En el anterior artículo sobre el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), ya presentamos las principales iniciativas que iba a realizar la industria española. En este, vamos a mostrar algunos de los resultados conseguidos o que se confirmarán en próximas fechas.
Si todos estos esfuerzos finalmente serán rentables, es algo que solo se responderá a medio o más bien largo plazo, pero, mientras tanto, no está de más conocer un poco el contexto canadiense haciéndonos la siguiente pregunta: ¿Por qué Canadá y por qué ahora?
Ya hablamos en su momento de la creciente presencia española en festivales y mercados del segundo país más extenso del mundo. Pero esto no ha sido gracias a que un servidor se haya venido a vivir aquí ni fruto del azar.
José Esteban Alenda, socio fundador de Solita Films, señala que hay interés en la colaboración entre los dos países, tanto por parte de ICEX, que a su juicio proporciona muchas herramientas para que los productores españoles se internacionalicen, como por Telefilm Canada, el equivalente al ICAA español.
En este sentido, apunta a octubre de 2022 como el primer momento en que percibe esa conexión: “Telefilm Canada trajo a Ventana Cinemad productores canadienses y notas que se empiezan a acercar un poco los dos mundos”. De hecho, como veremos más adelante, resultó fundamental para uno de los proyectos que recientemente ha presentado Solita Films en TIFF, pues “no éramos conscientes de la importancia de la comunidad china en Canadá, sobre todo en la parte anglófona, y percibimos un interés genuino [en nuestro proyecto] por parte de los productores canadienses”.
Este interés no surge de la nada y, en primer lugar, no resulta muy complicado encontrar un paralelismo con España. Si la producción cinematográfica de alto presupuesto ha repuntado en los últimos años, se debe en parte a la obligatoriedad de financiar la producción de cine por parte de las televisiones españolas recogida ya en la anterior Ley General de Comunicación Audiovisual. Atresmedia y Telecinco Cinema no van a ser, con casi toda seguridad, los principales productores canadienses de los próximos años, pero Canadá sí ha copiado -o, al menos, imitado- la reciente legislación europea en cuanto a las obligaciones para las plataformas de vídeo bajo demanda.
Aunque la anterior legislación canadiense sobre televisión (The Broadcasting Act, de 1991), de principios de los años 90, no establecía cuotas de producción, sí que pedía a las cadenas de televisión que el contenido fuera predominantemente nacional. No debemos olvidar que, aunque en algunas cosas Canadá nos parezca Estados Unidos, no lo es, y en política cultural uno de sus principios fundamentales es defender su singularidad cultural frente a un vecino que es el productor más importante del mundo.
Aquí es donde entra en juego la nueva ley, Online Streaming Act, que obliga a las plataformas de vídeo bajo demanda a contribuir a la creación de contenido canadiense. Ante la necesidad de definir qué es contenido canadiense, la CRTC (el equivalente canadiense a la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones en España) ha establecido en junio de este año una serie de normas, basadas en un sistema de puntos, que deja abierta la puerta a coproducciones en que terceros países sean socios minoritarios. Todavía es pronto para ver sus efectos, pero puede abrir la puerta a coproducciones minoritarias con Canadá a través de las plataformas de streaming.
En este ambiente de cambio de normativa, llegaron a principios de año los presupuestos con un suculento regalo para TIFF, 23 millones de dólares canadienses (más de 15,3 millones de euros). En puridad no son un regalo, pues se trata de una subvención del gobierno para que el certamen establezca un mercado formal en 2026. Se habla de mercado formal, pues TIFF ya funcionaba como un mercado “informal” (es decir, sin tantos pabellones dedicados a países, productores, agentes de ventas como, por ejemplo, Cannes o incluso Berlín) y suponía una puerta de entrada importante a Norteamérica para producciones de todo el mundo, no solamente las más grandes. Un cineasta independiente como Manuel Martín Cuenca, por ejemplo, mantiene un vínculo especial con el festival por ello, como nos indicó en 2021 cuando vino con ‘La hija’.
