Como Raimundo Hollywood -junto a mi fiel compañero Ovedito, el oso cinéfilo- nos gusta abrir camino, encontrar nuevos mundos, descubrir parajes recónditos. Pero esta vez los de ‘Outlander’ nos han ganado la mano. Por algo a la serie basada en las novelas de Diana Gabaldón y llevadas a la pantalla por Ron Moore le pone eso de viajar en el tiempo. Una pizca de ‘Doctor Who’ pero en la Escocia de ‘Braveheart’ y con un cierto toque romanticón que le gana toda su audiencia. A lo que íbamos. Nos gustaría decir que somos los primeros pero al contrario, estamos entre ese 30 por ciento más de turistas que se acerca a las Highland escocesas desde que siguen la serie.
Y es que rodando como ruedan en cuatro estudios de sonido de Cumbernauld que utilizan como base de operaciones, todo Escocia es su campo de rodaje y no faltan los rincones ahora para siempre vinculados a una serie que, irónicamente, creó una estadounidense con raigambre hispana.
Allí estuvimos viendo rodar episodios de la segunda temporada con Jamie Fraser (Sam Heughan) y Claire Randall (Caitriona Balfe) como anfitriones pero como no os podemos enseñar nada de lo que rodaron en este momento para no destripar la serie os enseñaremos la Escocia que nos mostraron, ese paraíso entre Edimburgo y Glasgow donde comienzan las famosas Highlands y donde nos cuidaron como reyes. “Por eso es tan importante para nosotros rodar aquí, porque permea en todo lo que rodamos”, nos dijo la actriz irlandesa. Permea incluso más de lo que quisiera porque con tantos exteriores en un clima tan lluvioso, los tembleques que la entran filmando no son de amor o de temor sino de frío en los huesos, nos confesó la actriz.
Nosotros tuvimos suerte y nos hizo un tiempo excelente que nos abrió el apetito para comer ostras y beber un whisky que nos mezclamos nosotros mismos procedente de barricas de jerez español. Nos montamos en helicóptero para ver más castillos, algunos incluso varados en el río, y contamos un lord como guía de su propio palacio, el Hopetoun House, que en la serie es la casa del duque de Sandringham, por no hablar del incomparable castillo de Stirling, uno de los más importantes de Escocia y parada obligada de los monarcas británicos donde fue coronada María, la reina de los escoceses.
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