Nuestra compañera Irene Jiménez tiene toda la razón al pensar que Cannes ha sido un festival de perros. Ella lo dice por lo mucho que se trabaja en estas citas cinematográficas. Nosotros, por la cantidad de perros que nos ha proporcionado el festival.
Hablamos por boca de Lucy, el cánido más cinéfilo que existe. Con nombre de estrella la princesita de Raimundo nos ha recomendado la última de Jean Luc Godard con su ‘Goodbye to Language’, contada desde la perspectiva de su perro, o esa otra cinta húngara, ‘White God’, ganadora del premio de la sección Un certain regard.
Esa misma cinta se llevó el premio favorito de Lucy, la “Palm Dog”, galardón que además de hacer un juego de palabra entre oro y perro que no funciona en español premia al mejor filme de canes.
Se trata de una historia de horror comparada a ‘Los pájaros’ de Hitchcock pero en este caso con 250 perros entrenados para el filme y a los que les corresponde un trozo de ese hueso de peluche en que consiste el galardón.
Esta versión alternativa del festival comenzó en 2001 y desde entonces ha premiado filmes como ‘Marie Antoniette’, ‘Wendy and Lucy’ (no confundir con la musa de este artículo), ‘Tamara Drew’ o ‘El artista’. Así que, ojo al parche, que quizá veamos a Body y Luke, los protas de ‘White God’, en la alfombra roja de los Oscars como vimos a Uggie hace un par de años con ‘El artista’. Su campaña en Facebook para conseguir un Oscar de honor (lo mismo que busca Andy Serkins) no llegó a nada pero el terrier es lo más recordado de aquella entrega.
Al fin y al cabo entre las leyendas del Oscar hay que recordar que se cuenta que en su primera edición de los premios de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas el perro Rin TinTin sacó más votos que cualquier otro humano candidato a mejor actor. Aún así la estatuilla se la llevó Emil Jannings, a quien, con perdón, nadie recuerda tanto como al can al que fuimos a visitar a su tumba la última vez que pasamos por París.
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