Que cada uno piense lo que quiera de ‘Interstellar’, la última película de Christopher Nolan. Hay opiniones para todo, los que la comparan con ‘2001’ y los que ven esta misión tan fallida como el guarrazo que se han pegado en el intento de Richard Branson de ofrecernos la posibilidad de hacer turismo espacial.
Pero lo que nadie puede dudar es que Hollywood siempre es capaz de llevarnos al firmamento con sus premieres. Y ese fue el caso de ‘Interstellar’, película para la que los estudios Warner Bros nos invitaron a Ovedito y a mi a disfrutar de una noche bajo las estrellas con motivo de la proyección de esta cinta. El lugar, el Museo de Ciencias Naturales de Los Angeles que desde hace algo más de dos años da cobijo al transbordador espacial Endeavour. Allí, en la panza de este monstruo que reemplazó al Challenger y que surcó el espacio exterior en 25 misiones, nos invitaron a una cena de carne en salsa con sus verduritas y mucha ensalada de kale (o col rizada) y quinoa, lo último ahora en un Hollywood a la moda y además, sano. Y de postre, un helado hecho en el momento con crema e hidrógeno líquido, combustible habitual en los cohetes pero que además hace un helado estupendo y un humo de serie de ciencia ficción barata que nos encantó.
Eso además de una orquesta serenándonos a media luz con temas como ‘Fly Me To The Moon’ mientras observábamos esas pequeñas plaquetas que parecen de papel mascado pero que se han pasado 296 días en el espacio. Una experiencia que también compartieron pesos pesados del cine como Francis Ford Coppola o Gus Van Sant, invitados junto a Nolan, Matthew McCounaghey, Jessica Castain o Anne Hathaway a compartir su vuelo espacial. Ovedito se sintió como un verdadero astronauta con su insignia del Endurance, como se llama la nave de ficción de la película. Una noche, en resumen, de altos vuelos.
Copyright de las fotos: R&R Communications.