La premiere de ‘Wish’, el nuevo largometraje animado de la factoría Disney, cumplió con muchos sueños en una sola velada. ¡Cómo se lo monta el ratón! Y allí estuvimos, Raimundo Hollywood y su fiel compañero, Ovedito el oso cinéfilo. Para empezar, fue una premiere como Dios manda o como solo Disney sabe organizar.
El bulevar de Hollywood, también llamado el bulevar de las estrellas, quedó cerrado al tráfico como si se tratara de los Oscar con los invitados campando a sus anchas por la alfombra azul sueño entre comida y actividades para niños y mayores mientras miraban al cielo para disfrutar de un mágico espectáculo de luces.
Porque Disney utilizó un “ballet de drones”, o como se denomine el espectáculo aéreo que organizó con la ayuda de drones que, con sus luces y con una perfecta coreografía, iluminaban la noche de Los Ángeles como si la ciudad les perteneciera. Y de algún modo les pertenece, no solo porque gran parte de la zona como pasa con el teatro El Capitán es propiedad de Disney sino porque la celebración de la premiere coincidió con el anuncio de que la huelga de actores había llegado a su fin. Así que, el espíritu de ensueño que los estudios crearon en el cielo angelino coincidió con la sensación de alivio con la que los presentes en la gala celebraron no sé si el estreno de ‘Wish’ o las buenas noticias con las que acababa un periodo más que oscuro en una ciudad en la que casi todos viven del cine y la televisión y no solo los actores o los guionistas, los que han salido mejor parados de su huelga.
No hubo gambas, qué le vamos a hacer, pero hubo de todo, hamburguesitas, pollo, pescado, mucha verdura para los que no le dan a la carne, pequeños perritos calientes y sobre todo, mucha brillantina. Hasta en los cócteles tenían ese toque brillante, como demostró el llamado ‘Big Wishes’, mezcla de vodka, Cointreau, zumos varios y un poquito de champán y de brillantina. A las voces de la peli no les dio tiempo a llegar a la premiere pero por su alfombra azul se paseó la mayor de las estrellas, Mickey acompañado de Minnie, eso sí, de lo más abrillantados con su traje plateado para el que cualquier humano en su sano juicio necesita gafas de sol.
Pero cuando uno cae en la magia Disney, se olvida de ser un humano en su sano juicio. Así que lo que Raimundo o su fiel compañero piensan de la película, no importa. Que si está parida por ejecutivos más que artistas, que si están tan llena de “sorpresas” que pierde la sorpresa, que si se han esforzado tanto en celebrar el 100º aniversario de los estudios que casi es un infomercial. Todo eso da igual. Hará dinero, mucho, y confiemos en que de trabajo. Y probablemente creará sueños (que no pesadillas) como lo ha hecho ‘Pinocho’, el de Disney, desde 1940. Sin la misma calidad, vale, pero son otros tiempos y hay que reconocer que la premiere fue mágica, con ese “Disney touch” que nos pierde a Ovedito y a Raimundo.
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