Huyendo del calor que no cesa en California y tras una semana de merecido descanso aprovechando que todos estaban comiendo pintxos en San Sebastián, Ovedito y yo nos hemos decidido seguir a los más grandes. Hablamos de nuestros héroes de la Monty Python a los que decidimos hacer caso de sus canciones aceptando la invitación al Festival Internacional de Cine de Helsinki. Porque como dice la balada, «Finland, Finland, Finland, Finland has it all».
Y cierto que es. Porque nada más bajarnos del avión la famosa sauna finlandesa nos estaba esperando, el lugar donde hablan los finlandeses, con bañito en el Báltico para quemar grasas lo que nos dio la posibilidad de comer reno, alce y mucho salmón. Hasta nos dijeron que comimos oso pero Ovedito se abstuvo porque es cinéfilo pero no es caníbal.
Por eso prefirió darse un voltio por esta ciudad que no tiene más de 500 años y una larga historia de ser conquistada, por los suecos o por los rusos. Vamos, una puerta giratoria que les ha dejado tal variedad arquitectónica que durante los 70, cuando la ex Unión Soviética estaba cerradas a los rodajes de Hollywood, la industria utilizaba Helsinki para hacer de San Petersburgo como hizo Warren Beatty en ‘Rojos’.
Ahora tienen su industria propia y mucho orgullo. La oficina del Finnish Film Affair nos mostró en su sala de proyección situada en pleno puerto y que ya muchos querrían su calidad, su próximo contendiente al Oscar y el Globo de Oro. Se trata de ‘The Fencer’, una historia humana de un profesor de esgrima que hizo de Estonia un país líder en el arte del florete.
También visitamos la joya de la corona cinematográfica finlandesa, o la que más dinero da, los estudios Rovio, cuna de esos hijos de su madre llamados ‘Angry Birds’, que están preparando su debut cinematográfico tras su exitazo en el mundo del videojuego.
La ciudad también está plagada de Moomins, esa especie de hipopótamos blancos salidos de la mente de Tove Jansson, a mitad de camino entre ‘Babar’, ‘Barbapapa’ o los ‘Teletubbies’ por lo maravillosos que son para las mentes infantiles o para aquellos que han fumado más de la cuenta. Unas criaturas que este año cuentan con su propia película, ‘Los Moomins en la Riviera’. También nos fuimos de copas al complejo de bares, cine y sala de conciertos que es el Dubrovnik, lugar súper molón para las largas noches finlandesas de vodka y salmiakki, bebida típica de regaliz y alcohol, que regenta el realizador Aki Kaurismaki.
Y, por supuesto, entre arenque y arenque también pudimos ver con qué naturalidad la industria finlandesa admira a otro de sus héroes, Tom de Finlandia, también conocido como Touko Laaksonen, el autor de mayor influencia en la iconografía gay, cuyos dibujos homoeróticos cuelgan sin reparos transformados en cortinas, cojines, toallas y hasta sellos de curso legal mientras Dome Karukoski, conocido como uno de los mejores representantes del cine finlandés, está buscando un coproductor que le ayude a llevar a buen término la biografía de este pintor y fotógrafo reverenciado por la comunidad gay. Como decíamos, Finlandia lo tiene todo.
Copyright de las fotos: R&R Communications.