El éxito incontestable de ‘Dolor y gloria’ en los 34º Premios Goya no se vio acompañado por otra película dominadora en la mayoría de las categorías técnicas, como sí ha sucedido en otras ediciones. La que más se acercó a esta excelencia técnica fue ‘Mientras dure la guerra’, con cuatro galardones en esos apartados, pero hubo otras distinciones clave que se repartieron entre varios títulos, esa fue la realidad de estos reconocimientos.
Por ejemplo, ‘Lo que arde’ de Oliver Laxe, se llevó el Goya a la mejor fotografía, obra de Mauro Herce. Curiosamente el premio fue para una película rodada a la vieja usanza, como en los orígenes del cine. “Oliver y yo nos conocemos desde hace muchos años, desde que él estudiaba comunicación audiovisual en Barcelona. Nos encontrábamos en la filmoteca y hemos hablado mucho de cine durante años. Esta es nuestra segunda película juntos, pero también trabajé en otra que el produjo y no dirigió. Llevamos tiempo afinando nuestra manera de trabajar”, comentó Herce a Audiovisual451.
‘O que arde’ es una coproducción de Miramemira (España), 4A4 Productions (Francia), Kowalski Films (España) y Tarantula (Luxemburgo) que no ha dejado de recibir premios, nominaciones y selecciones para festivales. Todo empezó en Cannes, donde el filme obtuvo el Premio del Jurado en Un Certain Regard y el Premio a la Mejor creación sonora. A partir de ahí se sucedieron las selecciones y las buenas críticas. Hace unas semanas, uno de los productores de la película, Koldo Zuazua, aseguraba que había participado ya en unos 80 certámenes. “Esta película no para de darnos alegrías, parece que ha conectado con el público y quizá esto también ha ayudado a que la Academia se haya fijado en nuestro trabajo, que ya había sido reconocido fuera y un poco menos aquí”, reconoció el director de fotografía.
Mauro Herce se impuso a directores de fotografía de la talla de José Luis Alcaine por ‘Dolor y gloria’; Javi Agirre Erauso por ‘La trinchera infinita’ y Álex Catalán por ‘Mientras dure la guerra’. Además, la película, como todas las de Laxe, fue rodada en soporte fotoquímico: “Rodamos en 16mm con una cámara ARRI 416. Oliver no concibe filmar en un soporte que no sea película fotoquímica y a mí me parece genial porque me encantan los colores, los contrastes y las texturas que ofrece”, explica el director de fotografía, no sin antes reconocer que este modelo también acarrea muchas complicaciones en un mundo tan digital como el actual: “Quedan pocos laboratorios para procesar estos materiales. Rodar con película es un camino precioso y no ves el resultado hasta bastante tiempo después, como ha pasado siempre hasta hace unos años. Ese tiempo de espera es excitante y te suele sorprender el resultado para bien, aunque me paso días preocupado con la duda si habré expuesto bien. La realidad es que como no hay muchos laboratorios, creo que se ha perdido la práctica en estos procesos y esto a veces te da algunos sustos”, apuntó.
Herce es un perfeccionista y su forma de trabajar tan apasionada le acarrea más de un dolor de cabeza: “Me abruma hacer cualquier película, la realidad es que sufro muchísimo, hacer una buena película es muy difícil. Paso largas noche sin dormir, dándole vueltas a la cabeza sobre la película que estoy haciendo”, asegura.
Varias de las secuencias de la película de Laxe están rodadas en incendios reales, con el fuego como un personaje decisivo más: “Es difícil filmar escenas con fuego, porque son imágenes muy contrastadas. Cuando filmas las llamas es algo extremadamente brillante y cuando te alejas medio metro del fuego ya todo es muy diferente, a pesar de tener las linternas de los brigadistas en el plano. Encontramos un método de trabajo, yo tenía tres diafragmas de referencia según la cantidad de luz que hubiese, no me molestaba ni en medir y según giraba la cámara compensábamos la situación”, explica.
