Debería de sonar como música celestial en los oídos de Raimundo Hollywood y de su fiel compañero Ovedito, el oso cinéfilo. Para frikis confesos, amantes de fenómenos de la cultura popular como la Comic-Con de San Diego y enamorados de Disneylandia, algo como la D23, la mayor convención totalmente dedicada al universo que orbita alrededor de los estudios Disney, tendría que sonar como el paraíso.
Sin embargo, hay algo que chirría en estos tres días que una vez cada dos años reúnen a los mejores fans de todo lo que es Disney, frase una y otra vez repetida a los 8.000 asistentes a este foro. Y es que al final, detrás de cada presentación, de cada friki, de cada exposición, uno escucha el “caching” de la caja registradora cobrando (vale, ahora casi todas las transacciones son vía tarjeta o Pay-Pal o similar pero somos antigua escuela). Es como estar viendo al Tío Gilito bañándose en oro una y otra vez gracias al fanatismo, y las ganas de comprar, de unos seguidores que parecen tragárselo todo.
Porque mientras que en la Comic-Con conviven (todavía) los pequeños artesanos junto a los grandes estudios, aquí apenas se les ve el plumero. Y si el Hall H de la Comic-Con crea tantos éxitos (que se lo digan a Marvel y ‘Iron Man’) como fracasos con gélidas recepciones que corren como la espuma en las redes, las presentaciones de la D23 son parte de la maquinaria promocional de Disney encubierta con muy poco disimulo en una feria para toda la familia o en una rueda de prensa abierta a miles de aficionados como público.
Claro que es posible disfrutar, y Ovedito se cruzó con muchos de sus amigos, peluches también acompañando a sus humanos disfrazados de algo Disney, o Marvel, o Lucas, que el universo que fundó un ratón ahora hace 100 años cada vez es más extenso.
Una pena que gran parte de las producciones presentadas no tengan ese mismo espíritu revolucionario que llevó a Walt Disney a hacer magia. Buenas o malas, eso lo dejamos para cuando se estrenen, gran parte de las películas presentadas fueron secuelas, precuelas o, lo peor, nuevas versiones innecesarias de obras que el propio estudio considera clásicos como ‘Blancanieves’, ‘La sirenita’ o, ya en Disney+, ‘Pinocho’.
Mucha vagancia y poca gamba es lo que hubo. También hubo mucha diversidad en paneles que buscaron reflejar una cultura plural entre sus directores (Barry Jenkins en ‘Mufasa’, Justin Simien en ‘Haunted Mansion’ o Peter Sohn en ‘Elemental’, entre muchos otros) o en el reparto con Javier Bardem en la nueva ‘Sirenita’, Antonio Banderas en ‘Indiana Jones 5’, America Ferrera en ‘Elliot’ o Rachel Zegler como la nueva Blancanieves, por ejemplo. Lo curioso, como siempre, es que a veces se siente forzado y, sobre todo, que la diversidad está aun bastante lejos de llegar a los cargos directivos de las diferentes compañías.
Allí estuvimos, enjugando las lágrimas de despedida de un emocionado actor como Harrison Ford diciendo adiós a su fedora o sin saber muy bien qué pensar de las nuevas secuencias del ‘Avatar’ que nos espera. Y allí estaremos, dándole más dinero al ratón en todas sus formas para que el Tío Gilito se siga pegando sus baños entre monedas de oro.
Copyright de las fotografías: R&R Communications.
