festival más importante de animación. Es una pasada. Significa que, si somos unos 13 filmes en competición, es que estoy entre las 13 películas de animación más importantes del año. Un disfrute”, elabora sin bajar de la nube.
A Annecy llegó justo, justo, con el filme recién acabado sin que tan siquiera le haya dado tiempo a enseñárselo a Robert Wyatt, músico británico que inspiró esta obra no solo con su trayectoria personal sino con su trabajo musical. El álbum ‘Rock Bottom’, del que este año se cumple el 50 aniversario, le ha dado al filme más que un título, un paisaje sonoro en el que confluyen varias historias como el amor autodestructivo de Bob y Alif y la cultura hippie en la España mediterránea de los años 70. “’Rock Bottom’ nace del álbum del mismo nombre, de escucharlo y asistir a algo que nunca había oído, único, inclasificable y, para mi, muy fácil de imaginar, de ver con imágenes”, describe.
‘Con qué la lavaré’ (2004), su primer cortometraje, con el que estuvo en el Festival de Berlín, en Sundance y en Annecy, también partía de la música lo mismo que ocurre el resto de su obra. “Para mi es el elemento más importante. La música y el sonido son el 70 por ciento -incluso más- de la obra, un elemento súper poderoso a la hora de tocar emociones en el público”, detalla. Por esto cuando escucha por primera vez el álbum del músico de culto británico, considerado entre la crítica como uno de los más importantes del siglo XX, el único lamento de Trénor es por qué no lo descubrió antes. “Casualmente tuve la oportunidad de conocer a Robert Wyatt en persona. Tenía un poco de miedo al ser un músico de culto. No sabía si sería alguien inaccesible, pero me encontré con todo lo contrario, alguien súper cercano. Si nos hubiéramos conocido de jóvenes me habría enamorado de él -se ríe a sus 52 años-. Ahí me lancé y le pregunté si le parecía bien que hiciera una película con “Rock Bottom” y es alguien tan generoso que me dijo que sí, que hiciera lo que quisiera”.
La trayectoria de ‘Rock Bottom’ como largometraje animado no ha hecho más que arrancar, pero la gestación de esta coproducción polaco española tiene más de una década a sus espaldas. Algo demasiado habitual cuando se habla de una película independiente en el campo de la animación en España. “Encontrar socios que te produzcan animación para adultos y más una película de autor con elementos experimentales no ha sido fácil. Desde que escribí el guion hasta ahora han pasado 12 años. Hubo muchos vaivenes en busca de financiación”, recuerda de un peregrinar común para el cine de animación español que la llevó a mercados y foros hasta que de manera casual conoció a su productora, Alba Sotorra, “una mujer que apuesta por proyectos realizados por mujeres, arriesgados, artísticos. Alguien muy valiente y una campeona buscando financiación”. Aún así, ante una historia como la que narra ‘Rock Bottom’ en la que aparecen muchos de los nombres de la contracultura británica como el del poeta Robert Graves, es fácil pensar que el coproductor natural habría sido Reino Unido. Trénor asiente y sonríe. “Claro que habrían sido nuestros coproductores naturales, pero cuando haces coproducciones en España, te piden un coproductor europeo y ellos ya no son europeos”, puntualiza de los cambios en Europa en los últimos 12 años. Inasequibles al desaliento montaron una coproducción con Polonia, aunque principalmente trabajaron en Cataluña “porque Alba Sotorra es catalana” y contaron con ayudas del ICEX, ICAA, de la Comunidad Valenciana y de Baleares. “También hemos trabajado con estudios muy potentes en la India que han funcionado súper bien, muy serios y muy profesionales trabajando. Una muy buena experiencia trabajando con la India”, rememora.
Aunque este panorama laboral sea demasiado común en una producción independiente, la pregunta del millón no es sólo cómo se gestiona la producción de un filme de animación para que llegue a buen puerto sino de qué vive un profesional durante este largo proceso.