‘Lo que arde’ va a a seguir muy presente los próximos meses en la vida de Mauro Herce, aunque sea de manera indirecta: “Lo próximo que haré será la película del guionista de ‘Lo que arde’, Santiago Fillol que dirige su primera película en solitario titulada ‘Matadero’. Se filmará en Uruguay y Argentina, con buena parte del equipo de ‘Lo que arde’”, concluye el director de fotografía.
La gran derrotada de los premios Goya 2020 fue sin duda ‘La trinchera infinita’, con 15 opciones y solo dos distinciones. Uno de los dos galardones logrado por el filme de Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga fue para el sonido, obra de Iñaki Díez, Alazne Ameztoy, Xanti Salvador y Nacho Royo-Villanova, que declararon que en la propia historia de la película estaba la clave de este trabajo: “En rodaje, el mayor reto era captar a los actores, porque tenían que hablar muy bajo, hay una gran parte de la película susurrada, porque así lo pedía el guión. Luego hubo que hacer mucho trabajo de postproducción, para mostrar lo que no vemos pero sí escuchan los personajes”.
Uno sonido donde el fuera de campo se presenta como crucial en la historia de el Topo que protagoniza Antonio de la Torre: “Hubo que hacer un gran trabajo para dar verosimilitud a los escenarios, algunos reales y otros no. Lo principal en la película en cuanto a diseño de sonido ha sido lo que ha hecho Xanti Salvador en las mezclas, todo el fuera de campo que los actores están oyendo y el espectador oye también con ellos. Hay secuencias enteras que están basadas en eso que venía ya en el guion, es un regalo que nos hicieron los directores, un regalo y también un reto que ese planteamiento funcionara”.
Otra de las claves de esta coproducción hispano francesa es el trabajo en equipo llevado hasta la última expresión y buscando los mayores estándares de calidad del mercado: “La postproducción de sonido se llevó a cabo entre San Sebastián y Madrid. Por un lado, en el estudio de Irusoin en Euskadi, también Nacho Royo-Villanova en el estudio de La Bocina en Madrid y el proyecto se compactó todo en Best Digital, también en Madrid, mezclándolo en Dolby Atmos”.
Irusoin, Moriarti Produkzioak, La Claqueta PC y Trinchera Film AIE, en coproducción con Manny Films (Francia), producen ‘La trinchera infinita’, que contó además con la participación de Televisión Española, EITB, Canal Sur, ICAA, Junta de Andalucía y Gobierno Vasco. Estos mimbres posibilitaron que la película se cuidará hasta el extremo también en la postproducción de sonido: “Dolby Atmos es un juguete para nosotros, hay secuencias en las que la mirada de Antonio de la Torre se dirige hacia lo que él va oyendo y nosotros vamos colocando ese sonido en esos lugares. Nos ha dado mucho juego”, concluyen.
Uno de los productores de la película, Xavier Berzosa reveló ya en verano a Audiovisual451 la excelencia técnica de ‘La trinchera infinita’: «Quiza parezca una película que se puede ver en casa sin las prestaciones técnicas de una sala de cine. Me gustaría matizar que técnicamente la película es una pequeña delicatessen, el trabajo visual y de sonido que se ha realizado es espectacular, teníamos que resolver el hecho de que el personaje principal se pasaba 30 años encerrado en una casa y el resultado brilla especialmente en salas con Dolby Atmos, el sonido se integra de una manera muy especial en la narración. ‘La trinchera infinita’ luce en la sala de cine de una forma impresionante, siendo una película minimalista y concentrada, así lo hemos comprobado en los pases que hemos hecho hasta el momento». Los responsables del sonido de ‘La trinchera infinita’ competían por el Goya junto a Sergio Bürmann, Pelayo Gutiérrez y Marc Orts por ‘Dolor y gloria’; Aitor Berenguer y Gabriel Gutiérrez por ‘Mientras dure la guerra’, y David Machado, Gabriel Gutiérrez y Yasmina Praderas por ‘Quien a hierro mata’.