De momento, el festival no ha aventurado nada concreto sobre ese mercado. Lo más detallado hasta ahora han sido las genéricas declaraciones que Anita Lee, directora de programación y la persona encargada de ponerlo en marcha, hizo a principios de septiembre a The Hollywood Reporter. En ellas viene a decir que el festival ya está priorizando títulos en busca de distribuidor, así como la inclusión de sesiones para películas de mercado (no seleccionadas por el festival) como parte de los principios que lo regirán, que además incluirán el apoyo al cine canadiense y a las coproducciones. A falta de que se vaya concretando, España, con su creciente presencia en las actividades industriales, se encuentra en una buena posición de partida.
No obstante, no todo son maravillas y facilidades. El primer ministro actual, Justin Trudeau, está hundido en las encuestas y el favorito a sucederle, el conservador Pierre Poilievre ya ha dicho que despolitizará y reducirá al mínimo los fondos de la radiotelevisión nacional (CBC). Quizá en este sentido le pueda ayudar España, pues no han sido pocos los gobiernos que lo han dicho y luego han hecho algo un tanto diferente, pero sí hay cierto temor en cuanto a la producción audiovisual. Por contra, los gobiernos provinciales, incluidos los más conservadores, parecen comprometidos a mantener e incluso aumentar las ayudas a la producción.
Finalmente, hay que tener en cuenta que no son pocas las incertidumbres que afronta el festival. Por un lado, los multicines que acogen más pases de prensa y pases con público, Scotiabank Cineplex, viven bajo la amenaza de ser demolidos, aunque esa amenaza dura ya cinco años. Por otro, TIFF Lightbox, el complejo de cinco salas que gestiona durante todo el año la organización responsable del festival, parece que no deja de ser una importante carga financiera. Esto, que no dejaba de ser un rumor en la industria, se concretó en abril de este año en un artículo publicado por Canadian Business en el que la ausencia de fuentes y de argumentos concretos (al menos, a mi juicio) puede haber conseguido el efecto contrario al que pretendía.
En este marco, tres empresas de producción audiovisual españolas muy diferentes (entre las más de diez que asistieron este año) nos han contado su experiencia.
Virginia Romero: “Ir con ICEX nos ayudó a contactar con productoras interesadas”
Virginia Romero es la directora de Iberfilm Partners, una empresa fundada en 2013 que surge de la colaboración entre productores británicos y españoles. Su valoración de TIFF es positiva, “nos pareció muy útil el tipo de coproducción que se puede realizar allí y además pudimos establecer contactos y generar interés”. En este sentido, Virginia señaló que para otras empresas no fue tan productivo, pero que en el caso de Iberfilm “al tener un abanico grande, con proyectos más o menos pequeños, pero también otros que pueden resultar más comerciales, siempre hay algo que resulta interesante”.
A la hora de establecer contactos, la directora de Iberfilm Partners subrayó el apoyo que supuso ICEX. Según ella, “algo que está ocurriendo en muchos mercados es que cada vez es más difícil encontrar ciertos contactos”, pero “ir con ICEX nos ayudó mucho porque suponía una especie de filtro para las productoras que tenían interés en España”.
En este sentido, Virginia subrayó lo importante que es hacer networking en persona y cómo la gran presencia española ayudó también a generar interés y eso que en su caso no contaban con proyectos para presentar en el evento de coproducción que, por tercera vez consecutiva, se presentaba en Toronto.
Alenda: “Es un mercado y te puedes encontrar que vas a vender y terminas comprando”
El viernes 6 de septiembre, un día después de la inauguración del festival, tuvo lugar en el TIFF Lightbox el foro de coproducción “Do it the Spanish Way!”, con el apoyo tanto de ICEX como del propio TIFF. En esta edición, José Esteban Alenda presentó dos proyectos de Solita Films.
“Desde Soilta nos apetece mucho abrirnos al mercado norteamericano, tanto canadiense como estadounidense”, nos contó José. “Por el hecho de estar ahí ya empiezas a generar una red de contactos, a tener empresas en mente y empiezas a valorar proyectos desde otro lugar”.