Lejos de mosquearse con la intromisión en su economía privada, a María le gusta la pregunta. Lleva muchos años en la animación, cuenta con numerosos alumnos en la Escuela de Arte y Diseño de Valencia y sabe que es bueno que se conozcan las condiciones de la industria de la que van a entrar a formar parte.
“Los jóvenes que se van a meter en animación se preguntan si van a poder vivir de ello. Yo vengo del mundo de las Bellas Artes y siempre tenía en la cabeza hacer algo mío. Con mi primer cortometraje estuve viviendo como dos años de todos los premios, de los derechos de antena, y eso que fue un proyecto muy arriesgado. Pero tengo los pies bastante en la tierra y sabía que esto no se iba a prolongar. Por eso hice unas oposiciones para la Escuela de Arte y Diseño de Valencia y alterno como mucha gente la docencia con la creación. Es muy buena opción para mi porque me da la estabilidad económica y para los alumnos, que tiene una profesora con los pies en la realidad. Y estuve en excedencia los dos años de producción”, detalla.
Trénor navega de esta forma un campo superpoblado en España que es el de las escuelas de animación. En la Escuela de Arte y Diseño de Valencia, antes de Artes y Oficios, ahora dan grados universitarios, el santo grial de estos centros de preparación de profesionales en la animación. Su opinión de este boom es positiva. “Especialmente a raíz de mi experiencia en la producción de ‘Rock Bottom’. Si lo que están formando son gente honesta que trabaja duro, los estudiantes van a encontrar trabajo seguro. En esta producción ha sido muy difícil encontrar a gente. Y eso que se pagaba bien. Toda la gente buena que buscábamos ya estaba trabajando. Si te formas bien y trabajas duro encontrarás trabajo. Y estás centrado, no haciendo diez cosas a la vez”, aclara.
El trabajo fue duro en ‘Rock Bottom’. A Trénor le gusta la experimentación y el estilo del filme quiso también rendir homenaje a la esposa de Robert Wyatt, la artista Alfie Benge. “Al fin y al cabo la animación es ilustración en movimiento”, recuerda la realizadora. La exploración gráfica partió de las diferentes portadas del álbum y, de haber tenido el presupuesto necesario, a María le habría gustado hacer de ‘Rock Bottom’ una obra en 3D. Hizo un teaser con esta técnica pero no funcionó porque “los personajes son bastante realistas y se necesita un nivel y un presupuesto muy alto para conseguirlo”. Haciendo un guiño al cien aniversario del cine experimental, Trénor se lanzó a la piscina dejando un amplio margen a la sorpresa. “En todo momento pensamos en la película en su conjunto, pero hubo cambios hasta el último minuto en busca de otra paleta de color, otras soluciones, otro montaje”. Todo ello apoyado en la técnica de rotoscopia utilizada tras un rodaje de un mes con actores en Barcelona, una experiencia que para la realizadora fue muy interesante. “Parece que en la animación hay que esconder que tiene referencias reales y yo me siento muy orgullosa. Trabajar con actores te da sugerencias muy interesantes y, sobre todo, hace el proceso más humano que ese enclaustramiento en el que se trabaja en animación”, resume. Habla de la soledad del animador con humor. De hecho, gran parte de su atracción al medio fue conocer a un artista valenciano tan tímido como divertido y, sobre todo, de gran talento. Su nombre, Pablo Llorens. “Él y su trabajo en stop motion fue la semilla de toda la proliferación que hoy existe en la animación en Valencia”, confirma. “Alguien con un gran sentido del humor y un maestro con su cámara de súper 8, un verdadero pionero y una muestra de ese carácter tímido que todos los animadores tenemos un poco. Llevo prácticamente dos años encerrada en un estudio y las habilidades sociales se pierden un poco. En la premiere de ‘Rock Bottom’ hasta sentí agorafobia”, se ríe preparándose para esa otra trayectoria que le queda por delante y que Isabel Herguera ya casi ha completado, la de dar su película a conocer al mundo.