Diferentes localidades del sur de la India acogen estos días el rodaje del largometraje documental ‘Mudras. Tejiendo hilos invisibles’, una coproducción de España e India sobre los vínculos entre el flamenco y las danzas tradicionales indias.
Presentada durante la última edición del Marché du Film del Festival de Cannes, se trata de una película de las compañías españolas Atrece Creciones y Piensan las Manos en coproducción con la productora india Content Flow Studios. El documental cuenta además con el apoyo de la Casa de la India, Valladolid Film Commision y el Ministry of Information & Broadcasting – Goverment of India.
El rodaje del filme se está desarrollando en diferentes ciudades de los estados indios de Kerala, Tamil Nadu y Maharastra como Chennai o Bombay, para más adelante recalar en las ciudades españolas de Valladolid y Madrid.
‘Mudras. Tejiendo hilos invisibles’ retrata un viaje de ida y vuelta de una madre y su hija tejiendo los hilos invisibles que configuran la vida, a través de la historia real de la coreógrafa Mónica de la Fuente y su hija, la bailarina Nazaré de la Fuente.
Codirigido por la española María Salgado y el indio Bobbi Bedy, el documental es una producción de Anna Saura en coproducción con Marino García y Bobby Bedi. ‘Mudras. Tejiendo hilos invisibles’ ha sido escrito por la propia Mónica de la Fuente, con Isabel Ruíz Ruíz como directora de fotografía, mientras que la música original ha sido compuesta por Germán Díaz y el Dr. L. Subramaniam.
Sinopsis
A principios de los años noventa, Mónica de la Fuente, estudiante española de teatro y danza de 19 años, emprende un viaje por tierra a la India. Tras una intrépida travesía por territorios desconocidos y culturas exóticas, a su llegada al subcontinente indio encuentra en las artes clásicas del sur de la India una vida en la danza. Descubre un nuevo lenguaje del cuerpo, tan ajeno y, a la vez, familiar, como una forma de arte orgánico que habla más allá de las fronteras. Mónica fue grabando todo este proceso que duró años. Ahora, 3 décadas después, su hija Nazaré, bailarina de danza española y también de 19 años, emprende el mismo viaje.
Esta vez por aire. Nazaré vuelve a los lugares donde fue su madre a nutrirse de la danza, las artes marciales, y, en definitiva, de la cultura india, para su carrera como bailaora y para la creación de un espectáculo. Asistimos al surgimiento de un nuevo diálogo, plasmado en una cautivadora creación de madre e hija: dos bailarinas en escena, dos formas de expresión, cada una en su propio viaje vital que se entrecruza, fusionando sus pulsos rítmicos; dos almas que se convierten en un solo latido y dan a luz una nueva pieza de danza para celebrar un universo de conexiones.
