Y allí estuvimos un año más. Raimundo Hollywood y su fiel seguidor Ovedito, el oso cinéfilo, un año más rodeados de los suyos, los miles de frikis y guikis que pueblan el universo de la Comic-Con.
Los que no estuvieron fueron los guionistas (bueno a estos nadie les echó mucho de menos) ni los actores, esas estrellas que ponen tanto que los aficionados hacen cola noches enteras sin dormir para verles, aunque sea desde la lontananza en el aclamado Hall H, la meca de la cultura popular. Y, ¿sabes qué? Pues tampoco se le echó tanto de menos.
Vale, menos gente hubo, probablemente los 6.000 que pueblan en programa continuo ese Hall H que los estudios utilizan para lanzar sus grandes taquillazos o para ver cómo está el ambiente con tal o cual superhéroe no vaya a ser que no guste tanto como esperaban. Y también fallaron las fiestas, esas gambas y otras trapisondadas que en los últimos años ofrecían los estudios trayendo un poco de Hollywood a esta ciudad conservadora y militar que cambia de color durante la Comic Con llamada San Diego.
No sabemos si Hollywood sobrevivirá la huelga. Las huelgas. Las razones son sobradas pero el momento no puede ser peor, tras una pandemia de la que solo la industria ahora empezaba tímidamente a recuperarse. Pero lo que nos quedó claro es que la Comic-Con ha sobrevivido y con sobresaliente a la huelga. Vamos, que Hollywood tal vez necesita de la Comic-Con para promocionar sus películas, pero la Comic-Con no necesita de Hollywood.
Los pasillos del centro de convenciones estuvieron llenos, los dibujantes y artistas vendieron más que nunca y los que se pusieron las botas fueron los vendedores de los muñecos Funko que creemos están preparando una dominación mundial. ¿Quedará algún hogar sin al menos un Funko?
El cómic fue de nuevo el centro de este hogar de la cultura popular, una vuelta a los orígenes de esta muestra que comenzó en 1970 en los bajos de un hotel y con unos 300 asistentes. Y dentro de ese cómic, la palabra se acentuó como lo hace en español porque fueron varios los ganadores patrios del premio Will Eisner, galardón como el Óscar pero de la historieta (frase hecha donde la encuentres). Los españoles Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido se ganaron el Premio Nacional del Cómic la categoría de mejor edición estadounidense de un contenido internacional por “Blacksad: The All Fall Down Part 1”. Y el también español Bruno Redondo fue reconocido como mejor portadista en el apartado de mejor serie continua (junto a Tom Taylor) por el cómic “Nightwing”.
Pero a lo que vamos. Gambas no había, pero el gamba lo hacían todos los presentes, vestidos a su gusto bajo un sol de justicia (bueno, por las mañanas hasta hizo fresquito con esa bruma matinal) y disfrutando en sus carnes de su personaje preferido ya fuera del cine, del cómic o de la cultura popular en general. Hasta los hubo que, escalera arriba, escalera abajo, se pegaron una y otra vez un solo de trompeta con la Marcha Imperial de Star Wars abreviada para que concluyera una vez llegado a tierra donde era ovacionado por un público más que afín. Como diría Asterix, ‘están locos estos romanos’.
Y para quienes echaban de menos las colas del Hall H pues ahí que se pasaron las horas esperando para entrar en las ‘activations’ o actividades que se montaron los estudios, desde el Animayhem de Hulu, potenciándose como el centro de la animación adulta, hasta la celebración del 30 aniversario de ‘Parque Jurásico’, donde además de cruzar las puertas del parque imaginario un dinosaurio te comía sentado en el inodoro.
Una experiencia estupenda que poco tiene que ver con esas otras iniciativas corporativas como el D-23 que organiza Disney y el DC FanDome de la Warner que ya fracasó y que solo huelen a dinero y a control. ¡Viva San Diego Comic-Con con o sin actores!
Fotografías de R&R Communications