‘Semillas de Kivu’, una cruel realidad del Congo más cercana de lo que parece

El cortometraje documental ‘Semillas de Kivu’ pone sobre la mesa uno de los mayores genocidios de la historia, el del Congo, agravado por la violación de mujeres, en algunos casos menores, como arma de guerra.

La obra, dirigida por Néstor López y Carlos Valle, está protagonizada por Denis Mukwege, doctor ginecológico y Premio Nobel de la Paz, que creó el icónico Hospital de Panzi con el objetivo de reestablecer la diginidad de decenas de mujeres congoleñas.

Semillas de Kivu

Aunque, en realidad, las protagonistas de ‘Semillas de Kivu’ son todas esas mujeres que han sufrido violencia extrema y que, aún así, luchan cada día por salir adelante y por que sus hijos tengan un futuro mejor. Hijos que, por cierto, son fruto de la experiencia más terrible de sus vidas. «La historia parece lejana, pero en absoluto lo es«, comenta el codirector Néstor López a Audiovisual451. «Convive con nosotros cada día. Lo que ocurre en un lado del planeta tiene conexión con otras partes del mundo casi siempre, y más en un mercado tan globalizado. Conflictos como Ucrania o Gaza están más en la primera plana de los medios, por cercanía geográfica, cultural o étnica, supongo. Conflictos eternos y alejados cultural y políticamente como el de RD Congo toma la etiqueta de “clásico” y se normaliza. Pasa a ser habitual. Ese es el primer paso para cerrar los ojos y mirar hacia otro lado«, reflexiona.

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‘Semillas de Kivu’ viene a abrir los ojos a través del cine, «una herramienta valiosísima». El equipo lleva siete años trabajando en este cortometraje cuya historia conocieron a raíz de un proyecto anterior centrado en conflictos en diversos países, «desde que nos metimos a investigar Kivu, ya no pudimos soltarlo.»

Tal y como relata Carlos Valle, codirector, la producción de ‘Semillas de Kivu’ está encabezada por Filmakers Monkeys y Auntie Films. «Ambas se han encargado de todas las fases desde la idea inicial hasta la postproducción, compartiendo tareas de producción y creación liderados por Néstor López y Pilar Sancho de Filmakers Monkeys y yo mismo por parte de Auntie Films», añade Valle. Participa también Uniko, productora vasca dirigida por Iván Miñabres, «atraído por la temática que trata el documental y por nuestra experiencia trabajando juntos en ‘Nacer’. Iván ha entrado en una fase posterior y ha aportado financiación y apoyos de todo tipo. La última en incorporarse ha sido Amania Films, que se ha sumado para apoyar la historia en su última etapa y animada también por la colaboración fructífera de varios proyectos con Filmakers Monkeys», detalla Valle.

Cualquiera que tenga la oportunidad de ver ‘Semillas de Kivu’ se dará cuenta de que la producción ha conllevado varios obstáculos, empezando por el acceso a la localidad, el miedo de los protagonistas, posibles presiones, el idioma… El equipo confirma que han tenido que sortear todas esas situaciones «y muchas más. Tardamos varios años en conseguir contacto con el hospital. Parecía imposible que pudiéramos obtener una respuesta pero finalmente conseguimos contactar con ellos y nos ayudaron desde el principio.»

«El miedo y la tensión nos acompañaron en todo el viaje, y el rodaje fue muy duro.»

Uno de los aliados imprescindibles ha sido la mano derecha del doctor Mukwege. «Esto nos ha permitido tener unos mínimos de seguridad con el fin de que todo saliera bien. La única forma de viajar allí es consiguiendo apoyo y protección local, y nosotros lo tuvimos gracias al hospital de Panzi.» Por otro lado, Valle relata que «el acceso a la ciudad de Bukavu, donde está el hospital, incluyó un viaje en barco por el lago Kivu y no por tierra precisamente para evitar a los grupos armados que se encuentran en zonas de montaña. El miedo y la tensión nos acompañaron en todo el viaje, y el rodaje fue muy duro. Cada desplazamiento era una idosea y no era fácil para las cinco personas que viajamos pasar desapercibas y hacer bien nuestro trabajo. Por suerte, nuestro traductor, Aladin, y la gente del hospital de Panzi que nos acompañaba en las grabaciones, nos ayudó y nos dio seguridad y confianza para poder volver con la historia que queríamos contar. En la mayoría de las ocasiones todo dependía de tener paciencia y mantener la calma si algo salía mal.»

Semillas de Kivu

Un rodaje duro

El rodaje de ‘Semillas de Kivu’ se organizó en dos viajes. «El primero tuvo lugar entrando por el sur del país en frontera con Zambia, por la ciudad de Lubumbashi. Desde ahí subimos 500 kilometros hacia el norte del país, durmiendo donde se podía», cuenta Néstor López. «Es importante recalcar que nos hemos negado a tener hoteles en Congo, hemos vivido y dormido de la manera más humilde posible en equilibrio con la seguridad. El segundo viaje fue medio mes en Kivu Sur en su mayor parte, en la ciudad de Bukavu y alrededores, en el río Ruzifi en frontera con Ruanda, y una pequeña parte en Kivu Norte, en Goma y el lago Kivu.»