Según nos comentó José, el proyecto más avanzado sería en estos momentos ‘Tres edades’, que está vinculado con la comunidad china y para el que se pusieron en contacto con productores canadienses ya hace dos años en Ventana Cinemad, como hemos comentado más arriba. Sobre esta futura película, además, señala que “hay un par de empresas con las que hemos contactado tanto antes como durante el festival con las que sí que estamos avanzando”. Ahondando en ello, destacó que “en este espacio de tiempo hemos conseguido el apoyo del ICAA y estamos pendientes de que en un par de semanas se resuelvan las ayudas de Cataluña. Eso es lo que necesitan los coproductores minoritarios, que tú hagas tus deberes, levantes la parte que te corresponde y a partir de ahí todos aceleran”.
En cuanto al otro proyecto presentado, “’I Won’t Die for Love’ (Yo no moriré de amor), se intentó hacer una coproducción con Canadá y no terminó de resultar”, nos comentó el responsable de Solita. “Cumplir con el convenio Canadá-España no significa que pueda levantar el interés de ese país, sobre todo cuando se trata de una ópera prima”.
Ese proyecto sigue adelante mediante una coproducción con Bélgica, pero, por otro lado, Solita ha hecho contactos en Toronto para involucrarse como socio minoritario. “Hemos tenido alguna conversación productoras canadienses en esa clave. […] A lo mejor tú vas con la idea de vender tu pescado y acabas comprando el pescado al de al lado. Al final, eso es un mercado”.
Araceli Pérez Rastrilla: “Tener un proyecto tan diferente ha sido la clave de su éxito”
La empresa productora más reciente de la delegación española será seguramente La Vida, con dos meses de … vida, evidentemente. Su directora es Araceli Pérez Rastrilla, que acumula más de una década de experiencia en producción, especialmente de cine de género.
“Para mí, Toronto ya era casa antes de haber ido a Toronto”, nos dijo al poco de iniciar la conversación, señalando la importancia que el festival tiene para “los raritos que apostamos por el género”.
En el foro de coproducción presentó dos proyectos, el primero de los cuales, ‘La cura’ tiene no solo el atractivo de una película de terror escrita, producida y dirigida por mujeres, sino que además el Canadá francófono juega un importante papel en el mismo. “La diferenciación del proyecto con respecto a otros ha generado más interés aún por parte de, curiosamente, productoras mujeres, lo cual también nos ha encantado. Hay un montón de productoras canadienses interesadas y esperamos que todo esto llegue a buen fin y podamos tener una coproducción gracias a lo que hemos generado en el festival”.
Dentro de este afán por diferenciarse que persigue La Vida, su segundo proyecto es diferente del anterior. ‘El gran poder’ se presenta como un trabajo muy andaluz, que al mismo tiempo está rodado también en catalán y al que “le han salido bastantes novios, lo cual me ha sorprendido mucho porque es más complicado en cuanto a la internacionalización. […] Al final, cuando tratas temas más universales, conectas con todo el mundo”.
Finalmente, en este sentido, Araceli destacó que uno de los grandes atractivos de ‘El gran poder’ es su identidad española. “España genera mucho interés fuera. De hecho, esa labor del ICEX es muy importante”, subrayó la productora, que espera completar también este largometraje con los coproductores que mejor se ajusten y gracias a los contactos internacionales, no solo canadienses, que nos comentó que ha conseguido gracias al evento.
Conclusión: ¿Hay razones para la fiesta?
La fiesta española, celebrada en pleno festival en el propio TIFF Lightbox, se ha encaramado ya a la cima de los eventos fundamentales del certamen, con la asistencia de los representantes de la industria española y los más altos cargos de las instituciones, como el embajador de España en Canadá.
El cine español sale reforzado en cuanto a imagen no solo por las nueve películas seleccionadas, sino también por el premio en la sección Platform a ‘Polvo serán’, de Carlos Marques-Marcet, el éxito de público de las sesiones de ‘Daniela Forever’, de Nacho Vigalondo, o la calidad innegable de ‘Fin de fiesta’”, de Elena Manrique.
Pero un proyecto audiovisual suele necesitar varios años para que se complete y una coproducción internacional más aún. Parece que nos encontramos ante lo que puede ser el comienzo de una etapa muy importante de producción, internacionalización y expansión del audiovisual español, que coincide también con un impulso significativo en Canadá y, en general, en todo el mundo. Los cimientos del edificio están plantados, pero, como bien sabe el Festival de Toronto, después habrá que construirlo y, sobre todo, mantenerlo.