Finalmente, Mario Campoy e Iñaki Madariaga ganaron el Goya a los mejores efectos especiales por su trabajo en ‘El hoyo’ (The Platform), otra de las películas españolas del año. La ópera prima de Galder Gaztelu-Urrutia fue la gran triunfadora de la Secció Oficial Fantàstic de la 52ª edición de Sitges. Anteriormente, la película recibió el Premio del Público Midnight Madness del Festival Internacional de Cine de Toronto 2019, certamen donde se firmó un acuerdo de distribución con Netflix. Como ahora, también logró en Sitges 2019 el premio a los Mejores efectos especiales, patrocinado por Deluxe, para el propio Iñaki Madariaga. “Yo ya había trabajado antes con Galder (Gaztelu-Urrutia), me presentó el proyecto con un storyboard y me dijo que a ver si podíamos hacer una recreación digital del escenario que tenían que montar para comprobar si los tiros de cámara que había pensado eran posibles, para ver si se ocultaba mucho a la gente por la distancia entre los pisos. Lo hicimos y a partir de eso empezaron a montar el decorado, que fue una obra faraónica de ingeniería, con 13 metros de altura, con una carretilla elevadora en medio que subía y bajaba la plataforma y que después hubo que borrar en postproducción… Realmente, los visionarios son Basque Films y Galder, porque otro director con el presupuesto que tenían se hubiera echado atrás seguro”, afirma Madariaga.
Su compañero de faenas, Mario Campoy, piensa que la simbiosis entre efectos físicos y digitales en el cine de hoy es ya la norma general y sin marcha atrás: “A medida que evoluciona el sector se va viendo que ya rara vez los equipos de efectos físicos y el de efectos visuales trabajan por separado. Si los efectos digitales tienen una base física para trabajar, sacan más partido a las secuencias y al contrario, si nosotros tenemos un apoyo digital, éste nos permite superar las barreras que tienen a veces los efectos físicos”.
Lo realmente relevante de este premio es que ‘El hoyo’ es claramente una película de bajo presupuesto, salida de las ayudas selectivas del ICAA destinadas a aquellas películas de menos de 1,8 millones de euros, aunque la adquiriese Netflix y haya tenido una gran repercusión internacional. Pocas veces películas de este perfil optan al Goya a los mejores efectos especiales. “El límite para los efectos especiales suele estar en el presupuesto o en el tiempo”, señala Campoy, mientras que Madariaga opina que la clave de este trabajo es el compromiso personal por encima de factores puramente crematísticos: “Más que decirle a un director que no se puede hacer algo, lo que muchas veces nos gustaría decirles a los cineastas es que con el dinero que tienen no hagan eso, pero luego nunca dices algo así, todo lo contrario. Les dices: «ya le daré unas vueltas» y al final lo acabas haciendo. En estas películas tan próximas, al final te pringas sí o sí y acabas haciendo una burrada. Es pasión”, concluye.
El productor Carlos Juárez ya mencionó hace unos meses a Audiovisual451 la pasión como factor clave: “Creo que es una producción inteligente, porque nuestro planteamiento de salida fue que no íbamos a entrar en hacer una película sin pasión, lo que significa que todo elemento que entraba en la película al menos tenía que tener la misma pasión que nosotros. El objetivo era conseguir una ‘sobreexcitación’ en todo el equipo para dar un plus que atenuase la posible falta de presupuesto. Te aseguro que la gente se ha dejado la piel en la película y esto ha logrado que ‘El hoyo’ parezca un proyecto con un presupuesto más elevado del que realmente ha tenido”. Los otros candidatos al Goya de efectos especiales de este año eran todos pesos pesados del sector: Jon Serrano y David Heras por ‘La trinchera infinita’; Raúl Romanillos y Juanma Nogales por ‘Mientras dure la guerra’ y Juan Ramón Molina y Félix Bergés por ‘Perdiendo el Este’.