Ahora que el cortometraje está circulando por varios festivales de cine con éxito y es candidato a los 39º Premios Goya, el equipo recuerda que «comíamos lo que podíamos y a veces lo que nos daban nuestros apoyos, amigos y contactos allí», en palabras de López. «No preguntábamos. Nos desplazábamos cambiando de rutas y destinos por seguridad, en diferentes vehículos, muchas veces en la parte trasera de un coche encima de las ruedas de repuesto, intentando pasar lo más desapercibidos posibles. Aunque fuimos lo menos pudientes que pudimos, por una cuestion ética, lo difícil fue convivir con la falta de electricidad, ya que dificultaba el trabajo, al no poder cargar baterías o simplemente volcar el material (y no hablemos ya de copias de seguridad). Lugar al que íbamos intentábamos “rascar” electricidad de cualquier placa solar. A regañadientes y sudando, racionábamos las baterías y volcábamos de imagen en imagen para ir abriendo hueco en un ordenador que también había que cargar. Lo sacamos.»

Con la máxima calidad

‘Semillas de Kivu’, que se ha grabado con buenas ópticas y con todo el mimo posible para «dignificar las historias con una calidad cinematográfica que favoreciera lo emocional», cuenta con la música de Arturo Cardelús. «Nos quedamos con muchas ganas de trabajar con él en ‘Nacer’, pero no pudimos contar con él por incompatibilidades de agenda en aquel momento. Así que para ‘Semillas de Kivu’ le contactamos desde la fase de desarrollo y le encantó la historia», comenta Carlos Valle. «Para nosotros, el inconfundible estilo Cardelús era necesario para la historia tal y como Néstor y yo la habíamos concebido. Su pieza “Grace”, que habremos escuchado más de 100 veces, representaba a la perfección las distintas fases psicológicas que sufren las mujeres congoleñas tras ser violadas y la teníamos como referencia. Por eso teníamos claro que su música era idónea para contar algo tan fuerte. Arturo ha creado una música que conmueve y resuena con fuerza en todo el metraje. Volvería a trabajar con él porque conecto mucho con su estilo y es una bellísima persona.»

Néstor López y Carlos Valle, quienes se conocen desde hace diez años, han codirigido ‘Semillas de Kivu’. «Hemos crecido profesionalmente juntos», asegura Valle, quien añade que «para mí, antes que compañero es amigo, y esa relación hace que todo fluya y trabajemos muy bien. Aunque en algunos aspectos seamos distintos, nos compenetramos muy bien porque creo que en el fondo somos muy iguales. En este sentido, él tiene más experiencia dirigiendo y ha aportado talento e ideas brillantes además de otras muchas cosas. Yo quizá he tratado de aportar sensibilidad, que era una cuestión que me preocupaba tratándose de este tipo de historia.»

Sobre la experiencia de la codirección, Néstor López comenta que «he codirigido anteriormente, coproducido casi todas, cocreado varias… Me gusta “co” hacer todo el rato. Suma y abre mentes. Y en los momentos de soledad, te sientes menos solo. Sin Carlos, no hubiera salido adelante

Ambos recalcan que ‘Semillas de Kivu’ centra la atención en una realidad que va más allá del Congo y les gustaría «la gente de todo el mundo tome acción para que el drama de este país acabe de una vez por todas. Que sea consciente y luche por un país que está en guerra y que no puede salir adelante por sí mismo, a pesar de sus esfuerzos. Necesitamos que el mundo mire hacia allí y no olvide que lo que allí sucede no es tan lejano. Ojalá este documental pueda ayudar a visibilizar la labor que Denis realiza cada día y dar voz a las mujeres víctimas de la violencia sexual como arma de guerra en todo el mundo», en palabras de Carlos Valle.

«‘Semillas de Kivu’ está pensado para dar a conocer otras realidades, que parecen lejanas pero que están aquí, con nosotros, de las que formamos parte de una u otra manera.»

Néstor López añade que el cortometraje documental «está hecho pensando en Neema, Njota, Aline y Charlotte y en conjunto con ellas para que las podáis conocer, en un momento en donde hablar forma parte de su terapia ante el trauma de una violencia extrema. Está pensado para dar a conocer otras realidades, que parecen lejanas pero que están aquí, con nosotros, de las que formamos parte de una u otra manera, y que vulnerar la vida de un pueblo por habernos rendido al mercantilismo más extremo es algo que ya nos ha destruido la humanidad del que no los quiere mirar.»

A pesar de la dureza de la historia de ‘Semillas de Kivu’, el equipo asegura que este trabajo ha sido «inspirador» y avanza que están trabajando en otro proyecto en la misma zona geográfica. López asegura que esta experiencia «me ha hecho un director más atento a los detalles, a saber mirar mejor, escuchar mejor y elegir mejor.» Para Carlos Valle, «mi fascinación por el continente africano no ha dejado de crecer desde que viajé allí. A pesar del peligro que supone viajar a aquella región, me gustaría volver. Kivu me ha inspirado para contar una historia en formato de largometraje de animación, que tradicionalmente es la técnica en la que me siento más cómodo y en la que tengo más experiencia.»

Semillas de Kivu

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